Quantcast
Channel: elDiario.es - Ahorrar mejor
Viewing all 699 articles
Browse latest View live

Vuelven las hipotecas baratas: diez cosas que mirar antes de firmar una

0
0

El festín de las hipotecas que caracterizó la segunda mitad de los noventa y la primera década del siglo XXI amenaza con volver, y los expertos ya advierten de los peligros de repetir los errores del pasado. En concreto se refieren a la bajada espectacular que está sufriendo el índice Euribor, que se utiliza para calcular el interés variable en las hipotecas, debido a las decisiones del Banco Central Europeo de debilitar el euro y comprar masivamente deuda pública de los países miembros de la Unión Europea.

Dicho índice ha ido bajando notablemente durante 2015 y ya se sitúa en 0,058% de media en enero de 2016, con lo que el interés que se paga en las hipotecas a variable se está viendo especialmente reducido; hay que recordar que el interés fijo suele ser el Euribor más un porcentaje, normalmente entre el 1% y el 2%, aunque depende de cada caso. Esto provoca que se puedan pagar actualmente intereses mensuales menores al 2,5%, lo que se considera el mínimo rentable para los bancos. Estas condiciones se trasladan incluso a las hipotecas con interés fijo.

¿Por qué consienten los bancos estos acuerdos que les dan tan poco margen? En buena parte porque durante la crisis, la contratación de hipotecas cayó en picado debido a las restricciones de los propios bancos, a su vez en respuesta a la alta morosidad. También porque en muchas hipotecas firmadas hace 20 años la parte proporcional de intereses que se paga en la actualidad es muy baja, ya que se amortizaron sobre todo al principio. El tipo de acuerdo que caracteriza las hipotecas implica que en las primeras mensualidades se pagan sobre todo intereses y en las últimas básicamente el préstamo.

Mucha oferta para (relativamente) pocos clientes

Todo esto se traduce en que los bancos han perdido una importante porción de su negocio hipotecario; aproximadamente 55.000 millones de euros anuales. Como consecuencia, necesitan ahora atar a nuevos clientes en las condiciones actuales, que no son ni de lejos las previas a la crisis. Les interesa atraer nuevo capital y lo hacen aprovechando el bajo Euribor. Ahora bien, no aceptan a cualquier cliente, sino que son mucho más selectivos a la hora de aceptar clientes de futuras hipotecas.

Uno de los motivos es que no quieren volver a los índices de morosidad de 2008-2011, una experiencia de la que tuvieron que ser rescatados y que los puso en la picota mediática por su política de desahucios. El otro es que las instituciones públicas se muestran mucho menos tolerantes con sus irregularidades, habituales en los tiempos de la burbuja, y a golpe de sentencia han ido endureciendo la normativa del sector.

El caso es que la oferta de hipotecas es superior a la demanda de posibles clientes y, por tanto, se ha desatado una guerra de precios entre las entidades para conseguir la firma del cliente. Así que si estamos pensando en comprar un piso o una casa, y estamos entre los afortunados a los que los bancos están dispuestos a financiar la compra, podremos conseguir condiciones increíblemente ventajosas, por lo menos durante 2016.

Pero cuidado, no es oro todo lo que reluce; además de leer siempre la letra pequeña y consultar con un abogado o el propio notario, hay algunos parámetros que conviene estudiar antes de decidirse a firmar un tipo de hipoteca u otro. En este artículo se relatan diez aspectos genéricos que se consideran fundamentales para orientarse desde un principio. 

1. Interés fijo o variable

Como se ha dicho, el interés variable es un porcentaje adicional sobre el Euribor del momento. Supongamos que nos proponen una hipoteca Euribor + 1% y el índice está en el 0,5%, quiere decir que pagaremos el 1,5% en intereses. Pero este porcentaje variará según se mueva este índice, que en los peores momentos de la crisis llegó a situarse en el 5,393%, por lo que en nuestro caso aumentaría a un 6,4% de la deuda. Es una gran oportunidad en estos momentos en que está al 0,058% y lo seguirá siendo hasta finales de 2016.

A partir de entonces se espera el rebote y una escalada progresiva que puede llegar a dos o más puntos: pasaríamos de pagar un variable del 1% en nuestro caso, al 3% o el 4%. Por lo tanto, apostar por el interés variable entraña riesgos y hay que estar financieramente preparado para soportar la futura subida. Si tenemos un buen sueldo estable y prevemos que subirá en los futuros años, podemos meternos a variable.

En caso contrario, lo nuestro es el interés fijo, que está sujeto a las condiciones acordadas con el banco y no variará en función del Euribor. Hasta ahora los bancos eran reacios a las hipotecas a fijo y ponían intereses muy elevados, pero la guerra comercial y la caída del índice ha provocado que apuesten por esta modalidad que también a ellos les da seguridad. Por este motivo se encuentran hipotecas con un interés fijo que en algunos casos de elevada solvencia llega a ser del 2% de la deuda.

De media, de todos modos, puede situarse hoy entre el 3% y el 4% La ventaja es que podemos organizar el pago según nuestras circunstancias y sin sobresaltos. Además, si crece el precio del dinero y el índice de precios al consumo, es de suponer que nuestro sueldo también lo hará y por tanto con el tiempo pasaremos a pagar menos.

2. La duración de la hipoteca

El interés, los plazos de amortización y en general la mayoría de condiciones de nuestra hipoteca vendrán condicionados por la duración de la misma. Los plazos cortos nos exigirán mensualidades más altas, pero a cambio podremos negociar mejores condiciones e intereses más bajos, ya que el banco recuperará pronto su dinero. Plazos más largos tienen peores condiciones pero nos permiten que la mensualidad media sea más accesible.

Por lo general, las personas con sueldos altos o muy altos se verán favorecidas por hipotecas cortas. En el otro extremo, los bancos no conceden hipotecas por plazos superiores a 40 años salvo en casos muy especiales. La media de duración ofertada se sitúa entre los 20 y los 30 años.

3. La parte del presupuesto mensual que dedicaremos a la hipoteca

El banco ya se encarga de medir este parámetro a la hora de aceptarnos o rechazarnos como clientes, pero no está de más que de ser aceptados también nosotros lo ponderemos. En general se supone que la hipoteca no debe ser más del 15-25% del sueldo o presupuesto mensual de las personas que la firman. Pero en función del tipo de interés que escojamos y la evolución del Euribor, nos podemos encontrar con que la hipoteca devora nuestro presupuesto.

También tenemos que evaluar la posibilidad de que una de las personas firmantes se quede sin trabajo. Son escenarios que aunque desagradables, resultan verosímiles y conviene afrontarlos sobre el papel para ponderar el tipo de contrato que elegimos o negociar a nuestra conveniencia.

4. Nuestras perspectivas económicas a futuro

¿Estamos fijos y en una empresa grande, saneada y estable, preferiblemente una multinacional? ¿Somos funcionarios de rango medio-alto? ¿Tenemos una empresa próspera y sólida? Estos son los escenarios en que nuestro suelto puede crecer y por tanto ayudarnos a resistir escenarios desfavorables de un interés variable. Si figuramos en la lista de arriba, mejor fijo y a 30 o más años.

5. El porcentaje de la compra que puedo financiar

En los casos más favorables, el banco no financia más del 80% del valor de tasación y el 80% del valor de compra del piso. Lo normal es que conceda la hipoteca por el 60% o el 70% del valor, pero con la guerra de precios, se les está ofreciendo a los clientes más solventes que compran pisos exclusivos incluso el 100% de valor de compra. Hay expertos que creen que las entidades bancarias podrían comenzar a proponer márgenes del 80% o el 90% del valor de compra a clientes "más normales".

Es una ventaja pero también un peligro: en un escenario de escalada de precios (burbuja), podemos pagar por un piso más de lo que valdrá si la escalada se invierte (la burbuja estalla). Entonces nos encontraremos con una deuda superior al valor del piso, lo que se conoce como negative equity, un fenómeno que asoló a cientos de miles de familias en la Inglaterra de los años 80 y también en la España más reciente. Es mejor aportar ahorros como adelanto de la compra y si no se tienen, olvidarse de la hipoteca y vivir de alquiler.

6. Cuidado con las cláusulas suelo

Las cláusulas suelo se aplican en los intereses variables y fijan un tipo mínimo al que el interés puede bajar en caso de desplome el Euribor. Es cierto que diversas sentencias, tanto de la justicia española como la europea, han declarado muchas de ellas ilegales, pero se trata solo de casos en que no fueron explicitadas cláramente en los contratos. Los bancos las pueden aplicar, pero deben informarnos clara y explícitamente de su existencia. Preguntemos por ellas abiertamente al empleado de banca antes de firmar nada, si puede ser con el abogado o el notario presentes.

7. El contrato de productos adicionales

Para empezar, no es obligatorio firmar un seguro de la casa que vamos a comprar con el banco que nos concede la hipoteca, y si nos dicen lo contrario deberemos remitirnos a la ley. Otra cosa es que el producto que nos ofrecen sea interesante, o que nos pongan como condición ciertos productos para concedernos una hipoteca en mejores condiciones. Ahora en las que implican interés fijo es habitual, para compensar su caída.

Domiciliaciones, planes de pensiones, seguros del hogar y de vida pueden interesarnos o no, pero antes de firmar debemos hacer números: ¿cuánto nos suponen estos productos de incremento de la mensualidad que vamos a pagar? ¿Cuánto incrementan el valor global de la hipoteca? Igual no nos salen las cuentas.

8. Las penalizaciones por demoras

Las penalizaciones de interés por demora constituyeron durante los años del estallido de la burbuja una inagotable fuente de abusos por parte de algunas entidades bancarias para con sus clientes. Por ello es importante saber que nunca puede ser superior a tres veces el interés legal del dinero y solo puede devengarse sobre el monto pendiente de pago, según establece la Ley Hipotecaria. Estudiemos bien las condiciones que se nos ofrecen junto a nuestro abogado.

9. Las comisiones adicionales

Puede haber numerosas comisiones: por estudio de las condiciones, por los diversos papeleos que se establezcan, etc. Pero sobre todo debe interesarnos la que atañe al adelanto de la cancelación de la hipoteca, ya que podría ser un escenario que nos interesase en un momento dado y no nos conviene que nos penalicen en exceso. Hablemos con el empleado y negociemos si tenemos margen.

10. Los avales

Otra fuente de irregularidades bochornosa durante los años de la burbuja fueron los avales; había personas que prestaban avales a familiares y compatriotas (en el caso de inmigrantes) sin saber lo que realmente suponía tal hecho. Incluso algunos empleados de banca consentían que se avalara una hipoteca con otra concedida el día o el mes anterior...

En fin: solo se debe avalar la hipoteca de un familiar en caso de tener patrimonio sobrado para responder y nunca se debe hacer con una primera vivienda. Si la entidad bancaria nos exige un aval, pensemos en la situación en la que pondremos a las personas a las que se lo vamos a pedir en caso de que no podamos pagar, sobre todo si son nuestros padres o hermanas. 

Además te recomendamos:

Simulador de hipotecas: calcula tu cuota por ahorro, años o interés

Ocho cosas que debes tener en cuenta antes de jugártela con un préstamo


"Los bolsos del 'top manta' callejero son los mismos que se venden por internet"

0
0

Laura Martinez, que utiliza el pseudónimo de Chloe, es la editora del blog Mepasoeldiacomprando.com, especializado en moda, complementos, cosmética y el consumo femenino en general. Martinez lanzó en 2008 un post sobre la venta de bolsos online donde citaba diversos comercios chinos que comercializan copias de grandes marcas. La sorpresa fue máxima cuando el post alcanzó un pico de audiencia insospechado.

En aquel momento Chloe desbrió que había un gran interés del público femenino en las falsificaciones de objetos de moda. Posteriormente lanzó en 2014 una nueva publicación referente al sector, también con gran éxito. Ello le permitió constatar que el top manta digital de productos Made in China estaba en auge. En esta entrevista asegura que sigue creciendo y se mantiene en efervescencia, y explica los motivos.

¿Qué popularidad tienen este tipo de productos entre las consumidoras?

Mucha, el post que escribi hace tiempo es uno de los mas leidos de mi pagina, a la gente le interesa y busca y termina comprando. Aunque yo personalmente no he comprado imitaciones a traves de internet, me interesa el tema porque es un auténtico fenómeno.

¿Qué fiabilidad en las compras tienen este tipo de páginas? 

La calidad no suele ser demasiado buena. He comprado en Aliexpress alguna cosa, no bolsos sino algo que sea difícil de encontrar en España, y las fotos no se corresponden con la realidad. No suelen fallar en la entrega, eso es cierto, pero te puedes llevar algunas decepciones con los acabados y los materiales con que está hecho el producto.

Ahora bien, tampoco es lo mismo hablar de unas copias que de otras; pagas más por algunas porque la imitación es mucho mejor. Hay algunas empresas españolas que se han medido en el sector y venden las imitaciones por su cuenta, haciendo labores de filtro. Comprando a traves de ellas tienes mas fiablidad de la entrega y también en la calidad, pero pagarás un precio algo mas caro.

Entonces estamos hablando de un equivalente del 'top manta' callejero pero con más oferta...

Si, al final todo proviene del mismo sitio.

¿Cuál crees que es el perfil de la compradora tipo? 

Hay de todo; no creo que sea gente que compra mucho lujo, pero sí personas con cierto poder adquisitivo que están encaprichadas con determinado modelo de bolso. 

¿Qué hace que muchas personas se aventuren a llevar imitaciones a pesar de ser obvio que no pueden permitirse los bolsos originales?  

Los compran por querer tener el mismo modelo de bolso que las famosas, las bloggers o las 'it girls'; porque les gustar tener ese mismo bolso aunque sea una copia.

Has comentado que hay imitaciones mejores e imitaciones peores. ¿Tienen alguna de estas falsificaciones la misma calidad que el original?

La misma no, pero sí que hay imitaciones muy conseguidas, porque se hacen con materiales de calidad, copiando hasta los detalles como logos, cierres, cadenas etc.

Además te recomendamos: 

Ojo con el 'efecto tarjeta caducada': tiene consecuencias en internet

Nueve trucos para rebajar la factura de la luz sin cambiar de compañía

0
0

Ya nadie ignora que la energía doméstica es cada vez más cara y, lo que es peor, no tiene visos de abaratarse en próximas fechas. Con el último gobierno, la factura eléctrica se ha disparado y para muchas familias el gasto de electricidad y/o gas se ha convertido en una parte demasiado grande de su presupuesto mensual. Hasta tal punto se ha vuelto la situación preocupante que los agentes sociales han recuperado el concepto de pobreza energética: aquellos hogares que no pueden costear un mínimo de suministro para hacer su espacio habitable.

Pero sin llegar a estos extremos, la mayoría de las personas tenemos a nuestro alcance una serie de gestos, trucos y estrategias que, sí las observamos con racionalidad y disciplina, pueden aliviar el monto mensual, o bimensual, de la factura de la luz y el gas. Algunos de ellos pueden parecer muy obvios, pero no por ello son menos tenidos en cuenta, y en cambio el hacerlo nos suponer hasta un 40% de ahorro sobre el consumo total. Claro que los impuestos ya son otra historia, pero siempre es mejor restar que sumar. 

1. Revisar la potencia contratada

En tiempos de bonanza, cuando la crisis no se había cebado con la mayoría de las familias y la factura era 'pagable', muchos hogares solían mirar poco la potencia fija contratada con el servicio. El pensamiento general era que "más vale que sobre que no que falte", de cara a prevenir picos de uso de electrodomésticos en los que podían saltar los plomos. Hoy una potencia mal contratada, es decir en exceso para la intensidad de uso que tenemos, puede llegar a doblar el monto de la factura, ya que cada tramo se grava sensiblemente.

No es ninguna mala idea revisar la potencia y valorar si se necesita la que tenemos o bien podemos bajar al tramo inferior. En el caso de temer un apagón en un pico de consumo -por ejemplo tener la lavadora, el lavavajillas, la secadora y las placas en funcionamiento-, podemos pautar el funcionamiento de las máquinas, de modo que no las usemos todas a la vez. Así podremos funcionar sin problemas con menos potencia.

2. Consultar si nuestra suministradora tiene alguna tarifa más económica

Es posible que si lo consultamos, la empresa que nos presta el suministro tenga un elenco de tarifas con las que intenta adaptarse a los diferentes consumidores y a la vez repartir el consumo a lo largo del día con el fin de evitar la concentración en las hora punta. Puede interesarnos, o no, acogernos a una de estas tarifas, que suelen cobrar menos por el consumo nocturno o en horas valle. Si nos podemos adaptar a ella, merece la pena contratarla, pero teniendo en cuenta que el incumplimiento de la misma de castiga con sobre costes.

3. Racionalizar el uso de los electrodomésticos

Cada electrodoméstico tiene su idiosincrasia, pero en términos generales se calcula que un mal uso puede acarrear entre un 15% y un 40% de sobre coste en lo que a consumo mensual se refiere.

  • En el caso de las neveras, se recomienda evitar tenerlas abiertas demasiado rato, no poner dentro platos acabados de cocinar -y por lo tanto calientes-, configurarlos por debajo de los 4 o 5 grados y los -16 en el congelador y dejar que se formen capas de hielo, en el caso de congeladores con una cierta antigüedad.
  • En las lavadoras rige la ley del máximo relleno; es decir no ponerlas a un cuarto o media carga y esperar a tener mucha ropa. También usar programas en frío, ya que más del 40% de la energía de este electrodoméstico se invierte en calentar el agua.
  • Respecto a la secadora, también se recomienda usarla bien llena y además evitar los programas extra secos. Eventualmente si se puede tender la ropa y así evitar su uso, mucho mejor.
  • En cambio sí se recomienda usar el lavavajillas, ya que racionaliza el gasto en agua y economiza respecto al lavado a mano con agua caliente. Si se suelen lavar los platos a mano con agua fría, entonces si es una buen alternativa obviar el lavavajillas desde el punto de vista de consumo de agua cliente.
  • Respecto a la cocina, si es eléctrica la más económica con diferencia de un 40% son las placas de inducción, al menos respecto a la vitrocerámica.
  • Y parecido ocurre con los hornos, que son aparatos de gran consumo: mejor en un 70% si optamos por uno microondas si podemos elegir. En caso de preferir o necesitar el horno clásico, es recomendable aprovechar su uso para cocinar varios platos a la vez. También se aconseja abrirlo lo menos posible para ver el estado de los guisos -para eso tiene una luz- ya que cada apertura supone un 20% de pérdida de temperatura y eficiencia. 

4. Acostumbrarse a unas ciertas cuotas de frío en invierno

No se trata aquí de recomendar yogures caducados, como hacía cierto ministro con tan buen tino como mala comunicación, pero sí es cierto que nuestro cuerpo es muy plástico y aumenta o baja su tolerancia al frío y al calor en función de cómo lo acostumbremos. Hay personas que creen que en invierno no se debe estar dentro de casa a menos de 24 grados y en verano a más de 22, cuando lo cierto es que las temperaturas ideales son 21-22 grados en invierno y 25-26 en verano.

Nuestro cuerpo es perfectamente capaz de tolerarlas, y podemos ayudarnos a ello con jerseyes y calcetines o zapatillas de estar por casa si sentimos frío. Por la noche es mejor bajar la calefacción al mínimo, no solo por razones energéticas sino también porque el calor nos reseca las mucosas y nos deshidrata. De día podemos dejarla a una temperatura de base cuando estemos fuera para evitar el enfriamiento excesivo de la casa.

Otra medida es evitar las ventilaciones matutinas prolongadas, aunque nos parezca que la casa huele "a tigre" o "a cocido", ya que a lo largo del día esos olores desaparecerán. Y si no, podemos encender unas velas o usar un incienso suave, que siempre es efectivo. Una ventilación larga nos puede enfriar demasiado la casa. Finalmente, si estamos en disposición, podemos estudiar qué sistema de calefacción nos cuadra más.

5. El aire acondicionado en verano, mínimo a 26 grados

A mucha gente le cuesta creer que un aire a 26 grados pueda quitar la sensación de calor, pero es así. Es posible que esta idea viene de las oficinas con equipos de frío mal dimensionados y distribuidos, ya que en esos caso se pone el aire bajo a posta para que llegue a todos los rincones, con serio perjuicio de los que trabajan cerca de él. Pero una casa no es una oficina y el aire debe llegar bien a todos los rincones.

Por otro lado, es recomendable apostar por sistemas inverter, con un ahorro de hasta un 30% respecto a las gamas anteriores. También tenemos que pensar que muchas veces, sobre todo en la costa, es peor la humedad que el calor en sí, por lo que si hay algún programa que simplemente nos seque el aire y ventile la casa sin enfriarla, es mejor optar por él.

6. Cuidado con los vampiros energéticos

Los vampiros energéticos son sumideros de energía domésticos de los que no somos conscientes pero que nos elevan la factura de la luz de una manera significativa.

  • El más famoso de los vampiros es el 'stand by' de muchos aparatos apagados, para el encendido posterior desde un mando a distancia. Se calcula que los aparatos en 'stand by' pueden llegar a consumir hasta el 15% de la energía mensual. Una buena manera de neutralizar este efecto es reunir todos los enchufes en un portaenchufes con interruptor, que se pueda apagar por la noche y volver a encender a la mañana siguiente.
  • Otro vampiro son los grifos con modulador de temperatura, porque si no somos cuidadosos tendemos a dejar el modulador en el medio, por lo que cada vez que abrimos el grifo gastamos tontamente agua caliente. Debemos asegurarnos siempre que lo tenemos en el lado del agua fría.
  • Un tercer vampiro energético son los termostatos, porque muchas veces nos olvidamos de bajarlo cuando salimos de casa, o por ejemplo cuando ventilamos, con lo que detectan el aire frío de la calle y se disparan. Debemos prestarles atención y calcular la correlación entre la temperatura que queremos tener en la casa y la posición del termostato.
  • Finalmente un cuarto vampiro es el clásico "cliente VIP de la eléctrica de turno": ese marido, hermano o compañera de piso que va dejando luces encendidas por donde quiera que pase.

7. Asegurar los cierres de ventanas y puertas

En materia de calefacción y refrigeración, y en casas antiguas, este aspecto es muy importante porque son verdaderos coladeros de energía calórica. Hay que revisar todas las puertas y ventanas y poner cinta de compresión donde veamos que existen escapes y malos cierres. Nuestro bolsillo lo agradecerá.

8. Pintar siempre en colores claros, sobre todo blanco

Los colores claros atrapan mejor la luz y la rebotan, con lo que precisaremos de menos potencia para iluminar las estancias. Además, rebotan la luz solar creando un 'efecto invernadero' dentro de nuestro hogar. 

9. Sustituir progresivamente las bombillas fundidas por LED

No se trata de cambiar de golpe todo el alumbrado de la casa por bombillas LED porque todavía son muy caras y se calcula que tardaríamos diez años en compensar con el ahorro energético el gasto equivalente. Pero sí es una excelente idea aprovechar el recambio de una luz fundida para colocar una bombilla LED, cuyo consumo es significativamente más bajo y su potencia lumínica muy superior. 

Además te recomendamos: 

Winter is here: ¿cuál es el mejor sistema para calentar tu casa?

¿Prefieres trabajar a distancia o hacerlo en la oficina?

Seguros de coche 'low cost': ¿son mejores que los tradicionales?

0
0

Durante estos años han proliferado los productos o servicios de bajo coste en numerosos sectores: vuelos, gasolineras, hoteles, operadores telefónicos, etc. Presumir de lo mucho que nos costó un producto o servicio pasó a la historia y las empresas lo saben; en consecuencia, han hecho todo lo posible por sacar al mercado productos 'low cost'.

Lo barato sale caro, nadie da duros a cuatro pesetas… Son algunas de las frases populares que se escuchan cuando alguien presume de haber encontrado un buen precio para cualquier producto. Pero no siempre tiene razón el que la dice y la crisis ha demostrado que muchas veces es posible ajustar el presupuesto familiar sin perder demasiadas prestaciones.

Ahora la tendencia a exprimir los márgenes para hacer los bienes asequibles al consumidor llega al mundo de los seguros: estamos en la época de los 'seguros low cost', que llegan al coche y al hogar. ¿Cómo se puede ofrecer productos tan baratos? ¿Son peores estas pólizas que las tradicionales? Este artículo trata de responder a estas preguntas respecto a los seguros de automóvil.

Operar por internet ahorra costes

El precio que ofrecen las aseguradoras 'low cost' puede llegar a ser la mitad del que fijan las tradicionales. La cuestión es cómo pueden estas empresas ganar dinero y a la vez ofrecer servicios adecuados a sus clientes. Una de las claves es que operan a través del teléfono y de internet, con lo cual se ahorran la amplia red de oficinas, comerciales, intermediarios y vendedores con la que sí cuentan las otras compañías. Esto supone un ahorro notable en costes.

Además, suelen ofrecer descuentos a quienes se dan de alta on line en vez de utilizar el teléfono, pues de esta manera todo el trabajo lo hace el asegurado y se ahorran, de nuevo, costes en personal. La gente autogestiona su seguro. Hay quienes valoran el contacto directo, el trato personal, el consejo de un experto, la seguridad de poder ir a la oficina a reclamar o a consultar. Pero también es cierto que muchos clientes, sobre todo los más jóvenes, ya están acostumbrados a hacer todo on line y para ellos, fundamentalmente, están diseñados estos productos.

¿Quién está detrás de estas compañías?

A veces, da cierto reparo contratar un seguro con empresas desconocidas, nuevas, que parecen tener poca experiencia frente al renombre con el que cuentan las grandes aseguradoras. Lo cierto es que muchas de estas compañías de bajo precio tienen el respaldo de grupos líderes en el mercado asegurador, pues son filiales de grandes empresas españolas o extranjeras. Verti, de capital 100% español, opera de la mano de Mapfre desde el año 2011. 

Balumba, con sede en Sevilla, es la marca española de Admiral Group, líder en el sector a través de venta directa en Reino Unido. Y Línea Directa Aseguradora, lanzó al mercado su filial barata Nuez. Generalmente, cuentan con una extendida red de talleres y un amplio servicio de asistencia en carretera que ponen a disposición de sus clientes.

Entonces, ¿dónde está el truco?

En la práctica, aseguradoras tradicionales y 'low cost' ofrecen las mismas coberturas en sus seguros. La cuestión es hasta dónde llega esa cobertura. Es frecuente que en el contrato que firman con el cliente, las compañías de bajo coste reduzcan considerablemente el importe de las indemnizaciones. Cuando el siniestro es grave, el dinero que pagan por invalidez o fallecimiento del conductor o por asistencia sanitaria es muy reducido respecto al que ofrecen pólizas más caras.

Lo mismo sucede con el importe de la defensa jurídica o con los servicios que incluye la asistencia en carretera. En caso de accidente grave, el propietario del vehículo tendrá que hacerse cargo de gastos, que pueden ser muy elevados. Evidentemente, no tendremos la misma defensa jurídica si está fijada en 3.000 euros por siniestro que si se limita a 600 euros. Y lo mismo sucede con el resto de las coberturas. Por tanto, siempre es conveniente leer la letra pequeña del seguro para evitar sorpresas negativas en caso de siniestro.

¿Cuál elegir?

Lo bueno de los seguros de bajo coste es que son más flexibles; el propietario del vehículo puede despojarse de coberturas que considera superfluas y que probablemente no utilizará. Hay seguros muy básicos con los que el cliente simplemente busca cumplir la ley. Si vive en una ciudad pequeña y no utiliza el vehículo para recorrer largas distancias, probablemente puede prescindir de servicios como la asistencia en carretera. 

Si considera que por el uso que hace del coche es muy poco probable que tenga un accidente de gravedad, quizá no sea necesario pagar demasiado por una póliza con cobertura extra para el conductor. Es decir, hay quien solo necesita el seguro obligatorio y, en este caso, la póliza 'low cost' le puede ser de gran ayuda. Si además el propietario del vehículo está acostumbrado a realizar gestiones por internet y no da especial relevancia al trato personal, el de bajo coste es su seguro.

Ojo: la póliza 'low cost' puede ser más cara que la tradicional

Aunque parezca una paradoja, el seguro de bajo coste puede llegar a valer más que el que se contrata con otras compañías. En el momento en que el cliente añada coberturas o quiera obtener las mismas indemnizaciones que en las compañías tradicionales, el precio de las low cost puede ser superior.

También conviene comparar lo que ofrece cada seguro el primer año con los siguientes, pues es posible que a la larga compense contratar con una aseguradora convencional. En este caso sí se podría aplicar el refrán con el que empezaba el artículo: lo barato sale caro. 

Además te recomendamos: 

Ocho cosas que debes tener en cuenta antes de jugártela con un préstamo

Tecnología reacondicionada: ya no morimos de amor por Apple

0
0

Se decía en tiempos del tardo-franquismo que cuando la Seat estornudaba, España iba a constiparse. La frase quería significar que los malestares sociales durante la dictadura fascista se manifestaban sobre todo en los conflictos laborales del fabricante de coches, entonces primera industria del país. Del mismo modo, puede decirse que cuando Apple saca un smartphone más pequeño y barato, el SE, es que algo va mal en la industria del móvil.

Lo cierto es que el problema funciona en dos realidades: la primera es que la capacidad de sorpresa de los fabricantes de smartphones se ha visto progresivamente limitada por una asíntota que tiende a cero: ya es casi imposible sacar más provecho de la mina de innovación que estrenó la canadiense RIM con sus legendarias Blackberry -que permitían en 2003 leer el correo en el teléfono- y que explotó mejor que nadie Apple con sus iPhone.

La era dorada de los teléfonos inteligentes comienza a desvanecerse en el recuerdo y pasamos a una fase postindustrial, donde lo que prima por encima del fetichismo y del ansia de nuevas experiencias de usuario, es el utilitarismo, lo práctico. Por otro lado, la segunda realidad del problema es una crisis económica de la que no nos despegamos y que se vuelve cada día más global, afectando a grandes consumidores emergentes como China.

Móvil nuevo por 700 euros: un mercado a la baja

Estas dos realidades colisionan en un punto: se compran cada día menos móviles; sobre todo si son nuevos y cuestan de media 700 euros. Apple concluye de este bajón del consumo tecnológico que se vende demasiado caro para el común de los mortales -especialmente si son chinos, ya que en Europa el mercado lleva años estancado- y ofrece como solución el SE, con pantalla de 4 pulgadas y por 200 euros menos. ¿Se equivoca? Los números lo dirán en los próximos seis meses.

Pero es posible que el nuevo modelo sea un fracaso relativo si se confirma el crecimiento de una tendencia que ha creado un profundo malestar, no solo en Apple sino en todos los fabricantes: la compra de tecnología 'refurbished' o reacondicionada. Ambas palabras son traducciones cruzadas de un mismo concepto, a mitad de camino entre el activismo ecologista y el oportunismo comercial: la adquisición de móviles de segunda mano, su reparación y finalmente su reventa desde una página web con una garantía mínima y un IVA del 0%.

Se trata de un mercado que, según la consultora Gartner, pasará entre 2014 y 2017 de facturar 6.000 millones de euros a superar los 12.000. Es decir, este sector crecerá más del 100%, pasando a colocar 120 millones de unidades reacondicionadas anuales para el inicio de 2018. Gartner calcula que el 64% de los móviles circulantes se reciclarán comercialmente, ya sea por compra venta o por reparación de un componente averiado en una tienda de segunda mano. 

Presentes en los grandes comercios digitales

En buena parte del Primer Mundo, sobre todo en Occidente, la venta de tecnología reacondicionada, en sus diversas variantes, ya es una tendencia establecida, incluso adoptada por importantes comercios en línea como Amazon, AliExpress o eBay. También por algunos fabricantes, como es el caso de Apple en España -aunque no con el iPhone- o en la India.

En España su arranque va comparativamente lento, aunque comienza a hacerse presente en tiendas como Phone House. O bien por parte de las propias operadoras para reciclar material que les ha sido devuelto, como hace Simyo en su outlet para clientes. Todos estos negocios ofrecen diversas versiones de lo que entienden por 'reacondicionado', que incluyen desde lo que se conoce como 'kilómetro cero' a lo 'como nuevo', 'casi nuevo', 'en buen estado', 'puesto a nuevo', etc.

Amazon tiene una completa explicación de qué corresponde a cada estado del producto: caben desde simples rasguños en la superficie del artículo a un mal empaquetado en el envío o directamente defectos de fábrica que son reparados, amén de posibles comercios que vendan productos de segunda mano en este canal.

Este mercado digital responde solo por los productos que comercializa directamente, con descuentos progresivos, que pueden alcanzar el 50%, y tienen hasta un año de garantía. Y lo mismo hace Apple con los ordenadores, iPod e iPad reacondicionados que comercializa en España, aunque sus descuentos son mucho menores, sobre el 15% como máximo. En este saco pueden entrar desde productos que estaban en exposición -los llamados 'kilómetro cero'- a otros intercambiados en un plan renove o rotos.

Apple certifica la reparación de todos ellos y los vende con la garantía de un año. Sin embargo, aunque con ello cumple con la ley, lo cierto es que es la misma garantía que ofrece para sus productos nuevos -un año al margen de las leyes españolas- y que el descuento del 15% no se ve compensado con la aplicación de IVA sobre un producto que podría, por ley, tener un IVA del 0%.

Pioneros y activistas

Otro enfoque diferente es el de los proyectos que en origen tuvieron como objetivo el evitar la acumulación de desperdicio tecnológico y a la vez proclamar su pasión por determinadas marcas. Es el caso de la web de reventa de productos Apple Manzanasusadas.com, creada en 2013 por varios emprendedores asturianos y que supuso el inicio de la reutilización comercial más o menos sistemática de los productos tecnológicos en el Estado. 

De todos modos, el negocio de esta plataforma no es la tecnología 'furbished', sino ejercer de intermediario entre personas que quieren vender un artículo Apple y otras dispuestas a comprarlo, pujando en función de las condiciones y asumiendo riesgos y reparaciones, al más puro estilo eBay. En el negocio de este sitio no existen más garantías que las que tuviera el producto nuevo, puesto que se trata de un intercambio entre particulares y Manzanasusadas.com se queda una comisión.

En cambio, la plataforma francesa Back Market sí tiene como objetivo de explotación de la tecnología 'furbished', en especial de móviles y tabletas de Apple, Samsung, LG, HTC o Sony. Back Market, recientemente establecida en España, asegura tener un catálogo de 40.000 artículos en exposición entre sus páginas de Francia, Alemania, Suiza y España. Además, tiene como lema "la lucha contra la obsolescencia programada y la basura electrónica". Dos problemas que, subrayan sus fundadores, aquejan a numerosos artículos tecnológicos.

Más allá de las posturas ideológicas, el negocio de Back Market consiste en comprar los aparatos tanto a tiendas, donde estaban en exposición, como a empresas que renuevan sus equipos, y enviarlos a talleres de reparación para que los reacondicionen con un mínimo de garantías. Después los venden a precios bastante ventajosos, aunque con una garantía reducida a seis meses. 

Además te recomendamos:

Vampiros digitales: qué son, cómo se detectan y qué se debe hacer para contrarrestarlos

Cuentas bancarias SIN: ¿qué negocio esconden detrás?

0
0

En un momento en que la mayoría de los bancos cobra a los no clientes por sacar dinero de sus cajeros y penaliza económicamente a los usuarios que no tienen domiciliada la nómina o la pensión, llama la atención el impulso que reciben las cuentas SIN.

Se trata de contratos que carecen de comisiones de mantenimiento o administración, permiten sacar dinero en la red de cajeros de la entidad o bien hacer transferencias de manera gratuita mientras el cliente tiene su dinero siempre disponible. A continuación explicamos algunas de sus principales características:

  • ¿Regalando dinero? Solo si te quedas. Normalmente van dirigidas a los nuevos clientes que ingresan una cantidad -generalmente no muy elevada- en el banco. Los premios no siempre están vigentes, sino que aparecen varias veces al año con modificaciones durante un tiempo limitado. Pueden ser, por ejemplo, dinero en metálico: son las promociones más llamativas, pues lo que recibe el cliente es dinero contante y sonante, no puntos o regalos. La intención es retener al cliente durante el suficiente tiempo para que se acostumbre al producto y luego le dé pereza cambiar a otro banco. El BBVA, con el Plan Conecta, ofreció a sus nuevos clientes una cuenta en la que por hacer un ingreso de 600 euros al mes, el titular recibe 20 euros netos mensuales a lo largo de un año. Es decir, 240 euros que están ya libres de impuestos, pues el banco paga a Hacienda por ellos. Además, no es necesario mantener un saldo medio, con lo cual se puede ingresar el dinero, sacarlo pocos días después y repetir la operación a lo largo del año. De momento, solo pueden disfrutar de esta promoción quienes ya la contrataron.
  • Los 'planes amigo': les haces tú el marketing. Otro tipo de señuelo son los llamados 'planes amigo'. En esta versión, las entidades ofrecen una cantidad de dinero a las personas que abran una cuenta por recomendación de un cliente. Es ya un clásico de empresas como ING, que cada cierto tiempo ofrece 50 euros brutos a los usuarios de la cuenta nómina, ysin nómina, que inviten a sus familiares o amigos. Para que ambos reciban el dinero, el nuevo cliente debe hacer un ingreso de 600 euros –que podrá sacar cuando quiera- durante tres meses o mantener un saldo de 2.000 a lo largo de ese tiempo. Coinc también tiene un 'Plan Amigo' en el que entrega un cheque regalo para gastar en Amazon tanto al nuevo cliente como a su padrino.
  • Cuentas remuneradas; siempre que metas tu dinero ahí. Otras entidades optan por entregar una remuneración en función del dinero ingresado durante un tiempo. Selfbank ofrece a sus nuevos clientes un depósito al 3% TAE durante 3 meses. Para contratarlo es necesario abrir, además, una cuenta corriente asociada sin gastos ni comisiones que incluye tarjetas gratis. Se puede cancelar en cualquier momento sin penalización. El cliente que ingrese 15.000 euros –el máximo que remuneran- recibe 111 euros brutos al cabo de tres meses.
  • Cheques regalo para que gastes en empresas 'amigas'. Los cheques regalo son otro de los ganchos que utilizan algunos bancos para captar nuevos clientes. Openbank ofrece 50 euros en combustible para canjear en Repsol, Campsa y Petronor a quienes abran una cuenta por primera vez en la entidad e ingresen 200 euros. En anteriores ediciones ha regalado cheques para canjear en Amazon o para comprar productos en El Corte Inglés. 
  • Descuentos en productos y servicios, pero en empresas de la red. Cada vez más entidades ofrecen una reducción de precios a sus clientes si pagan con su tarjeta de crédito o débito en determinados establecimientos: gasolineras, tiendas online o grandes almacenes. También si adquieren productos a través de la aplicación móvil del banco.
  • Sorteo de móviles; para ganarse a los jóvenes. Finalmente, otras entidades sortean entre los nuevos usuarios productos muy deseados, generalmente electrónicos, como smartphones, tabletas e incluso televisores de plasma. ImaginBank ha sorteado 50 smartphones Samsung Galaxy A5 entre quienes se han hecho clientes durante el primer trimestre de 2016.

¿Precauciones? El diablo está en la letra pequeña

Los regalos, ya sean físicos o económicos, tributan al IRPF. Si recibimos un premio valorado, por ejemplo, en 50 euros brutos se le aplica la retención vigente en el momento de percibirlo y el beneficio se quedaría en torno a los 40 euros. Lo mismo sucede con el dinero. 

Otro motivo de disgusto es que, a veces, las bases de la promoción establecen que solo un número determinado de personas tiene acceso al regalo, así que quienes abran la cuenta después pueden no tener derecho al premio, lo que sería susceptible de ser interpretado como publicidad engañosa. En todo caso, siempre es importante leer detenidamente el contrato y la letra pequeña para ver qué sucede cuando termina la promoción y las condiciones que se aplican a partir de ese momento.

Entonces, ¿qué gana el banco?

Los bancos nunca pierden dinero y siempre obtienen algo a cambio de estos regalos:

  • Para empezar, captan nuevos clientes -las promociones no suelen estar dirigidas a quienes ya tienen su dinero en la entidad-; además, está comprobado que una vez que tenemos cuenta y tarjetas, nos cuesta mucho cambiar de banco. Ellos lo saben.
  • Por otro lado, puede introducir en sus redes al público juvenil. Por los regalos que ofrecen y su publicidad, se ve que muchas de estas cuentas van dirigidas a jóvenes. Tal vez ahora no tengan dinero, pero son buenos clientes en potencia: si en el futuro tienen que comprar un coche, una vivienda o pedir un crédito al consumo, lo más probable es que lo hagan en el banco del que ya son clientes.
  • Con estas promociones la banca mejora su reputación. Con los 'planes amigo' y otras estratagemas similares, estas entidades consiguen una mejora a su imagen y esto hace que más personas quieran formar parte de la entidad. Es decir, se genera una espiral positiva.
  • En otros casos el logro es darse a conocer. En los últimos años, han surgido nuevos bancos que son desconocidos. Así que para que la gente empiece a operar con ellos invierten en premios, regalos y descuentos. Les resulta muy efectivo.
  • Y por supuesto nunca asumen el gasto de los descuentos que ofrecen, ya que tienen convenios con las compañías que hacen las rebajas: gasolineras, páginas de internet, centros comerciales, etc., que suelen estar invertidas por estos bancos.
  • Así que no repercuten, ni mucho menos, el gasto que les supone el descuento que hacen al cliente que utiliza su tarjeta en estos comercios o servicios. Más bien al contrario: se aseguran de que no gastas en la red del rival. 

Además te recomendamos:

Cuando el dueño del súper quiere algo más que tu dinero

Alimento caducado, ¿lo tiro o me lo como?

0
0

Se calcula que cada europeo tira 179 kilos de alimentos al año (la Unión Europea calcula que el 40% de este derroche se realiza en los hogares), lo que significa que se desperdician en la UE más de 90 millones de toneladas de comida anualmente. De estos, unos 7,7 millones se tiran en España por diferentes motivos, entre ellos la errónea valoración de la caducidad de un elemento.

Si leemos el etiquetado, nos encontramos con una fecha, que bien puede indicar cuándo caduca el alimento o bien cuál es el momento de consumo preferente, dos conceptos distintos que el consumidor debe saber diferenciar, pero para lo que realmente no ha sido entrenado por autoridad alguna. Que aparezca una u otra depende del tipo de alimento y puede determinar si su consumo es viable o ya no.

Consumidores desorientados

Si bien el fabricante está obligado a garantizar la sanidad de sus productos, mediante estudios científicos y controles periódicos, que le dicen en condiciones normales cuánto aguantará un alimento en perfecto estado, se traspasa al consumidor la responsabilidad de decidir si lo consume o no una vez traspasada la fecha indicada.

Un consumidor cada vez más desorientado, a tenor de declaraciones como la del ex ministro Arias Cañete, que animaba a comer yogures caducados sin problema. O ante decisiones de ciertos países, como Grecia, de vender alimentos caducados a un precio más asequible. Pero también cada vez más consciente de que se tiran a la basura gran cantidad de alimentos, una realidad poco sostenible con la realidad de crisis a la que nos enfrentamos.

En España, según los resultados del Barómetro del Clima de Confianza del Sector Agroalimentario, realizado en 2012 por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), el 59,2% de los españoles tira los productos que cumplen con la fecha de caducidad, mientras que un 20,7% los consume si no ha pasado mucho tiempo. El 19,5% restante opta por consumirlo o tirarlo en función del tipo de producto. 

 

¿Se puede comer lo cadudado?

Pero vayamos por partes. Es importante saber qué significan las fechas para optar por comer o no. La fecha de caducidad indica hasta cuándo un alimento deja de ser seguro para el consumo alimentario. Pese a las declaraciones y decisiones políticas ya citadas, esta fecha no es nada arbitrario que se decida a lo loco. Con la ley en la mano, y bajo criterios científicos y estudios rigurosos, a partir de la fecha de caducidad el alimento no es apto para el consumo humano y puede provocar intoxicaciones alimentarias. 

La modificación de esta fecha tampoco es algo que se decida sin más, aunque a menudo el consumidor pueda tener esta sensación. Debe tenerse en cuenta que muchas de estas fechas se aprobaron en momentos en los que las tecnologías utilizadas eran muy distintas a las actuales. Por tanto, la producción de alimentos de antes con la de ahora es distinta, y los márgenes de seguridad que pueden establecerse hoy también son distintos y, en general, tienden a ser mucho mayores porque así lo permiten los avances.

Estas modificaciones tienen siempre detrás criterios científicos que asumen los expertos en la materia; deciden si la modificación es oportuna o no en cada uno de los alimentos, como ha pasado con el yogur. De ahí que tomarse a la ligera esta fecha no es ninguna tontería. Y menos con ciertos alimentos, como el pescado y la carne envasados, o los huevos: productos con un riesgo mayor que otros ya que, en general, no tienen resistencia a la colonización microbiana.

¿Qué es el consumo preferente?

La fecha de consumo preferente, en cambio, nos indica hasta qué momento el alimento mantiene todas las cualidades organolépticas -como el olor, el sabor y la textura- intactas. Esta fecha no tiene nada que ver con la seguridad y solemos encontrarla en alimentos como el aceite, los cereales, las sopas y purés o las latas. Esta fecha, que normalmente viene indicada con "consumir preferentemente antes del...", o "consumir preferentemente antes del fin de…", puede ir acompañada de las condiciones de almacenamiento que deben mantenerse en casa. 

En estos casos, podemos aprovechar algunos trucos caseros para aprovechar alimentos que, por ejemplo, han perdido humedad, como las magdalenas (mojarlas con leche, por ejemplo, permitirá que las consumamos aunque hayan pasado unos días de la fecha de consumo preferente). Este concepto, a diferencia del de caducidad, es mucho más flexible. No es lo mismo comerse un alimento caducado que uno pasado. En el primer caso, nos exponemos a un riesgo; en el segundo caso, no.

Hacia un consumo más sostenible

A pesar de que se ha relacionado buena parte del enorme desperdicio de alimentos a fechas de caducidad en ocasiones demasiado prudentes, se plantean otras causas, como una mala gestión del almacenamiento en casa de la comida o una ineficaz interpretación de las etiquetas. Hábitos de compra correctos, almacenaje acertado de los alimentos y recuperación del concepto de reciclado podrían ser más efectivos que eliminar las fechas de caducidad, aseguran los expertos en la materia.

También deberían plantearse los márgenes de seguridad de las industrias alimentarias que, en algunos casos, y con un fin preventivo, son muy altos. Estas, para determinar la fecha de caducidad, suelen basarse en tres tipos de análisis distintos. Uno de ellos es el microbiológico, a través del cual los expertos consiguen simular cuándo aparecen los agentes patógenos; el análisis físico-químico determina, por su lado, el momento en el que aparecen compuestos químicos.

Por último, un último análisis sensorial aporta información sobre cuándo el alimento empieza a mostrar signos de deterioro, como un mal olor. A partir de estos análisis, se determina la fecha con un cierto margen de seguridad. 

Además te recomendamos:

Los diez mitos más extendidos sobre los alimentos irradiados


Cómo montártelo para evitar que te caduquen los alimentos

0
0

Sí, todos aseguramos preocuparnos por la ecología y la sostenibilidad del planeta, y algunos incluso somos seguidores de Tristram Stuart y su movimiento contra los descartes de comida. Pero lo cierto es que la conciencia va por un lado y la coherencia por el otro en muchos de nosotros. Lo que pensamos, no lo practicamos y nos dejamos las luces encendidas por doquier, ponemos el router donde no toca, con lo que derrochamos wifi, o simplemente nos pasamos la vida tirando alimentos que hemos dejado pudrirse o caducar por una especie de negligencia forzada por el ritmo de vida que llevamos.

Y bien: ¿es que acaso podemos hacer algo por remediarlo? Vivimos atrapados en una matriz de obligaciones, falta de tiempo, cansancio y responsabilidades que nos superan; solo falta que nos preocupemos por el estado de los tomates... Pues sí, de los tomates y de otros muchos alimentos, porque en el fondo es bien sencillo evitar tener que tirar alimentos por podridos o caducos. A continuación te proponemos once sencillos trucos que te ayudarán tanto a ahorrar como a ser más consecuente con tus ideas y comer alimentos con mejor salud.

1. El pan, al congelador

¿Compras pan a diario? Es un ritual bonito que a muchos nos gusta por el olor de las panaderías y la sensación de que todavía hay costumbres que no se han perdido. Pero, claro, no todos los días nos comemos una barra de pan, o dos... Siempre sobran ruscos más o menos uniformes que acaban en la basura.

¿No es mejor cortar las porciones a cuchillo, calculando la que vamos a comer y dejando de forma limpia lo que creemos que nos sobrará? Ese sobrante se pone en una bolsa de plástico y se mete en el congelador. El día que lo necesitemos, basta con dejarlo que se descongele y vuelva a su estado natural.

2. El vino, tapado al vacío y al cuarto oscuro

Sí, siempre nos sobra ese culo y medio de botella que ya no nos apetece beber. Y bien, el vino español es barato, pero también muy bueno y somos muchos los que pensamos que es pecado mortal tirar lo que podría ser otro día una deliciosa copa. Así que mejor nos hacemos con tapones de goma y una bomba manual de vacío, que nos quitará el aire de la botella paralizando su oxidación, y tapamos el recipiente. 

Después lo metemos en un armario oscuro e incluso en la nevera si se trata de un blanco o un clarete. Siempre podemos sacarlo una hora antes de su consumo y dejar que coja la temperatura. Tendremos el vino en condiciones casi iguales que cuando lo cerramos. 

 

3. Comprar la verdura y la fruta en pocas cantidades

La verdura, en general, tiene dos grandes enemigos: el tiempo y las neveras. Los tomates, los plátanos, las ciruelas, los melocotones o aguacates jamás deben entrar en ella, pero fuera se pasan rápido. Las manzanas, judías, acelgas, espinacas, berenjenas, pimientos y otros, aguantan mejor el frío pero no pasan de la semana sin mostrar esa pastosidad de podredumbre y el aspecto de resecas.

Por lo tanto, no compremos para tirar. Calculemos lo que vamos a consumir en dos o tres días, acerquémonos a una frutería y seleccionemos lo más fresco. Podremos dejarlo todo incluso fuera de la nevera, ya que nuestro paladar lo agradecerá, e ir preparando los platos con la tranqulidad de que no se nos pasarán. A los tres días volvemos a pasar por la verdulería y compramos de nuevo.

4. Comprar varias veces por semana

Este apartado, que se aplica al anterior, aquí se hace extensivo a otros alimentos. De acuerdo, los huevos bien conservados aguantan varias semanas en frío, pero los yogurts, si son de verdad yogurts con bacterias vivas dentro y no derivados lacteos esterilizados, aguantarán menos de una semana. Y lo mismo pasará con otros alimentos naturales, como las bolsas de lechuga cortada. Por lo tanto, si somos carne de súper, evitemos los 3x2 de yogures y las bolsas de ensalada XXL. Siempre que no seamos familia numerosa, claro. Calculemos para consumir en una semana.

5. Comprar la fruta todavía verde

Comprar la fruta algo verde tiene sus ventajas. En primer lugar, evita tener que meterla en la nevera para que nos llegue al final de la semana. En segundo, implica que se puede dejar tranquilamente en una fresquera o en el frutero para que madure bien. Hay alimentos como el tomate, el aguacate o el plátano que no pueden ir a la nevera pero maduran rápido. Comprarlos un poquito verdes nos da libertad para consumirlos cuando queramos. 

6. Aprender qué debe y qué no debe ir a la nevera

Como ya se ha comentado, hay ciertas frutas y verduras que se estropean en la nevera, por lo que meterlas por sistema ahí dentro es sinónimo de que acabarán en la basura y además ensucien los cajones. El aguacate se cuaja, el plátano se quema, el tomate pierde su sabor -excepto variedades ácidas como el raf- y los embutidos y quesos se resecan y agrian.

7. Los productos embolsados, a los tuppers

De acuerdo: las bolsas de cortados para ensalada y otros alimentos, como quesos rallados -vigilemos que lo sean realmente- son muy útiles para cargar y manejar y protejen de la sequedad en la nevera. Pero puede que se forme dentro de la bolsa un ambiente de hormonas de maduración, o de excesiva humedad con bacterias, que adelante la putrefacción. 

Es mejor sacar de la bolsa el producto, en caso de ser verdura darle un lavado y escurrido y meterlo en un tupper seco. Luego lo podremos meter en la nevera y mejorar su conservación. Es lo que hacen los profesionales en los restaurantes serios.

8. Usar los tuppers para guardar los quesos y los embutidos

En realidad el embutido y el queso pueden ir en la nevera, pero siempre que estén en un ambiente controlado, con una cierta humedad que no se da en las actuales neveras frost. El tupper es el remedio perfecto y prolonga su buen estado semanas e incluso meses.

9. Usar los tuppers para guardar las raciones sobrantes

De nuevo los tuppers son los reyes de la cocina moderna. Si hacemos comida de más y sobra en la bandeja una buena porción, pensemos dos veces antes de mandarla a la bolsa de basura de orgánicos. ¿Qué tal si la metemos en un tupper y la pasamos al congelador? Puede ser una ración que nos apetezca algún día.

10. Buscar recetas para reciclar las sobras

Internet anda lleno de recetas para cocinar cosas estupendas con las sobras de una comida. Desde macarrones a canelones, pasando por múltiples purés, trinchados y ropas viejas, la cocina tradicional siempre ha aprovechado las sobras para hacer ricos manjares. Pero podemos extender nuestro reciclado a ese tomate que se ha casi licuado y que podemos rallar y congelar para una salsa, o a la fruta medio pocha que, cortando lo marrón, servirá para una excelente macedonia al vino rancio. Y así, tirando de ingenio, hay mil posibilidades. 

11. La carne y el pescado, directos al congelador en unidades aisladas

Bueno, esto que parece tan obvio, no siempre se cumple: la nevera casi vacía y el congelador casi lleno. Dejamos la compra en la nevera porque cremos que nos la zamparemos en tres o cuatro días, pero luego surgen comidas y cenas con la familia o los amigos, y acaba por oler rarito... Mejor separar los filetes y los peces, el lomo y el calamar, envolverlos en bolsas individuales y directos al congelador.

Luego, si resulta que llega la hora de comer y tenemos todo congelado, no nos apuremos: hay tácticas para descongelar de golpe sin que el producto sufra daños. La mejor es poner a calentar agua hasta los 50º centígrados, no más. Entonces sumergimos la bolsa con el congelado en el agua hasta que notemos la carne blanda, que vendrán a ser unos dos o tres minutos; la sacamos y abrimos la bolsa. Lista para cocinar. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos:

¿Es realmente cierto que la comida de hoy ya no sabe como la que nos daban nuestras abuelas?

La banca deja el barrio: tu dinero ya no les interesa

0
0

"Estamos viviendo una auténtica huida a la carrera, y si no fuera porque la comparación ofende, se diría que es digna de la salida de los norteamericanos de Vietnam", asegura a ConsumoClaro Mario, nombre ficticio de un economista que trabaja en una gran entidad financiera española y no desea revelar su identidad real ni la de su banco "en estos momentos de tanta incertidumbre".

Mario nunca ha trabajado de cara al público, sino en el área de estudios y predicciones económicas, y en principio no se vería afectado por las profundas reestructuraciones del negocio bancario doméstico en España, aún así asegura que "ahora nadie se siente seguro". Dice conocer de primera mano la pauta marcada por el sector: "en los últimos años, tras las fusiones, ha habido que reorganizar las entidades resultantes eliminando el exceso de personal y oficinas, y esto ahora se ha acelerado: 2016 será muy duro".

Casi 11.000 oficinas cerradas en tres años

Los datos son elocuentes y corroboran el punto de vista de Mario: entre junio de 2014 y junio de 2015 se eliminaron más de 1.600 oficinas y se despidió a casi 10.000 empleados. La sangría continua en 2016 con los anuncios de reducciones del Santander (450 oficinas y entre 850 y 1100 personas), el BBVA (2.800 oficinas y un número desconocido de empleos), CaixaBank (750 despidos pero manteniendo las oficinas) o Sabadell (moverá el 25% de su parque de oficinas al Reino Unido), por hablar solo de los grandes.

Algunos cálculos estiman el cierre durante 2016 de 9.000 oficinas y el despido de casi 35.000 personas en la que sería la mayor contracción del negocio bancario en democracia. La banca se retira del barrio, hace años que ha reducido su interés en el negocio de los pequeños ahorradores, pero con las políticas de intereses mínimos del Banco Central Europeo (BCE), las entidades han perdido los complejos y se han quitado la máscara.

Nadie puede culpar a los bancos de que su objetivo sea hacer negocio y está claro que en la calle, donde el poder adquisitivo se ha perdido y el interés está rozando el 0%, "lo único que hacen es perder dinero", según Mario. Este profesional cree que tarde o temprano tenía que pasar, porque los bancos y cajas también han sufrido mucho: "han pagado los excesos de los años anteriores a la crisis con los aprovisionamientos exigidos".

Cláusulas suelo, la estocada definitiva a una relación de décadas

Además, saben que ahora les toca pagar por los pecados de temas como las cláusulas suelo o las preferentes, que supondrán en algunos casos pérdidas importantes. Mario opina que el tiempo de los préstamos y las hipotecas baratas para todo el mundo ha terminado, que a la larga se ha demostrado que fue una mala idea extender el crédito al común de los mortales como se venía haciendo desde principios de la década de los noventa. 

La popularización del crédito fue un pecado global, no solo de España, y las consecuencias son de sobra conocidas: dramáticas para personas y empresas y a la larga ruinosas para cajas y bancos. "No se volverá a repetir", insiste Mario.

¿Quiere decir esto que al banco no le interesa nuestro dinero si no somos alguien? "En buena manera es así", contesta Mario: "aunque como en todo hay matices, en este momento el ciudadano medio conlleva demasiados riesgos y muy pocos beneficios con el nivel de interés actual".

En otras palabras: si no eres un cliente VIP, con sueldo muy alto o un trabajo muy estable -funcionario medio o alto, por ejemplo-, el banco pasará de ti; prefiere hacer negocio mediante fondos de inversión o comprando deuda soberana a los países, que tiene unos intereses mucho más elevados.

'Carry trade' para salir del agujero

Precisamente esta última actividad es la que ha ocupado a los bancos españoles en los últimos años: tras el rescate bancario de 2012, las entidades se dedicaron a utilizar el dinero prestado -a través del FROB- por el BCE a un interés menor al 1%, para prestarlo al propio Gobierno español con un interés cercano al 4%.

Esta maniobra, que se conoce como 'carry trade' en el argot financiero, fue una manera polémica de recuperarse. "Pero no les quedaba otra si querían capear la crisis y las altas cotas de morosidad, ya que sabían la mayor parte del dinero procedente de préstamos inmobiliarios impagados no lo van a recuperar", dice el economista. 

De todos modos, parece que los problemas de los bancos no han terminado; la situación económica mundial puede hacer que ahora la morosidad no sea de personas, sino de países que vendieron deuda soberana y que no pueden pagar los intereses, un problema mucho mayor.

Además está el tema de las ppi en Reino Unido, muy similar a las preferentes españolas, que de momento afecta al Santander con 600 millones de euros, pero que puede alcanzar los 1.800 millones y tocar a otros bancos españoles.

Vete acostumbrando a hacer cola y a pagar por todo

Con este escenario, la reacción de los bancos ha sido unánime: cerrar masivamente oficinas, despedir empleados y ganar eficacia con la digitalización radical del servicio, que afecta tanto a todas las operaciones posibles que antes te hacia el empleado como a la captación de clientes para nuevos productos. Ya lo avisó José María Roldán, presidente de la patronal bancaria: "que el cliente se vaya acostumbrando a que pagará comisiones en el futuro".

Mario lo explica así: "si bajas ahora a tu oficina verás que donde antes había cuatro personas en atención al público ahora hay una sola y una larga cola de clientes; esta persona, además, te avisa de que pronto tendrá que cobrarte por gestiones que antes te hacía como si fueran un derecho que tenías". 

La intención es penalizar todo servicio que se pueda hacer por la página de internet, de manera que se ahuyente al cliente de barrio hasta que la oficina no tenga sentido y pueda ser cerrada. Pero, ¿qué pasará con la gente mayor o sin acceso digital? "Tendrán que pagar comisiones y al final incluso puede que queden desatendidos si no viven cerca de alguna de las pocas oficinas que quedarán a la larga, porque la tendencia es a cero sucursales", predice este economista.

Bienvenido al mundo de los 'Ryanair bancarios'

Mario explica que el negocio de captación también se desplazará a internet: "la idea es captarte mediante simuladores y otras herramientas, porque serás tú el que irás a buscar un seguro, un préstamo o la apertura de una cuenta". Por un lado este sistema tiene la ventaja de que permite a los bancos ser más competitivos en precios en cuanto a sus ofertas de seguros o de cuentas bancarias, ya que a esta escala les sigue interesando nuestro dinero.

Pero al final esta ventaja se convierte en un arma de doble filo, porque lo que nos darán -ya lo están haciendo- son servicios 'low cost', con contratos muy básicos en los que se pagará progresivamente al añadir servicios extra. "La idea final", remata Mario, "es hacer una especie de 'Ryanair bancario', con buen servicio pero en el que sumando al producto los extras y el coste de gestión del mismo, acabes pagando algo parecido a lo que pagas ahora". 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos: 

Cuentas bancarias SIN: ¿qué negocio esconden detrás?

De la tienda a casa: pequeña guía para hacer la compra sin riesgos

0
0

Ir a comprar los alimentos de la semana, o del día, puede ser una tarea entretenida, algo que nos distrae de los problemas cotidianos para concentrarnos plenamente en la elección del mejor género, precio más atractivo, etc. Sin embargo, aunque disfrutemos de este 'momento mindfullness', no debemos relajarnos en extremo, porque menospreciar ciertas pautas puede comportarnos algún que otro problema.

Como consumidores, somos el último eslabón de la cadena alimentaria y, como tal, tenemos nuestra responsabilidad final. Las claves están, fundamentalmente, en la planificación y el orden. De nada servirá que los productores y vendedores hayan seguido con minuciosidad las normas de seguridad alimentaria que están obligados a cumplir si nosotros, como consumidores, no continuamos con el control.

En el momento que adquirimos un alimento, pasamos a ser responsables de su seguridad. Y esta responsabilidad empieza justo antes de la compra. Si planificamos bien lo que necesitamos, será más fácil seguir los pasos convenientes para un mayor control. Tal como admitía el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en 2014, a la hora de hacer la compra es fundamental tener presentes los siguientes puntos básicos:

1. Elaborar una lista con todo lo que vayamos a necesitar

Para ello, el Ministerio de Sanidad aconseja hacer tres columnas:

  1. Una para los alimentos que no requieren frío.
  2. Otra para los que sí necesitan estar refrigerados.
  3. Una tercera para los congelados.

Cuando hagamos la compra, seguiremos este mismo orden, para dejar así para el final los alimentos que necesitan temperaturas de refrigeración o congelación. Cuando vayamos a guardar los productos en bolsas, deberemos tener presente que los alimentos se deben mantener lejos de los productos de limpieza y que la carne y el pescado no deben colocarse encima de otros alimentos, por el riesgo de que pierdan jugos y estos vayan a al superficie de otros alimentos.

2. Comprobar el estado de los alimentos

Cuando compramos ciertos productos frescos, como la carne o el pescado, es muy importante fijarnos en que mantienen todas sus propiedades organolépticas.

  • Para la carne, por ejemplo, nos fijaremos en que no tenga pérdidas de líquido, el envase esté intacto y limpio y no gotee y además tenga toda la información que ha de llevar: denominación de venta, clase o tipo de canal y denominación comercial, entre otra información.
  • En el caso del pescado, nos fijaremos en aspectos como que tenga un color brillante, ojos negros y brillantes, carne firme y elástica, escamas adheridas y agallas de color vivo y rojizo.
  • En el caso de frutas y verduras, comprobaremos que no tienen restos de suciedad o polvo y sí poseen una piel limpia.
  • Los productos congelados no deben tener escarcha.
  • Las latas de las conservas no deben estar oxidadas ni deformadas, con golpes.

3. Leer bien las etiquetas

Entender qué nos dicen las etiquetas es fundamental. Debemos demandar productos que nos ofrezcan, además de unas adecuadas garantías higiénico-sanitarias, una información veraz, comprensible y completa sobre el alimento que nos ofrecen. Es importante que dispongamos con detalle y de manera legible de las fechas de caducidad o de consumo preferente y las condiciones de conservación una vez lleguemos en casa.

4. El transporte, cuanto más rápido, mejor

Llevar la compra desde la tienda a casa debe hacerse en el menor tiempo posible. Mantener los alimentos refrigerados o congelados a temperatura ambiente durante mucho tiempo es someterlos a factores de riesgo innecesario. Es aconsejable llevar bolsas isotérmicas para poner los alimentos congelados y los refrigerados y así asegurar que no se producen fluctuaciones de temperatura extremas que pongan en riesgo el producto.

No debemos olvidar que las bacterias responsables de las intoxicaciones alimentarias crecen bien a temperaturas de entre 36ºC y 37ºC y que, temperaturas de entre 5ºC y 65ºC favorecen el crecimiento bacteriano. Por tanto, cuanto menos tiempo estén los alimentos a estas temperaturas, mejor. Evitaremos dejar las bolsas en el coche durante mucho tiempo, ya que, sobre todo en días de sol, el interior puede alcanzar altas temperaturas sin mucho problema. 

5. Ordenar bien los alimentos en casa

Lo primero que guardaremos una vez en casa serán los alimentos congelados y los refrigerados. Los que no necesitan frío y, por tanto, van a la despensa, pueden esperar. En todos los casos, la norma básica es "lo que entra primero, sale primero", es decir, los alimentos que acabamos de comprar los pondremos detrás de los que ya tenemos, para así consumir antes los que hace más tiempo que esperan en la despensa o en la nevera.

En la despensa, los alimentos deben almacenarse en recipientes que cierren bien, las latas deben están en buen estado y deberemos mantener la despensa limpia para evitar que aparezcan insectos. En la nevera, deberemos comprobar que la temperatura es la adecuada y que cada alimento está en la zona adecuada: 

  • En los cajones pondremos frutas y verduras.
  • En la zona más baja, que es la más fría, pescado y carne. 
  • En la zona media, lácteos y embutidos. 
  • En la zona más alta, huevos o alimentos envasados.
  • En la puerta, bebidas, mermeladas o mantequilla.

6. Limpiar las bolsas reutilizables

Cada vez más, utilizamos bolsas reutilizables para hacer nuestras compras. Pero, si no usan bien, pueden ser un gran aliado para las bacterias. Es fácil que se nos derramen jugos o se nos ensucien con polvo u otras sustancias. Por tanto: 

  • Deberemos prestar atención a su estado higiénico y lavarlas periódicamente para eliminar bacterias como Salmonella o E.coli.
  • Cuando vayamos a lavarlas, deberemos tener presente que, antes de guardar, nos aseguraremos de que están del todo secas. Dejarlas húmedas puede convertir la bolsa en un caldo de cultivo para bacterias.
  • El lugar donde las guardemos también es importante, ya que es recomendable que estén lejos de fuentes de contaminación como productos químicos o animales domésticos.
  • Tampoco es recomendable guardarlas en el coche. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos:

Cuando el dueño del súper quiere algo más que tu dinero

Cómo salvar los alimentos cuando se nos estropea el congelador

0
0

Admitámoslo: sin el congelador ni la nevera nuestro día a día sería muy distinto. Estos dos electrodomésticos son los inventos que mejor nos han facilitado una de las tareas domésticas más habituales, la de almacenar y conservar los alimentos en buen estado durante mayor tiempo. Con ellos podemos adquirir productos perecederos sin necesidad de tener que comérnoslos en el mismo día y sin que ello suponga un riesgo de intoxicación alimentaria.

El frío que generan es uno de nuestros mejores aliados porque los patógenos, a temperaturas de refrigeración o de congelación, pierden su fuerza, se ralentizan o detienen su actividad hasta que vuelven a encontrar las condiciones adecuadas (temperaturas de entre 5ºC y 65ºC). Por debajo de los 5ºC, la mayoría de las bacterias que causan intoxicaciones alimentarias paran de crecer o lo hacen más lentamente.

En condiciones normales, por tanto, las ventajas del congelador y la nevera son evidentes. Se han hecho imprescindibles porque nos hacen la vida más fácil y cómoda. Pero cuando dejan de funcionar se convierten en un problema.

Sin luz o averiado

¿Qué ocurre cuando se estropea el congelador o cuando hay un corte en el suministro de la luz? La finalidad tanto de la nevera como del congelador se echa a perder y, si no tomamos las acciones adecuadas, también pueden echarse a perder los alimentos. Es muy importante saber qué hacer durante y después para manipular con seguridad los alimentos.

Debe tenerse en cuenta que si la avería o el corte de luz dura más de cuatro horas y no hay perspectivas de que se solucione, la inocuidad de los alimentos queda seriamente comprometida y se convierte en una cuestión prioritaria. También es importante tener en cuenta el estado en el que se encuentra el congelador. Si funciona bien y la temperatura de almacenamiento es -15ºC aproximadamente, los alimentos pueden mantenerse en buenas condiciones de uno a dos días

Normas a seguir

Una de las normas básicas y fundamentales es mantener, durante el tiempo que dure la emergencia, la puerta cerrada. Esto es fundamental para garantizar que las temperaturas internas se mantienen durante más tiempo. Debe tenerse en cuenta que la temperatura interior no baja hasta pasadas 12 horas o más.

A partir de ese momento, los alimentos pueden empezar a descongelarse. También ayudará si el congelador está más lleno que vacío; a diferencia de la nevera, un congelador cuanto más lleno (dentro de sus posibilidades), mejor. La razón es que así será más fácil mantener los alimentos congelados.

Si se cumplen estas dos condiciones, el tiempo que el congelador mantendrá los alimentos en condiciones adecuadas será de unos dos días (algo menos si está medio lleno). Otra medida que nos ayudará a mantener los alimentos más seguros es aportarles una fuente de frío alternativa, como comprar hielo e introducirlo en el congelador.

Peligro de infecciones

Uno de los peligros que podemos encontrarnos es, tal y como reconoce también el Consejo Europeo de Información sobre Alimentación (Eufic), es la formación de microbios psicrotróficos, es decir, capaces de crecer a temperaturas bajas (entre 4ºC y 8ºC). En algunos casos son peligrosos; en otros, producirán mal olor.

Cuando aumenta la temperatura en la nevera o en el congelador porque han dejado de funcionar, estos microbios pueden multiplicarse rápidamente, lo que hace que el líquido de los alimentos se filtre y se pudra y, por tanto, provoque malos olores. Para acabar con este problema bastará con limpiar bien y desinfectar.

¿Cómo sé si me lo puedo comer?

En cuanto volvamos a tener luz y el congelador vuelva a funcionar con normalidad, el siguiente paso será revisar los alimentos y comprobar si se han estropeado o no. Algunos alimentos habrán empezado a descongelarse mientras que otros todavía estarán bastante congelados. ¿Cuáles son seguros?

En líneas generales, una manera saber si podemos aprovechar los productos o no será mirar si contienen cristales de hielo. Si es así, fácilmente pueden volver a congelarse. Si no, deberán desecharse por precaución. Pero lo más recomendable será evaluar cada elemento por separado. Si, por ejemplo, teníamos marisco o comida precocinada y han estado estado más de tres horas a temperaturas superiores a los 5ºC, lo tiraremos.

La carne roja y de ave y el pescado crudo resisten mejor a la descongelación que los platos precocinados. La carne cruda expuesta a más de 5ºC no más de seis horas puede aprovecharse siempre que cuando se cocine el interior de la pieza llegue a los 75ºC.

Deberemos tirar cualquier alimento perecedero, como carne, aves, pescado o sobras que se han descongelado por completo y que han estado a temperaturas superiores a los 4ºC durante más de dos horas. También deberemos tirar a la basura cualquier producto que haya entrado en contacto con los jugos de la carne cruda que hayan podido formarse durante la descongelación.

No olvidemos limpiar el congelador

No podemos olvidar que, con el aumento de la temperatura, el líquido que eliminan los alimentos congelados puede quedar en zonas estancadas y lugares de difícil acceso y, por tanto, convertirse en un foco de contaminación. En consecuencia, antes de volver a introducir los alimentos, deberemos limpiar y desinfectar bien el congelador y secarlo para que no queden zonas húmedas. 

Una vez hayamos hecho un repaso de lo que podemos aprovechar y lo que debemos tirar, esperaremos antes de volver a llenar el congelador a que alcance las temperaturas deseadas. Pero debemos tener en cuenta que un alimento que lleva varias horas descongelándose es preferible no volverlo a congelar. En caso de duda, ¡desechar! Nunca deberán probarse los alimentos para comprobar si están bien. No podemos fiarnos ni de la apariencia ni del olor. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos:

Ocho razones para plantearnos desde ya prohibir los motores diésel en la ciudad

Brexit: diez modos en que la salida de UK puede afectar a nuestro consumo

0
0

El pasado 23 de junio el Reino Unido (UK) votó mayoritariamente en favor de su salida de la Unión Europea, una salida que parece bastante irreversible y cuyas consecuencias en todos los ámbitos son inciertas. En principio todos los indicios apuntan a que la decisión, soberana, de los británicos comportará complicaciones tanto en las islas como en el continente. 

Por lo pronto, habrá que ver qué tipo de acuerdo suscriben ambas partes que sustituya a la membresía comunitaria. Mientras no lo decidan, se hace difícil hacer predicciones, aunque sí se pueden dibujar algunas líneas maestras sobre cómo afectará el futuro acuerdo de asociación, o acuerdos puntuales, que se firme al consumo en territorio estatal español. A continuación te describimos once escenarios posibles. 

1. Te saldrá más barato el turismo en UK pero necesitarás el pasaporte

De las pocas cosas buenas que tiene el Brexit. UK ha sido tradicionalmente un destino turístico caro para los españoles a causa del alto valor de la libra esterlina, que se sumaba a los ya altos precios de las islas como país más importador que exportador. Si la caída de la libra se mantiene e incluso se agudiza, la diferencia entre euros y libras caerá y quién sabe si logra invertirse si el euro consigue estabilizarse antes. Por consiguiente, al menos tenemos garantizada una bajada de precios de un tercio aproximadamente desde ya si viajamos a UK, aunque el Brexit tarde dos o más años en aplicarse.

Sin embargo, deberemos contar también con que aumentarán las complicaciones burocráticas para entrar en el país y por lo pronto tendremos que tirar de pasaporte, demostrar que no buscamos quedarnos a trabajar son permiso y quién sabe si pagar algún tipo de nueva tasa especial para obtener un visado. Todo dependerá del acuerdo al que se llegue.

2. Tendrás que contratar un seguro de viaje

Una cosa que casi seguro desaparecerá, porque entraba entre las quejas de los llamados brexiters o partidarios de irse, es un acceso a la sanidad gratuita británica si nos pasa alguna contingencia durante el viaje. Podríamos tener algún tipo de ventaja en virtud de acuerdos que contemplasen la atención sanitaria a los expatriados británicos en la costa española, pero no sería como hasta ahora. Así que lo mejor en el futuro será contratar un seguro cada vez que viajemos a UK.

3. No dirás adiós al roaming en UK

Mientras que la UE se dispone a erradicar el roaming de sus fronteras -¡por fin!- en junio de 2017, se presupone que este acuerdo no afectará a UK, por lo que cuando viajes a la Gran Bretaña tendrás que pagar la sobre tasa de la itinerancia. Lo normal es que las empresas de telecomunicaciones estén encantadas de clavarte una tarifa extra siempre que puedan, así que si el gobierno inglés no las obliga, pondrán cuanto más caro mejor navegar por la internet de 'Su Majestad' desde el móvil o hacer llamadas al 'nublado continente'. 

4. Las tarifas de teléfono pueden subir si estás con Movistar

Telefónica lleva meses intentando vender su filial de telefonía en UK, O2, pero tanto las autoridades reguladoras británicas como la UE no han aprobado la compra por el gigante taiwanés Hutchinson, dueño de 3UK, el operador virtual más agresivo de las islas. Ahora el Brexit complica cualquier tipo de operación, puesto que el espectro británico está como poco en cuarentena económica a la espera de ver su evolución económica.

Por lo pronto, Telefónica, que factura de O2 en libras, ha perdido un tercio de los beneficios en suelo británico, por no hablar del duro castigo que ha sufrido en la bolsa, donde su acción ha caído de 9,15 euros el día 23 a 7,46 tras el Brexit, una sima de la que le cuesta salir. Si no remonta la situación o no logra una buena venta por O2, Telefónica tendrá que lavar las pérdidas extrayendo más rédito de otros clientes. Los de Movistar en España parecen las víctimas más propicias.

5. Las comisiones de algunos bancos (españoles) pueden dispararse

En situación similar se encuentran bancos como el Santander o el Sabadell, ambos con casi un tercio de su negocio en UK. Las pérdidas van a ser importantes si la libra no levanta cabeza o si las condiciones para operar en Gran Bretaña cambian. Por lo pronto se anuncian importantes pérdidas y casi todas las entidades han perdido casi una quinta parte de su valor en bolsa. Adivina cómo se ajustarán posiblemente el cinturón: menos servicios y más cominisones por servicio.

6. Pueden acabarse los créditos al consumo

Si la banca ya tenía poco interés en el pequeño cliente doméstico desde los estacazos que supusieron las sentencias de las preferentes y las cláusulas suelo, ahora este podría pasar a ser un estorbo a no ser que contrate algún tipo de producto financiero potente. Por lo pronto, los créditos al consumo, que es el producto financiero de rango bajo más abundante en la actualidad, podrían desaparecer con el aumento de riesgo de morosidad que supone el Brexit para un país de servicios turísticos como España.

7. ¿Whisky escocés y ginebra mucho más caros? Tal vez

Los aranceles al comercio de productos solo se aplicarían si el acuerdo UE UK fuera el de dos países vecinos sin más relaciones, como ocurre con Estados Unidos. Entonces sí que los destilados británicos se pondrían imposibles. Sería el 'ahora o nunca' para el Whisky Dyc y el Gin Giró. Back to de seventies... Pero es el escenario menos probable. 

8. Los servicios online británicos, más caros

Donde sí se pondrían aranceles es en la prestación de servicios, es decir que para que una empresa UK pudiese desarrollar su actividad en suelo continental, debería pagar unos impuestos que no pagaría otra compañía UE. Traducido a internet quiere decir que seguramente los servicios que usemos con sede en Gran Bretaña serán más caros cuando salgan de la Unión. También podrían producirse bloqueos regionales de servicios, como los que ocurren respecto a páginas de Estados Unidos o Corea.

9. Podría subir el IVA

Lo cierto es que UK es el segundo aportador neto a la UE tras Alemania, con lo que su salida plantea graves problemas para cuadrar el presupuesto comunitario. Las regiones más desfavorecidas económicamente, de las cuales España no está exenta, recibirían menos fondos europeos y el gobierno estatal debería compensar este déficit. Algunos expertos apuntan a una subida del IVA paliar las desigualdades.

10. Casas más baratas

Otro de los efectos perversos del Brexit es que la actual pujanza inmobiliaria que se da en la costa española con respecto al capital extranjero, podría frenarse por una posible alta morosidad de los británicos que pagan sus hipotecas en euros. Como resultado, el mercado inmobiliario litoral volvería a desinflarse y tendríamos acceso a segundas residencias más baratas. Aunque si pensábamos vender a buen precio, esta tesis la veremos al revés. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos:

La banca deja el barrio: tu dinero ya no les interesa

Cómo dejar la nevera cuando te vas de vacaciones

0
0

A pocos días del inicio de las, para muchos, tan esperadas y deseadas vacaciones se nos echan encima varias cosas que hacer. Además de preparar las maletas, regar las plantas o cerrar bien ventanas, deberemos pensar también en nuestra nevera y en qué alimentos podremos dejar y cuáles es mejor no hacerlo. Todo dependerá de los días que vayamos a ausentarnos, puesto que no es lo mismo estar fuera un fin de semana largo, en cuyo caso las recomendaciones serán menos estrictas, que varias semanas.

En este último caso, será preferible dejar la casa en modo '/vacaciones on', incluso la nevera, y ello significa vaciarla y no dejar ningún rastro de alimentos. Sólo así nos aseguraremos que, cuando volvamos, no nos encontramos 'inquilinos' inesperados en nuestra cocina que nos estropeen la vuelta a casa. Los microorganismos, a diferencia de nosotros, ¡no hacen vacaciones!

Qué alimentos aguantarán y cuáles no (en ausencias cortas)

La prueba del olfato o la vista para saber si un alimento es seguro o no, no funciona. Si bien la nevera (y también el congelador) son electrodomésticos con capacidad para extender la vida útil de los alimentos, debe tenerse en cuenta que el tiempo no es indefinido y que, en un periodo de tiempo concreto, empiezan a echarse a perder. 

A temperaturas de refrigeración (5ºC-8ºC), la multiplicación de patógenos es menor que a temperatura ambiente, aunque también pueden contaminar la comida. Debe tenerse en cuenta, además, que no todos los alimentos se conservan por igual. Por ejemplo, por orden de menos a más tiempo de conservación, los tiempos son los siguientes:

  • Carne de ave fresca, embutidos, ternera, cordero, hamburguesas, carne picada o pescado: de 1 a 2 días

  • Carnes asadas, sobras, ensaladas de huevo, pollo, jamón, leche abierta, pasta: de 3 a 5 días

  • Huevos y mantequilla: de 2 a 3 semanas

No es lo mismo arriba que abajo, la puerta que el fondo

Pero si queremos que el frío actúe de la forma más efectiva deberemos tener en cuenta que no todo vale a la hora de guardar los alimentos en la nevera. Dentro, la temperatura es distinta en función de la zona. La más fría es la parte baja, encima de los cajones, donde guardaremos la carne y el pescado, así como lácteos abiertos.

En los cajones deberán estar los alimentos que necesitan protección del frío intenso, como fruta y verdura. En el medio y arriba, pondremos alimentos como los huevos, queso, yogures, conservas abiertas, etc., y en la puerta, la zona menos fría, pondremos los alimentos que necesitan estar frescos pero no fríos, como bebidas refrescantes, mantequilla o agua.

Uno de los errores que podemos cometer es pensar que, si dejamos algunas frutas y hortalizas en la nevera, nos van a durar más y, por tanto, podremos aprovecharlas sin problema a la vuelta. Pero esto no es así ya que las bajas temperaturas hacen que algunas pierdan gusto y vean alteradas sus propiedades. Las que sí podremos guardar en la nevera son melocotones, sandía y melón cortados, coles, espinacas o lechuga, que irán en la zona más fría (la parte alta de los cajones).

Vaciar antes de salir

Si respetamos todas estas condiciones de almacenamiento y los periodos de tiempo descritos, podremos aprovechar sólo aquellos alimentos que se han conservado bien y que no han sobrepasado el tiempo recomendado. Con acciones tan sencillas como estas, así como asegurarnos de que la nevera está a la temperatura adecuada, podemos asegurarnos que los alimentos se mantienen bien. 

Pero como los tiempos de conservación no son muy largos, es recomendable que, en nuestra ausencia, aunque sea sólo por unos días, la nevera quede con las mínimas reservas de comida. Sólo dejaremos aquellos productos que tengan una vida útil larga, como jamón envasado al vacío, y evitaremos productos frescos como fruta y verdura, y más aún pescado y carne.

Debe tenerse en cuenta que si se produce un corte de energía, los alimentos que puedan estar en la nevera se calientan, lo que favorece que puedan desarrollarse bacterias patógenas. Por tanto, es recomendable que, durante la última semana antes de irnos, hagamos una planificación del menú y compremos lo justo y necesario. Podemos aprovechar la ocasión no sólo para tirar lo que se ha estropeado sino también para limpiar la nevera y el congelador.

Cuando las vacaciones son largas

La última cosa que queremos encontrarnos a la vuelta es una nevera con olor a rancio y llena de alimentos en mal estado. Desatender durante mucho tiempo este electrodoméstico puede conllevarnos sorpresas indeseadas. Así que, en ausencias de más de quince días, es recomendable tomar algunas medidas adicionales, como intentar ir vaciando la nevera a los pocos días de marcharnos y sólo comprar lo necesario para cada día. 

De esta manera, conseguiremos deshacernos de la comida sin acumular restos que tengamos que tirar a la basura y que puedan convertirse en un foco de suciedad que atraiga insectos como hormigas que campen a sus anchas durante nuestra ausencia. El objetivo es llegar a vaciar del todo la nevera, ya que no tiene sentido guardar alimentos que, a la llegada, no estarán en condiciones de ser consumidos.

Si, además de velar por la seguridad de nuestros alimentos, queremos ahorrar energía, podemos dejar la nevera a una temperatura alta. Dejarla en el mínimo nivel de refrigeración nos ayudará a no malbaratar energía. Y, si la hemos vaciado y quitamos la electricidad de casa, deberemos dejar la puerta de la nevera abierta para que no aparezca moho o malos olores.

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te puede interesar:

Los siete interrogantes sobre el huevo que te gustaría despejar

Diez consejos para ahorrar en el gasto del aire acondicionado en verano

0
0

Vamos al grano: se prevé que este será un verano bastante caluroso, que en algunas zonas del centro y sur de la península apretará fuerte, superando de largo los 40ºC a media tarde, así que es muy posible que tengamos que tirar de aire acondicionado más de lo que deseamos, aunque sea simplemente para poder dormir por la noche.

Solo con pensarlo ya vemos el 'tarifazo' de Industria en forma de factura eléctrica, ¿a que sí? Pues bien, no es tan difícil capear las olas de calor sin que el bolsillo se resienta durante todo el otoño. Basta con prestar atención a pequeños detalles, apoyarnos en la tecnología y aplicar una cierta lógica termodinámica a la hora de usar nuestro aire acondicionado. Ahí van diez consejos que te pueden ayudar.

1. Renueva tu aparato si es antiguo

Si tienes un aparato con más de diez años es muy posible que no sea Inverter, que es la última novedad -ya no tanto- tecnológica: un software que calcula cuándo debe activarse o dejar de impulsar aire frío para mantener una temperatura estable.

Los aparatos Inverter son los de mayor eficiencia energética, no solo por cuestiones de programación sino también por su mecánica, y se calcula que pueden proporcionar un ahorro superior al 30% respecto a un aire de la tecnología anterior e incluso del 60% respecto a aparatos con más de veinte años, así que sí: un aparato nuevo puede ser una buena inversión de cara a los siguientes diez o veinte años.

2. Ventila la casa por la noche o muy de mañana

Si eres de las que se levanta a las seis o siete, aprovecha entonces para ventilar la casa, antes de que el sol caliente. Si eres de los que por suerte no se levanta hasta las nueve, ya mejor la ventilas al volver del trabajo o incluso antes de ir a dormir. De otro modo, dejarás entrar una ingente masa de aire caliente en casa que el aparado de aire acondicionado tendrá que enfríar trabajosamente. Y tu compañía eléctrica te hará cliente VIP...

3. Limpia los filtros

Por si no los sabes, en la parte de arriba de las bombas de calor -así se llaman- de aire acondicionado, hay unos filtros donde se mete polvo, ya que su función es no dejarlo pasar. Si no los has limpiado jamás, es posible que más que filtros sean muros de porquería y ácaros que dificulten el paso del aire que mueve la bomba, forzándola a trabajar más y, claro, demandando más energía. Así que lo mejor es aprender a sacarlos y limpiarlos con un pincel. 

4. Aprende a programar con el mando

¿Crees que el modo turbo no gasta? ¿Qué llegar a casa tras diez horas fuera y querer que pasé de 32 a 24ºC en menos de media hora no amplía la sonrisa de los gerifaltes de la energía española? Por supuesto que sí. No seas zote y programa tu aire para que cuando llegues a piso ya esté fresco y este enfríamiento no se haya ejecutado de manera violenta.

Por ejemplo, si vas a llegar a las nueve, pues programar que se active a las siete con un modo de actividad media o baja, para que en dos horas la casa esté a tu gusto. También puedes optar por mantener el aire todo el día, pero que a las horas centrales permita una temperatura más elevada y después la baje gradualmente, preparando así tu regreso.

5. ¿Necesitas frío o sequedad?

Valora la temperatura media en tu zona, porque en la costa realmente lo que da sensación de calor es la humedad ambiental, pero no la alta temperatura. Los aires modernos tienen un programa que permite simplemente condensar la humedad del aire y así secarlo. Si la temperatura ambiental es de 26 o 27ºC y estamos quietos, podemos resistirlo siempre que el aire sea seco.

6. Elige una temperatura coherente

En relación con el punto anterior, si estás en clima continental del interior de la península, por descontado que la sequedad no será tu problema, pero sí conviene que reflexiones sobre la temperatura ideal. ¿En invierno sueles tener la casa a 20ºC? No. Entonces, ¿por qué lo haces en verano? Sé coherente, si la temperatura ideal son los 24ºC con jersey y pantalón de algodón, ¿no será más lógico que en bermudas y camisa de lino te pongas a 26ºC? A los jerarcas de las eléctricas no les gusta este razonamiento pero a tu bolsillo sí.

7. Asegúrate de las ventanas cierran correctamente

No se trata de que te cambies de la madera al aluminio, pero sí de que detectes si hay malos aislamientos o imperfecciones que permiten fugas de aire y los solventes con goma-espuma termo aislante, que puedes comprar en cualquier cerrajería. Si las fugas son generalizadas -ventanas de maderas viejas en mal estado- y las solventas de este modo, tu factura puede bajar hasta un 30%

 

8. Si no estás en casa, mejor todo cerrado y a oscuras

Si vas a estar todo el día en el curro, el tajo o la oficina, lo mejor es que bajes persianas -lo siento por tus plantas-, corras cortinas y cierres todas las ventanas, aunque es aconsejable que dejes abiertas las puertas de las habitaciones. También es recomendable que dejes el aire encendido a una temperatura no excesivamente baja, por ejemplo 28 o 29ºC, ya que siempre es más barato mantener que tener que enfriar de golpe. Tranquila, que el aire solo se activará si el calor ambiente supera esa temperatura.

9. Cierra las habitaciones donde no hayas de entrar

¿Para que enfriar habitaciones gratis? Dejando puertas abiertas amplias el volumen de aire que el aparato tiene que enfriar y contentas a las eléctricas, que verán cómo tu factura sube tontamente. Cierra las habitaciones fantasma.

10. Juega con los ventiladores

Si tu casa es grande o muy abierta y el aire frío de la bomba tiene difícil llegar a a todos los rincones, siempre te queda la alternativa de usar ventiladores que lo hagan circular por toda la casa, especialmente en los días de más calor.

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro 

Además te recomendamos:

¿Cómo sería el gazpacho si Colón no hubiese descubierto América? Tal vez así


¿A mano o con lavavajillas? Cómo lavar los platos de forma eficiente en cada caso

0
0

Si lavo los platos a mano, ¿conseguiré que queden tan limpios como si lo hago en el lavavajillas? No del todo. Para matar la mayor parte de las bacterias de un plato sucio, el agua debe llegar a una temperatura de unos 60ºC, algo que se consigue fácilmente con el lavavajillas pero que difícilmente conseguiremos con el agua del grifo. Pero de nada servirán las ventajas del lavavajillas si no sabemos usarlo de manera eficaz. Aquí van unos pequeños consejos. 

Un agua antes de entrar en el lavavajillas

La preparación previa es muy importante si queremos sacar los platos bien limpios. Por tanto, antes de introducirlos deberemos quitarles restos de suciedad que puedan acumular. Si no lo hacemos, podríamos provocar que los filtros se obstruyan y que el aparato no funcione como es debido, con lo que el lavado será deficiente.

Cómo colocar las cosas en el lavavajillas

Otro punto fundamental es la manera cómo llenamos el lavavajillas. No vale poner platos, cubiertos, paellas y otros utensilios sin más. Debe hacerse con criterio. Es decir, cada cosa en su lugar, como si jugáramos al tetris. Solo así conseguiremos que la limpieza sea más efectiva, porque el lavavajillas funcionará a pleno rendimiento.

  • Las piezas más sucias irán debajo, junto con los platos, que pondremos en vertical y sin que se toquen los unos con los otros para que el agua llegue a todas partes.
  • En la parte superior pondremos vasos y otros objetos similares.
  • En la cesta los cubiertos.
  • Es importante no llenar en exceso y comprobar que las aspas se mueven con libertad.

Elegir bien el programa

También es primordial saber elegir el programa específico para cada necesidad, ya que no es lo mismo lavar copas y vasos y otros utensilios, que otros cacharros más sucios. La temperatura del agua será fundamental en estos casos. 

Cuidado con lo que ponemos

Tampoco podemos poner en el lavavajillas todos los utensilios de cocina. Algún tipo de vajilla puede dañarse por las altas temperaturas (debe tenerse en cuenta que la temperatura a la llega el agua ronda los 50ºC-60ºC). Incluimos en este lote preventivo la vajilla pintada a mano, recipientes de plástico que no estén adaptados, utensilios de madera, latas o cazuelas de hierro colado.

Por último, no dejaremos el lavavajillas lleno con los platos sucios durante mucho tiempo porque, en el caso de que hubieran quedado restos de comida en alguna parte, en poco tiempo pueden reproducirse los microorganismos patógenos, y cuanto mayor sea su número, más difícil es acabar con ellos. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos,  suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos:

Seis claves para que los gérmenes no te amarguen la barbacoa

7 mitos sobre la congelación de alimentos que nos impiden ahorrar dinero

0
0

Son mitos sorprendentes y sin embargo están muy extendidos. A veces porque fueron ciertos cuando las tecnologías de congelación no eran tan evolucionadas como ahora; otras porque la leyenda se fue extendiendo sin que nadie la cuestionara. Lo cierto es que algunas falsas creencias sobre la congelación de los alimentos limitan el potencial de esta técnica para conservar los productos.

Así, el congelador está infrautilizado en la mayoría de las casas, según un estudio de la FSA, la agencia británica de alimentación. En el mismo se especifica que la reticencia a congelar cuando se acerca la fecha de caducidad, causa en Reino Unido hasta siete toneladas de desperdicio anuales. En realidad cabría decir falso desperdicio, ya que el congelador lo hubiera recuperado para la causa nutricional.

El desperdicio de comida, es un problema mundial de importantes dimensiones que conviene afrontar tarde o temprano pero que sigue lastrado por numerosos mitos, entre ellos los de la congelación. En su estudio, la FSA indicó que el 68% de los encuestados tiró comida aprovechable a la basura por creer que no se podía congelar. En España, otro reciente estudio de Aecoc concluyó que tiramos 3,7 millones de kilos de comida cada día

Superar los siguientes 7 mitos sobre la congelación puede suponer tanto la optimización del uso de la nevera como aumentar el ahorro doméstico al poder aprovechar toda la compra.

1. No se pueden congelar ni los huevos ni la leche

No hay que confundir la fragilidad de estos dos productos en materia de contaminaciones con su resistencia al frío. Respecto a la leche, siendo una estructura compleja en base a agua, resiste bien una congelación, aunque la posterior descongelación deberá hacerse en la nevera hasta que recupere su entramado de coloides de proteína y grasas y sus soluciones de calcio, vitaminas y otras sustancias. 

El huevo se puede congelar perfectamente, aunque se recomienda hacerlo en envases tapados porque la cáscara es porosa y pierde agua; lo ideal es congelarlos descascarillados en tarros de vidrio con cierre de goma. La clara resiste mejor que la yema, pero ambas se descongelan bien. Después habrá que descongelarlos en la nevera y consumirlos lo antes posible. Si el congelador tiene la función Express -congelado ultrarrápido-, se recomienda para este producto.

2. Las frutas y las verduras no se pueden congelar

Casi todo se puede congelar, y también la fruta y la verdura. El asunto es el cómo: las hortalizas de hoja verde deberán tener un escaldado previo para preservar mejor su textura; la fruta pulposa -melocotón, ciruela, cereza, fresa, etc.- debe ir envuelta en bolsas de cierre hermético; la fruta harinosa -peras o manzanas- no tiene tan buena congelación, pero mejora con la función Express.

En general todas las frutas y hortalizas deben congelarse debidamente envasadas en túperes o bolsas estancas para impedir que durante la congelación pierdan el agua que las conforma. Hay que saber que el congelado es una función que se hace con frío muy seco y que por lo tanto deshidrata la mayoría de los productos. El uso de la función Express también es aconsejable, ya que evita la formación de cristales de agua en las células y por tanto la ruptura de los tejidos.

En general, la excepción en la congelación óptima serían las materias compuestas a partir de almidones, como la pasta, los arroces o incluso los panes; pero si se hace en condiciones debidamente estancas, donde se evite al máximo la deshidratación, no tiene por qué haber problemas.

3. Las carnes cocinadas se estropean con la congelación

Todo tipo de sobras que no nos hayamos terminado, pero que sean perfectamente recuperables para otra ocasión, pueden ser congeladas si se preparan debidamente. En caso de guisos, deben ir debidamente tapados para evitar la deshidratación de la salsa. Cuando se trate de carnes o pescados, es mejor utilizar la función Express, que evitará la formación de cristales celulares que rompan las texturas. En las pastas, la salsa y la pasta se congelarán por separado. 

Es importante recordar que este tipo de productos deben descongelarse en la nevera, a no ser que tras el tratamiento con calor -el cocinado- hayan sido debidamente tapados y manipulados en condiciones de máxima higiene para seguidamente pasar al congelador.

4. Las congelación desinfecta los alimentos

La mayoría de patógenos detienen su crecimiento y sus actividades metabólicas con la congelación, pero muchos no mueren, sino que prosiguen sus 'andanzas' cuando recuperan una temperatura conveniente, por encima de los 4 ºC. Por eso es conveniente descongelar en la nevera y consumir lo antes posible.

5. Los alimentos descongelados no se pueden volver a congelar

Este sería el mito menos falso, pero solo en parte. No es recomendable descongelar y volver a congelar, pero puede hacerse. Según en qué casos, además, puede ejecutarse esta operación sin problemas. Hay que tener en cuenta, eso sí, que tras la descongelación aumenta el crecimiento bacteriano y por tanto en el recongelado la pieza estará más contaminada y deteriorada. 

A no ser que el tiempo de descongelación haya sido corto y además esta se haya hecho en la nevera. En tal caso, si además el envase del alimento no ha sido abierto ni manipulado, la recongelación no tiene por qué presentar mayores problemas. Y si se hace con la función Express, tanto mejor.

6. La comida se puede congelar indefinidamente

Hay que tener una noción de lo que lleva cada alimento en el congelador, ya que no duran eternamente. Dependerá de la temperatura de congelación. En general:

  • Una estrella (*): la temperatura es de unos -6 ºC y el tiempo de almacenamiento de una semana. No sirve para congelar.
  • Dos estrellas (**): con unos -12 ºC el tiempo de almacenamiento de un mes, puesto que a estos grados el agua ya se solidifica, pero no se eliminan parásitos como el Anisakis, por ejemplo.
  • Tres estrellas (***): a -18 ºC las condiciones de congelación ya son adecuadas y se pueden mantener los alimentos unos tres meses.
  • Cuatro estrellas (****): los -24 ºC permiten conservar los alimentos durante más tiempo, de tres a seis meses.

Además de las estrellas, también interviene la resistencia de cada alimento:

  • Carne picada: dos meses.
  • Pan, alimentos preparados o cocinados: tres meses.
  • Pescado graso y marisco: tres meses.
  • Cerdo: seis meses.
  • Pescado magro: seis meses.
  • Carne de pollo y de caza: 10 meses.
  • Hortalizas: 10 meses.

7. Solo se puede congelar inmediatamente después de la compra

Esta es una de las creencias más dañinas para el ahorro y que más fomenta el desperdicio de alimentos, ya que es la principal responsable de que muchos productos de la nevera vayan a la basura en lugar de al congelador. Siempre se puede congelar un alimento si no ha superado la fecha de caducidad. Eso sí: deberemos apuntar en el envase, o en un papelito, los días que le quedaban para llegar a ella antes de ser congelado. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos: 

Cómo salvar los alimentos cuando se nos estropea el congelador

Doce usos alternativos del microondas que seguramente desconoces

0
0

Sí, con el microondas se pueden hacer cosas mucho más creativas que calentar el café con leche por las mañanas, derretir la cera de depilar, descongelar el pan o hacer palomitas de maíz. Se trata de un invento que aunque centrado en la cocina, tecnológicamente tiene muchas más posibilidades. Veamos a continuación unas cuantas, aunque se pueden enumerar muchas más. Es cuestión de algo de ciencia y mucha imaginación.

1. Desinfectar estropajos

No es broma: la mayoría de los expertos en seguridad alimentaria inciden en que no es suficiente con el gel de lavar platos para asegurarnos totalmente de que un estropajo o un trapo están correctamente higienizados para usarlos de nuevo, ya que hay bacterias muy resistentes. La mejor solución es poner el estropajo húmedo en el microondas a máxima potencia durante minuto y medio. El vapor generado acabará con todos los gérmenes, incluidos los más duros.

2. Limpiar utensilios de madera

Algo similar pasa con los utensilios de madera que usamos en la cocina: no basta con lavarlos y frotarlos con gel tras usarlos, pues son porosos y acumulan agua con gérmenes. Pero en el lavavajillas disminuyen mucho su vida útil. La solución está en el microondas: tras lavar con gel y aclarar la madera, la ponemos en el microondas unos minutos a máxima potencia y así la esterilizaremos debidamente sin estropearla.

3. Esterilizar tarros de vidrio

El microondas es un instrumento de sobras conocido por muchos padres y madres, que lo utilizan para esterilizar biberones, pero este uso se puede extender a todo tipo de tarros de cristal -y a algunos de plástico- que queramos guardar esterilizados. Basta con llenar los tarros con agua y calentarnos hasta que esta hierva.

Si los vamos a dejar sin uso por largo tiempo, o bien si vamos a guardar en ellos algún elemento seco a temperatura natural, la esterilización puede ahorrarnos ulteriores contaminaciones

4. Hacer conservas vegetales

Aprovechando la esterilización, podemos también aprovechar el microondas para ahorrarnos el hervido de los tarros de conservas naturales vegetales. Para ello nos bastaría con llenar de agua y sal el tarro con el alimento a conservar y después meterlo en el microondas a máxima temperatura hasta que el agua arranque el hervor.

5. Secar plantas aromáticas

Plantas como el cilantro, el peregil, el orégano, el romero, etc., basan su aroma en aceites olorosos que se encuentran en glándulas. La mejor forma de conservarlas si las tenemos frescas y no queremos que se nos estropeen, es quitarles el agua de los tejidos. Para ello las lavaremos y extenderemos sobre un papel de cocina para meter el conjunto en el microondas, donde les aplicaremos tres minutos a máxima temperatura. Las extraeremos secas y así podremos desmenuzarlas y guardarlas en un tarro. Obviamente, si el tarro ha sido antes esterilizado en el microondas, mucho mejor.

6. Hacer espuma para capuccinos

Obtener la característica espuma de leche de los capuccinos es mucho más sencillo de lo que crees. Te bastará un tarro limpio y un microondas. En el tarro vertemos un poco de leche, tapamos y agitamos hasta obtener una mezcla espumosa. Una vez la tenemos, destapamos el tarro y lo ponemos un minuto al máximo en el microondas. Obtendremos una espuma densa que podremos utilizar para nuestro café con leche.

7. Hacer bacon crujiente sin usar aceite

Uno de los problemas para los amantes del tocino crujiente es la cantidad de grasa de la loncha, que se une a la del aceite con que se fríe. Una solución menos calórica es colocar las lonchas encima de un plato sopero invertido, poner un papel de cocina encima y colocar el invento en el microondas, donde aplicaremos un minuto de ondas a la máxima potencia. Tendremos bacon crujiente y seco para nuestro desayuno inglés.

8. Cortar cebollas sin llorar

El truco consiste en cortar una cebolla en dos mitades y meterla en el microondas 30 segundos a máxima potencia. El resultado es que el tejido no se altera pero se liberan todos los vapores irritantes y se puede picar la cebolla sin problemas. Parece una tontería pero es un truco de extendida aplicación en las cocinas profesionales de todo el mundo.

9. Regenerar la tierra de las macetas

Si tenemos una maceta donde queremos arrancar la planta existente y plantar una nueva, una buena idea puede ser repartir la tierra un poco húmeda en platos y meterlos en el microondas durante unos minutos. Conseguiremos esterilizarla y por tanto regenerarla para que la nueva planta no sea atacada por hongos o esporas de parásitos que afectaban a la anterior.

10. Pelar tomates sin tener que escaldarlos

Otro truco de cocinero: se hace un corte en forma de cruz en la zona del tallo del fruto y se calientan en el microondas con una tapa encima durante dos minutos. Una vez enfriados, se podrán pelar sin mayor problema. 

11. Recuperar la sal y el azúcar apelmazados

Es muy común que tanto la sal como el azúcar queden apelmazados por la humedad. Una buena solución para liberarlos es aplicarles el calor seco del microondas durante unos 20 segundos a máxima potencia, que hará que se evapore el agua de los cristales sin afectar a la estructura de los mismos.

12. Reciclar velas viejas

Una solución cuando tenemos muchos restos de velas y queremos aprovecharlos, es juntarlos todos en un recipiente para microondas y llevarlos a su temperatura de fusión. Una vez la cera esté líquida, podemos verterla en un tarro donde antes habremos colocado una vela fina en su centro para que podamos usarla de mecha. Si lo deseamos, podemos añadir a la cera fundida algún tipo de esencia aromática. Cuando se enfríe la cera, tendremos una nueva vela. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos,  suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos: 

Siete plantas que desconoces pero que para tu abuela fueron importantes

Diez claves para elegir unos auriculares inalámbricos

0
0

Ahora que Apple ha puesto en el mercado sus AirPods y de paso ha abierto la veda a la moda de los auriculares inalámbricos, conviene ver qué alternativas existen a ellos que comporten mejores precios o la seguridad de que no los perderemos al mínimo giro brusco de cabeza. Precisamente estos dos hechos, los 179 euros que cuestan y su ausencia de mecanismo de sujeción, es lo que más se ha criticado de este lanzamiento. 

Ciertamente, perder un aparato de casi 180 euros por un mal trote mientras hacemos running -no hay que olvidar que un objetivo claro es poder usarlos vinculados al móvil cuando corremos- o por bailar en la playa o por que se caen por el hueco del metro o del ascensor... No parece una idea agradable. A parte de esto, y aunque los AirPods prometen ser una experiencia lujosa, existen alternativas en el mercado que tienen precios más asequibles sin renunciar a unos mínimos de calidad y comodidad.

A continuación se exponen diez aspectos que se juzgan importantes a la hora de elegir unos buenos auriculares inalámbricos. Responden a preguntas como: ¿para qué los queremos; cómo vamos a usarlos; cuándo queremos usarlos; cuánto estamos dispuestos a pagar?

1. Duración de la batería y sistema de recarga

La duración de la batería y su sistema de recarga no es una cuestión baladí cuando hablamos de auriculares que vincularemos al móvil. Puede que los queramos para escuchar música o bien para hablar por teléfono. En ambos casos, lo más probable es que estén activos y lejos de casa la mayor parte del tiempo.

Por lo tanto, necesitan una larga autonomía o nos dejarán colgados en medio de una conversación por falta de energía. Lo mejor es que tengan una duración lo más larga posible, pero eso se traduce en tamaño de batería, o sea peso y tamaño del auricular. Así que si queremos llevar en las orejas algo discreto y ligero, deberemos apostar por modelos que tengan estaciones de carga portables.

Estas son baterías externas adicionales que tanto sirven para cargarse en el enchufe como para dar su energía a los auriculares, algo así como una nave nodriza. De ellas interesa que sean ligeras y que tengan buena velocidad de carga, para poder disponer de nuevo de los auriculares lo antes posible. Lo ideal es que entre los auriculares y la carga externa se cubra una jornada de trabajo completa, sobre las diez horas.

2. Seguridad de la sujeción

La poca sujeción por la que apuestan los AirPods está bastante condicionada por la estética, tan importante para Apple. Sin duda cuanta menos sujeción, más estéticos son los auriculares, aunque corremos el peligro muy real de perderlos en las circunstancias que antes hemos relatado. Muchos modelos llevan un cable o correa que corre por la nuca hasta los pabellones auditivos, de modo que no se ve, pero no resulta tan bonito. Otros apuestan por una especie de pinza que se coge en oreja; si nos quedamos con este sistema, que sea con auriculares no demasiado caros. Por si acaso. 

3. ¿Grandes o pequeños?

Aquí toca la pregunta de: ¿para qué los quieres? Si buscas unos auriculares para escuchar música solo en casa a todo volumen o ver la tele sin molestar al resto de habitantes, la mejor opción son los clásicos cascos, grandes pero circumaurales, que te aíslan totalmente del entorno sin necesidad de software antirruido.

Si además no tienes complejos, puedes usar uno de estos modelos en la calle conectados al móvil, que seguro que no los perderás y posiblemente tengan una batería potente. Pero si apuestas por la calle, querrás plasticidad y estética, y también buena portabilidad. En consecuencia, seguramente querrás auriculares pequeños que van insertos en la oreja, los llamados intrauriculares. Cuidado que también tienen sus desventajas, como el mal aislamiento o la menor autonomía.

4. La comodidad en el oído

Si vas a pagar más de cien euros -e incluso más de 50- por un auricular, lo lógico es que los pruebes; que como mínimo te los puedas acomodar en el pabellón y ver si te molestan, si aíslan bien del entorno o se sujetan correctamente. Lógicamente esto solo lo puedes hacer en tiendas físicas, pero tiene más importancia de la que creemos, ya que cada oído es diferente.

5. Su usabilidad

¿Cómo activamos la subida y la bajada de volumen? Se supone que si son inalámbricos no tenemos por qué estar necesariamente pagados a la fuente de sonido... ¿Cómo sabemos si queda mucha o poca batería y es mejor recargar? ¿Permiten pasar a la siguiente canción o parar la reproducción? ¿Permiten acabar o iniciar una llamada? Un buen auricular sí lo hace. En este caso la solución de Apple para AirPods, a base de un chip adicional con sensor de voz y órdenes de Siri, se antoja muy lograda. Siempre que Siri trabaje en nuestro idioma, claro.

6. Calidad del sonido

La calidad del sonido es importante, sobre todo respecto a cómo modula los graves y los agudos de modo que un volumen alto no resulte molesto a nuestro oído. En general, la calidad va incluida en el precio del aparato, pero no está de más hacer pruebas en la tienda o leer opiniones en foros antes de comprar. 

7. El aislamiento respecto al exterior

Ya hemos comentado que unos auriculares grandes, circumaurales, permiten un buen aislamiento por el método físico de cubrirnos la oreja de espuma, pero esto tiene sus implicaciones si los queremos para emplearlos en la calle. Lo lógico es que apostemos por modelos intrauriculares, que tendrán menor tasa de aislamiento físico.

Por lo tanto deberemos contar con algún tipo de sistema de cancelación de sonido por software si queremos estar totalmente aislados. Es decir, un chip que detecta ruido exterior y automáticamente emite un zumbido que lo neutraliza.

8. Que cuenten o no con micrófono

Si vamos a usar los auriculares en el teléfono, lo lógico es que cuenten con micrófono, algo no tan común como creemos, pues siguen vendiéndose modelos que no lo incorporan, especialmente los centrados en la escucha doméstica.

9. Alcance de la conectividad

Uno de los grandes problemas de los auriculares inalámbricos es que nos vemos vemos obligados a estar 'cerca' de la fuente de sonido, sobre todo en la tecnología de transferencia Bluetooth, que alcanza un máximo de treinta metros en su versión más moderna, la 4.2. Según para quién, treinta metros son muchos o pocos. Por ejemplo: trabajamos en un edificio de oficinas y estamos en una planta diferente a la de nuestro despacho, donde está nuestro teléfono. 

Se supone que apostamos por los inalámbricos para no ir cargando con el teléfono... Hay alternativas que trabajan con radiofrecuencia, como la Kleer, que permiten un alcance de más de 100 metros, pero necesitan del establecimiento de una estación de emisión conectada a la fuente. De todos modos, la inminente llegada del Bluetooth 5.0 augura un alcance de 120 metros.

10. Estética

Es quizás el menos importante de los factores. O no... No es una cuestión menor el que los auriculares nos gusten, ya que los tenemos que llevar encima y ofrecen una imagen de nosotros. Ciertamente hay modelos bonitos y modelos que se podrían calificar de feos, así que dejemos un espacio en nuestra decisión para la estética. 

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos: 

Pescado azul: ¿hasta qué punto es saludable?

Siete cosas a evitar cuando se come de tupper

0
0

El tupper es un recipiente de plástico que fue inventado a finales de los años 30 del siglo XX por el químico especialista en plásticos Earl Tupper. Vino a sustituir a las fiambreras de madera, que eran con frecuencia fuente de intoxicaciones infecciosas por su superficie porosa y difícil de lavar, y más adelante, con la aparición del microondas, a las de metal, que rebotaban con violencia las radiaciones electromagnéticas de onda corta. 

El tupper supuso una revolución en cuanto a higiene y comodidad que hizo más amplia la base de personas que lo usan en sus trabajos. Su superficie lisa permite limpiarlos con seguridad y eficacia. Además, su composición es apta para calentar platos en el microondas, e incluso cocinar algunos, con lo que aumenta su portabilidad. También el estar hecho con moldes de plástico permite que haya tupperes de cientos de formas, que se adaptan a todo tipo de carteras y maletines, por lo que son fáciles de transportar.

Sin embargo, su uso no está exento de peligros cuando no se hace de la manera correcta y normativa. El empleo de los tuppers tiene unas instrucciones que conviene respetar y no todos sirven para todas las funciones. A continuación se explican siete situaciones que debemos evitar cuando usamos tupperes para comer en el trabajo.

1. Confundir con un tupper cualquier recipiente plástico

Cualquier caja de plástico no se puede confundir con un tupper. Este tiene unas medidas de grosor y condiciones del polímero que lo hacen resistente al calor y además garantizan que no liberan partículas tóxicas en caso de largas conservaciones. Podemos identificar los tuppers adecuados por unos signos o sellos situados generalmente en su base, que especifican si son adecuados para contener alimentos y/o para calentarse en microondas. En caso de no presentarlos, es mejor no usar el recipiente.

2. Dejar el tupper cerrado con alimentos al sol

Tanto si es recién cocinado, pero especialmente si es crudo, el tupper debe ir lo antes posible a una zona refrigerada, en principio la nevera. El motivo es que siempre es inevitable una mínima contaminación microbiana, y si dejamos el tupper al sol aumentará el calor interior sobre la comida, con lo que subirá la humedad y se disparará el crecimiento de gérmenes. Así, un alimento en principio inocuo puede alcanzar la población bacteriana suficiente para provocarnos una intoxicación.

3. No lavar bien los crudos antes de meterlos en el tupper

Puede que queramos cocinar el alimento en el microondas de la oficina y por esta razón nos lo llevamos crudo al trabajo, o bien puede tratarse de una ensalada o algún plato frío. Se puede hacer siempre que respetemos la norma de la nevera y por otro lado introduzcamos el alimento bien lavado con agua del grifo -contiene cloro, un buen desinfectante- y utilizando unas pinzas también lavadas. También antes habremos lavado la cara interior del tupper con agua y jabón. Los encurtidos y escabeches no los consideramos alimentos crudos.

4. Lavar los tupperes con vinagre

Hay personas que usan vinagre para limpiar la nevera porque el jabón deja malos sabores y olores. Es una buena medida ya que el vinagre es un desinfectante potente, pero no lo es tanto para los tupperes. La razón es que el tupper se puede enjuagar bien con agua abundante, algo que no pasa con la nevera, a no ser que la enjuaguemos a manguerazos.

Por otro lado, el vinagre deja un olor penetrante y permanente que a veces es difícil de eliminar e inlcuso se potencia dentro de un tupper cerrado, estropeando el sabor del alimento. Es mejor usar jabón y luego aplicar agua abundante.

5. No saber usar la espita de la tapa del tupper

Hay un debate permanente sobre si los tupperes en el microondas deben calentarse abiertos o cerrados, y lo cierto es que depende de qué cocinemos: si vamos a hacer algún alimento al vapor, mejor tener la tapa puesta. Si recalentamos un alimento ya hecho y gratinado o frito, mejor abrir el tupper para que no se reblandezca. Pero también deberemos evitar que se nos reseque demasiado si lo dejamos abierto...

Para solucionar estos debates, algunos tupperes llevan en la parte superior de la tapa una espita o tapón giratorio que permite regular un grado de apertura y entrada y salida de aire y humedad en el tupper. La idea es que esté completamente abierta para alimentos crujientes y cerrada para cocinados al vapor, pero medio para otros que no queramos que se desequen, etc. También es importante que cuando congelamos un alimento nos aseguremos de que la espita está cerrada.

6. Esperar a llegar a casa para lavar el tupper

La grasa que contiene el alimento que acabamos de comer se puede pegar con fuerza a la superficie plástica por sus sustancias adherentes, especialmente cuando se enfría. Por este motivo es mejor lavar el tupper inmediatamente después de comer. No solo reducimos el peligro de que se peguen malos olores, sino también de que crezcan en la grasa poblaciones bacterianas y luego nos olvidemos de lavar el tupper en casa y lo guardemos, para un nuevo uso, como si fuera limpio...

7. Aliñar las ensaladas antes de salir de casa

Es de cajón, pero sigue pasando: aliñamos con sal y aceite y tapamos para llevarnos la ensalada al trabajo. A medio día está totalmente pocha, especialmente si el tupper ha soportado demasiado calor. Es normal que en las oficinas haya aceiteras y saleros, y si trabajamos en la calle, siempre podemos recurrir a comprar botellitas y sobres, que se venden habitualmente en los supermercados.

Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro

Además te recomendamos: 

Siete usos prácticos del café que no implican beberse una taza

Viewing all 699 articles
Browse latest View live


Latest Images