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Huele a verano: ¿puedo usar el protector solar que me sobró del año pasado?

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Estamos a las puertas del verano y es posible que la gran mayoría de nosotros se plantee no pocos días de ocio al aire libre en la playa o en la piscina. Como es preceptivo, muy probablemente nos untaremos con crema protectora solar para protegernos y así poder pasar más horas expuestos. Pero tenemos el problema de que los protectores resultan caros y de un verano a otro nos sobra una buena parte del último bote que compramos. ¿Hay que tirarlo y comprar otro?

El proceder mayoritario no es ese, sino más bien aprovechar el bote antiguo hasta que se gaste, confiados en que la crema sigue teniendo la misma validez doce meses después. ¿Es así, la crema no caduca? Juana, una socia de eldiario.es, oyó hace unos días en la radio a una dermatóloga asegurar que es peligroso usar la crema del verano anterior y quiere saber si es cierto. Para responderle adecuadamente, lo mejor es entender qué es un protector solar.

¿En qué se diferencia un protector solar de otras cremas?

Un protector solar se parece al resto de cremas cosméticas para la piel en que es una emulsión de diferentes compuestos de tipo graso y humectante, que puede contener también agua para mantener su estructura cremosa y a la vez ligera y fresca. Pero a diferencia de otras cremas, la protectora aporta unos filtros solares, es decir sustancias que reflejan o atenúan los rayos solares y sus efectos sobre la piel.

Los filtros pueden ser físicos o químicos. Los físicos suelen ser partículas y compuestos con metales que reflejen físicamente el rayo de sol actuando como un espejo, como es el caso del dióxido de titanio, el más frecuente, aunque también pueden usarse óxidos de hierro o de zinc. En este caso, se trata de polvo triturado hasta la miniatura y envuelto en una emulsión cremosa donde se distribuye uniformemente.

Este tipo de filtros protegen completamente, no dejando que la acción del sol llegue a la piel, por lo que son muy eficaces, pero no nos permiten ponernos morenas ni morenos. Además, son cremas que por su estructura pastosa tienen una aplicación poco cómoda. Se usan en los factores de protección más altos y para partes sensibles de la cara como la nariz o las orejas. 

Los filtros químicos, en cambio, se basan en compuestos orgánicos que reaccionan con los rayos solares atenuando la energía que llevan, para que lleguen a la piel con longitudes de onda menos agresivas. Suelen ser ciclos aromáticos (de la familia del benzeno) que presentan la ventaja de que nos permiten estar protegidos pero a la vez ponernos morenos. Además, no interfieren en la estructura de la crema, en la que están distribuidos también uniformemente.

Como contrapartida, no pueden estar en cantidades masivas, pues pueden presentar problemas de alergias sobre la piel, por lo que su acción se ve limitada. Además, al ser compuestos orgánicos, son más sensibles al paso del tiempo, sobre todo en condiciones de luminosidad. Se usan en cremas de factores de protección medios y de aplicación general por el cuerpo.

¿Caducan los protectores o no?

Explicado esto, ya tenemos los rudimentos para entender cómo una crema podría degenerar de un año para el otro. Para empezar, podría suceder que la emulsión se cortara, como les sucede a las mayonesas. Por ejemplo que al ponernos el protector tenga consistencia acuosa en lugar de cremosa, con lo que habría perdido sus propiedades humectantes. Si además presenta malos olores, no debemos dudar en que el protector ha caducado y lo tiraremos para comprar uno nuevo. 

Pero lo más común es que la crema mantenga su estructura emulsionada de siempre y no tenga mal color ni olor. ¿Significa eso que es válida? Aquí empieza el debate. Por lo pronto, si contaba con filtros físicos es más posible que se mantenga válida de un año para el otro, pues los óxidos metálicos son muy estables. Si además contaba con una baja proporción acuosa, también reducimos el riesgo de contaminaciones bacterianas o fúngicas.

Por el contrario, si se trata de un protector en base a filtros químicos, su validez anual puede variar en función de diversos factores, sobre todo el trato que le hemos dispensado en el periodo estival, pero también en los meses en que no lo usamos. Por ejemplo, es importante que el bote de crema esté siempre escondido del sol y a resguardo de temperaturas extremas. Se cita la guantera del coche como el lugar donde más puede sufrir un bote de protector, pero no estará mejor tirado en la arena a pleno sol. Es mejor dentro del capazo o tapado con una prenda. 

Por otro lado, a las cremas no les va bien la humedad, ya que puede hacerlas proclives a contaminaciones bacterianas y de hongos, sobre todo si presentan una proporción acuosa significativa y si no están bien tapadas. Así que aplicar correctamente el tapón y limpiar la obertura después de usarlas en verano es fundamental para su conservación. Y en los meses en que no usemos estas cremas, deberán guardarse en un lugar oscuro y fresco pero estable -lo ideal serían 22ºC, ya que las bajas temperaturas extremas tampoco les favorecen.

Si seguimos estas normas, según las pruebas realizadas por la OCU, las cremas aguantarán perfectamente de un año para el otro, diga lo que diga el fabricante. Y no pierden ni su textura ni su eficacia filtradora. Este último es el principal argumento de los fabricantes para aconsejar cambiar cada verano de crema protectora solar, especialmente en el caso de que use filtros químicos. Así que la respuesta a si caducan o no los protectores solares de un año a otro debería ser: depende de a quién escuchemos. 

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Cómo disfrutar del aire acondicionado sin disparar la factura eléctrica

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Los calores del verano ya se hacen notar, incluso a pesar de que éste técnicamente no ha llegado. En muchos puntos de la geografía estatal, las altas temperaturas ya obligan a tirar de aparatos climatizadores para mantener las casas y apartamentos mínimamente habitables. Pero esto tiene implicaciones energéticas que no todas las economías se pueden permitir. Según como se use, el aire acondicionado dispara la factura eléctrica.

Se calcula que en el mes de julio el consumo se incrementa en 7 Kwh respecto a otros meses debido a la climatización, lo que se traduce en un gasto adicional de 30 euros más al mes, que se pueden mantener o aumentar en agosto y septiembre, según la zona de la península y el tipo de verano que tengamos. Por lo tanto, en olas de calor, el gasto se puede disparar, incluso en equipos antiguos a niveles de 0,5 euros a la hora, lo cual quiere decir un máximo de doce euros al día. Si la ola dura dos semanas, el gasto adicional sería de 180 euros.

Es un cálculo extremo, ya que ni las olas duran dos semanas -normalmente- ni seguramente hay necesidad de tener el aire conectado todo el día, pero da idea de hasta qué punto el uso de este aparato nos puede nos puede amargar la factura. Y si encima se produce un subidón de tarifa por malas condiciones para la generación de renovables, estamos listos. Así que lo mejor es tomar nota de las siguientes nueve medidas, que nos permitirán disfrutar de nuestro aire sin temblar al pensar en el recibo de octubre.

1. Si vas a elegir aparato, apuesta por el sistema Inverter

A pesar de que hoy en día la mayor parte de los aparatos nuevos ya son Inverter, aún se pueden encontrar en internet ofertas de restos de stock de aparatos de velocidad fija. No son aconsejables, pese a que para no pocos usuarios se antojan más placenteros porque desde el primer momento se nota el aire frío y son además menos delicados y más sencillos de programar.

Lo cierto es que el sistema Inverter puede ahorrar casi hasta el doble que un sistema normal, con unos rendimientos de hasta un 140%, superiores a la potencia nominal. El sistema Inverter puede ofrecer frío de manera gradual y aprovecha las inercias térmicas. En esencia, el sistema Inverter es la combinación de un compresor alterno con un software que calcula el tiempo óptimo para llegar a la temperatura deseada y ofrece así frío de una manera escalada, de modo que se produzca un máximo ahorro.

Un compresor Inverter se detiene antes de alcanzar el mínimo buscado, dejando que la inercia térmica lo alcance, y se activa solo cuando prevé que se recuperará el umbral de calor, para evitar que se llegue a este y por tanto haya que vencer la inercia térmica inversa, que marca la temperatura exterior. De este modo logra un ahorro notable en comparación con los aires antiguos, que daban frío a piñón fijo.

2. Elige un equipo bien dimensionado para tus necesidades

Otro aspecto importante si estamos planteándonos poner un climatizador o renovar el equipo que tenemos, es dimensionarlo adecuadamente a la superficie de nuestra casa o apartamento. Hay sencillas tablas que nos indican la potencia térmica que tiene que tener un aparato en relación a la superficie que hay que enfriar, para una altura media, pero lo más sensato para un no experto como nosotros es consultar al técnico o el vendedor, que nos asesorará.

A este respecto, es importante entender que lo que nos podamos ahorrar en potencia térmica del aparato, y por tanto en dinero, lo gastaremos en consumo, y por lo tanto en la factura. Es mejor ser generosos en este aspecto. También intervendrá en la elección la orientación de la casa, el tipo de aislamiento que tengamos, si hay mucha superficie de cristal, etc.

Finalmente si tenemos varias habitaciones que queremos enfriar, no es mala idea apostar por un 2x1, es decir un compresor con dos bombas de calor, de modo que una se coloque en el dormitorio y otra en el salón. De este modo no es necesario que una sola bomba tenga que cubrir la superficie de toda la casa. 

3. Evita el efecto invernadero en casa

No cometamos el error de tener el aire puesto y todas las ventanas sin cortinas corridas o persianas echadas. Aunque no nos dé el sol directo, el fuerte rebote de los rayos en verano provoca subidas de temperatura. Por lo tanto, la potente luz entrará por los cristales y nos calentará la casa como si fuera un invernadero, obligando a trabajar al aire a tope. Si queremos aire y ahorro a un tiempo, lo mejor es bajar las persianas, extender los toldos o correr las cortinas, ya que a menos luz, menos temperatura.

4. Vive entre 24 y 26 grados

El 85% de los españoles ponemos el aire en verano entre 21 y 22 grados y en invierno a 24 grados, sin que se sepa muy bien la razón por la cual preferimos pasar un frío en la etapa estival que no soportamos en la invernal. De hecho, el colmo del absurdo es la gente que está en casa con el climatizador encendido y con jersey o chaqueta. 

Lo adecuado, en consonancia con la temperatura basal del cuerpo y la sensación de calor, es poner el aire acondicionado entre 24 y 26 grados e ir ligeros de ropa. Estaremos cómodos, evitaremos dolor de cabeza, contracturas musculares y entumecimientos, además de excesiva sequedad de las mucosas. ¡Y por ende ahorraremos un montón! 

5. ¿Te molesta el calor o la humedad? Aplica el modo 'dry'

En climas húmedos pero no excesivamente calurosos, como pueda ser el noroeste peninsular, es más apremiante reducir la humedad ambientar que el calor, por lo que podemos jugar con temperaturas más altas y el modo 'dry', que hará que el climatizador actúe como condensador de agua, reduciendo la sensación de bochorno. En el mediterráneo, del mismo modo, la reducción de humedad también permitirá que el aire no se tenga que poner excesivamente bajo, pues el aire seco reduce la sensación térmica de calor.

6. Por supuesto, puertas y ventanas cerradas

Es algo de cajón, pero siempre nos queda medio abierta la puerta del baño, la cocina o la habitación cuando hemos entrado y salido solo para ir a buscar las pinzas, un tenedor o el reloj. Y esas aperturas aparentemente pequeñas, son un coladero de frigorías que obligan al aire a aumentar su potencia. Y, claro, al final todo suma y se acaba notando en la factura. Por descontado, si nos dejamos ventanas abiertas, ya es de juzgado de guardia. 

7. No lo uses para dormir

No se recomienda el aire acondicionado para dormir por la sencilla razón de que reseca demasiado el ambiente y si además incide sobre nuestro cuerpo el chorro de aire frío, puede porvocar contracturas y entumecimiento muscular. Además, una vez nos hemos dormido, nuestro metabolismo basal desciende y se adapta bien a temperaturas cercanas a los 26 grados, por lo que podemos dormir bien a este nivel, con lo que no hace falta que tengamos el aire toda la noche. Lo ideal es refrescar la habitación una hora o dos antes o bien programar el climatizador para que dé aire solo durante una hora y después, cuando estemos dormidos, se apague. Ahorro seguro.

8. Usa ventiladores de apoyo

Si la casa es grande y no logras que el aire llege a determinadas zonas donde en un momento dado del día pega más el sol, puedes ayudarte de un ventilador que mezcle el aire caliente con el frío y así consiga bajar la temperatura sin que sea necesario bajar el termostato y, por tanto, aumentar el consumo.

9. Limpia bien los filtros

Los filtros, que están en la parte superior de las bombas y se pueden sacar fácilmente y quitarles el polvo con un trapo húmedo y un poco agua y vinagre blanco, por si tienen grasa. ¿Lo sabías? Si lo sabías y lo pones en práctica bien por ti. En caso contrario, debes saber que se calcula que un filtro sucio puede provocar una subida en la factura de hasta un 20% por la pérdida de eficacia del climatizador.

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Consumos fantasma: cómo detectarlos para contener la factura eléctrica

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La factura eléctrica subió en mayo un 18,2 % respecto al año anterior, según FACUA. La asociación de consumidores explica en un comunicado que "con las tarifas PVPC del 1 al 31 de este mes, el usuario medio (366 kWh de consumo y 4,4 kW de potencia contratada) pagará 71,58 euros, frente a los 60,53 euros de mayo de 2016".

De hecho, tal como FACUA prosigue explicando, "en 2016, el recibo bajó en enero, febrero, marzo y abril para comenzar a subir mes a mes desde mayo hasta finalizar el año. En 2017, a la nueva subida de enero le siguieron sendas bajadas en febrero y marzo. En abril, el precio fue idéntico al del mes anterior". Por lo tanto, se espera que en 2017 se repita el comportamiento de 2016 y a partir de ahora el recibo suba ante la demanda de potencia para los aparatos de aire acondicionado.

¿Se puede controlar de algún modo el subidón en la tarifa? Sí, al menos si corregimos algunos pequeños descuidos, pero habituales y constantes, que producen un efecto acumulativo de desperdicio de kilovatios hora de hasta un 25% del recibo mensual. Se les conoce como consumos fantasma y son reales, detectables y neutralizables. Si lo hacemos, nuestra economía nos lo agradecerá.

A continuación se exponen los siete consumos fantasma más comunes.

1. El brazo del grifo en el centro

Suele ser normal en los grifos de brazo modulable a izquierda y derecha, para el agua caliente y la fría, que después de usar el agua caliente (brazo a la izquierda) , dejemos el grifo en el centro o no totalmente a la derecha (agua fría). Con ello conseguimos una temperatura tibia e innecesaria, sobre todo en verano, que no nos permite percibir que estamos gastando agua caliente tontamente. Después de usar agua caliente, procuremos siempre dejar el brazo en el lado de la fría.

2. El ordenador en modo reposo

Un clásico que provoca que en muchas oficinas se pongan carteles ordenando que al terminar la jornada se apaguen todos los ordenadores hasta el día siguiente, ya que el modo reposo en que quedan cuando no se usan, tienen un consumo nada desdeñable. Si en el trabajo los apagamos, ¿por qué no hacemos lo mismo en casa? Hagamos una prueba con nuestro portátil, si lo tenemos: cargémoslo, desconectemos de la alimentación y dejémoslo en modo reposo toda una noche. Para ello deberá quedar abierto, no plegado. Por la mañana, la cantidad de batería gastada nos hará tomar conciencia. 

3. Ventanas mal selladas

Puede que las puertas y ventanas de nuestra casa no sean demasiado nuevas y por tanto la madera esté reseca y agrietada o bien si son de aluminio, las gomas estén desgastadas y hayan perdido flexibilidad. Sustituir gomas, barnizar maderas y colocar tiras de espuma aislante puede ahorrarnos bastantes frigorías o calorías perdidas, en función de la época del año. 

4. Las juntas de la nevera resecas

Al igual que en las ventanas, las juntas de la nevera, si esta es demasiado vieja -bastan 20 años- pueden ser un coladero de kilovatios hora. La razón es que unas juntas resecas aíslan muy mal y pierden frigorías a chorro, con lo que la nevera está en continuo estrés para reponerlas.

Es importante revisar las juntas y si las vemos poco flexibles, pedir que nos las cambien o mejor: buscar según el modelo alguien que nos las venda por internet y cambiarlas nosotros mismos. También podremos detectar el mal funcionamiento de las gomas porque el frigorífico tendrá gotas de agua en su interior y en el congelador se formarán capas de hielo.

5. Los 'stand by' encendidos

Los electrodomésticos que se quedan en 'stand by', con la lucecita verde para que podamos encenderlos siempre que queramos con el mando a distancia, son los reyes del consumo fantasma y pueden llegar a suponer hasta el 11% del gasto mensual, es decir que de la factura que detalla FACUA, 8 euros aproximadamente serían debido al 'stand by'.

En algunos casos es inevitable tenerlo activado, pero en otros es innecesario. Tal es el caso de cadenas de música, televisores y otros aparatos de ocio que podemos apagar totalmente cuando nos acostemos o salgamos de fin de semana. La OCU ofrece unas tablas para calcular el gasto de cada electrodoméstico en 'stand by'.

6. Los filtros del aire acondicionado sucios

Si los filtros del aire no se han limpiado jamás, puede que acumulen unas capas de polvo considerables que obliguen a que el aire trabaje más de lo deseado para ser eficaz en su tarea de climatizar la casa. Por lo tanto, es preceptivo cada año extraerlos y limpiarlos con agua y vinagre blanco.

7. Los radiadores no purgados

Un clásico del invierno consumo fantasma del invierno es el radiador que no se purga de aire y, por tanto, pierde eficacia de una manera creciente, pues el agua caliente no puede cubrir toda la superficie. Como consecuencia, la caldera tiene que trabajar extra, proporcionalmente a la superficie que ocupa el aire para ofrecer el calor que le pide el termostato.

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Después del sol: ¿me aplico 'after sun' o una simple crema hidratante?

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María, socia de eldiario.es, nos escribe el siguiente correo: "suelo comprar crema after sun en verano para ponérmela al volver de la playa, pero a veces no tengo y me aplico una crema hidratante normal. Quisiera saber si hago mal, porque la verdad es que la hidratante también me funciona, aunque la note un poco más pastosa. ¿Puede que las after sun sean una excusa para vender más?".

Para responder a María debemos atender tanto a la composición más frecuente de las cremas after sun como a las diferencias que presentan respecto a las cremas hidratantes estándar.

¿De qué se compone una crema after sun?

Una crema after sun es una emulsión fluida de agua y aceite que contiene diferentes componentes orgánicos. La base es la misma que la de toda crema cosmética, ya sea hidratante, protectora solar, etc., y lo que busca es mantener unidos en una pasta semisólida una serie de fases que normalmente no se pueden mezclar.

En este sentido tiene componentes humectantes, que facilitan la retención del agua en la crema, así como otros que permiten que se extienda con facilidad por la piel -entre ellos derivados del aceite de palma- y también que se mantenga pegada a esta e incluso penetre en la epidermis, que es una capa de células muertas.

Además, según se anuncia en la mayoría de los etiquetados, contienen múltiples compuestos de origen vegetal, generalmente aceites aromáticos como el geraniol (de los geranios), el bisabobol (de la manzanilla), el mentol (de la menta), el citronellol (de la critronella), el extracto de aloe vera y otros, cuyo objetivo dice ser actuar como antiinflamatorios y refrescantes de la piel. 

El efecto refrescante se produce porque estos componentes son muy volátiles y en contacto con la piel caliente se evaporan, absorbiendo así energía de la superficie dérmica y por tanto enfriándola. Es el mismo principio físico que rige en una nevera. En este sentido, las cremas after sun también contienen una cierta proporción de alcohol etílico, que es el que mayor efecto refrescante tiene, aunque no es tan fragante como los otros componentes y puede resecar la piel. 

Ahora bien, su acción antiinflamatoria no está demostrada científicamente, y aunque hay algún estudio que avala que dicho efecto podría existir, sus resultados solo serían concluyentes para el caso del extracto de Aloe vera, que no se encuentra en todas las cremas. Otro grupo de componentes que definen a una crema after sun son los antioxidantes -polifenoles, resveratrol-, que supuestamente protegen la piel de la oxidación que han provocado los rayos solares.

De nuevo no se entiende cómo pueden proteger de la oxidación 'a toro pasado', cuando los rayos UVA ya han incidido y han generado las reacciones de enrojecimiento y síntesis de la melanina. Su función en este caso, con independencia de que puedan o no ser absorbidos por la epidermis, es cuestionable. Y en similar situación se encuentran otros componentes que a veces se anuncian en las cremas after sun como la vitamina E o la vitamina C.

¿En qué se diferencia de una crema hidratante?

La diferencia principal entre una crema after sun y una hidratante está en la presencia de los compuestos refrescantes y supuestamente antiinflamatorios, así como en los antioxidantes y las vitaminas, aunque los dos últimos también suelen presentarse en algunas cremas hidratantes. Pero además hay ciertas diferencias en las proporciones de grasa y agua de ambas cremas.

La crema after sun tiene una mayor proporción de agua en la emulsión para conseguir mostrarse más ligera y dar menos sensación de pesadez en la piel. También porque de este modo permitirá a la piel sudar con mayor facilidad cuando está caliente, evitando que el sudor condense sobre la dermis dando una sensación desagradable de churretes de crema.

La crema hidratante contiene más aceite que agua, porque su fin es evitar la deshidratación y dar flexibilidad a una piel que no tiene por que estar necesariamente caliente, para lo cual debe tener un efecto prolongado. Por eso a nuestra lectora le resulta "pastosa" la crema hidratante cuando se la aplica después de una sesión de sol. 

Tras el sol: ¿after sun o hidratante?

Tras lo explicado, se puede concluir que una crema hidratante no excesivamente grasa puede funcionar después de una sesión de sol y cumplir perfectamente su función. Ahora bien, no nos ofrecerá la sensación refrescante ni antiinflamatoria -si es que existe- de las cremas after sun y además si seguimos sudando, nos puede dejar gotas lechosas sobre la piel.

Sin embargo, una crema after sun por si sola puede que no sea suficiente para mantener la piel hidratada, ya que se trata de emulsiones ligeras que pierden efecto con rapidez, por lo que lo ideal sería aplicarnos al final del día crema hidratante para restablecer el tono de la piel y prevenir la excesiva sequedad.

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Siete cláusulas de tu seguro de moto que debes vigilar para que no te den gato por liebre

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Es posible que acabes de contratar un seguro para tu moto a un precio realmente económico, aparentemente imbatible si sopesamos el precio y las prestaciones que nos ofrece. Ahora bien: ¿estás seguro de que es realmente tan bueno como parece? Si has contratado el seguro en alguna de las aseguradoras 'low cost' que ahora se mueven por la red, puede que te lleves una sorpresa si no has leído la letra pequeña.

La razón es que estas compañías suelen incluir cláusulas de excepciones a las coberturas que dan. Las mismas son una de las razones que puedan abaratar tanto los seguros que ofrecen. Así, aunque el seguro nos parezca muy económico, si tenemos que hacer uso de él podemos encontrarnos en una situación en la que las pretendidas coberturas resultan ser mucho más reducidas de lo esperado.

Fernando Summers, CEO de Rastreator.com, pone el foco en la comparación de coberturas, incluso, por encima del precio. Según el responsable de comparador online “no hay dos pólizas de seguros iguales. El precio es el factor que más suele condicionar la contratación de un seguro de moto, pero a la hora de la verdad hay que tener claro qué coberturas se están contratando”.

A continuación, te exponemos las siete cláusulas de tu seguro de moto que debes vigilar para que no te den gato por liebre. Ojo a la letra pequeña, lee bien los contratos, consulta con un experto si es necesario y, sobre todo, compara entre las distintas compañías se seguro.

Las siete cláusulas más comunes

    1. Asistencia en carretera: cada vez son más los seguros que no contemplan la asistencia en carretera entre sus servicios y cobertura, para poder así rebajar el precio del contrato. Se basan en que muchas motos tienen un uso meramente urbano, con lo que normalmente es fácil encontrar un taller cercano y que este incluso nos realice el transporte de la motocicleta. Si vamos a usar el ciclomotor en carretera, deberemos de reclamar la asistencia, a no ser que seamos previamente socios de algún club que dé asistencia.
    2. Moto de sustitución: dentro de la asistencia en carretera, en ocasiones el servicio que se ofrece es muy limitado y contempla apenas el transporte del ciclomotor a un taller cercano, pero no una motocicleta de sustitución para que el conductor pueda regresar o llegar a su destino. Si la moto es fundamental para nuestro quehacer diario, ya sea por temas profesionales o personales, deberemos vigilar que no nos cuelen esta cláusula.
    3. Límites en la asistencia sanitaria: muchos seguros que dicen entrar en la categoría de 'todo riesgo' ofrecen asistencia sanitaria tras un accidente pero con determinados límites, en ocasiones muy cortos, que apenas alcanzan a los 1.500 euros. Estas asistencias con frecuencia no cubren la mayor parte de las necesidades que podemos tener. Por lo tanto un seguro con este tipo de límites puede no ser una buena idea.
    4. Asistencia al acompañante: en otras ocasiones, aunque nos ofrezca una buena cobertura a nosotros, es posible que no contemple la cobertura a nuestro acompañante en caso de accidente, y este quede excluido de la asistencia sanitaria. Si solemos llevar un acompañante, debemos buscar un seguro que nos cubra los posibles daños para este o esta.
    5. Límites en la cobertura de robo: hay seguros a todo riesgo, o a terceros con incendio y robo, que cubren el posible robo de la motocicleta pero con franquicias por un porcentaje del valor del vehículo siniestrado. Si aseguramos una moto ya algo antigua y usada, o de un valor en el mercado medio o bajo, este tipo de cláusula nos puede venir bien porque nos abarata el seguro, aunque deberemos también tener cuidado porque suelen establecer mínimos a pagar por parte del conductor. Ahora bien, en caso de ciclomotores nuevos o de marcas de primer nivel, se deben evitar porque la franquicia puede resultar excesivamente alta.
    6. Franquicias en la cobertura contra incendios: la situación es la misma que en los casos de robo: una franquicia de, pongamos, el 10% del valor del vehículo incendiado con un mínimo a cubrir por parte del conductor. Al igual que en el anterior apartado, debemos comparar seguros y reflexionar sobre si nos interesa.
    7. Franquicias y excepciones en la reparación de daños: también en la reparación se establecen porcentajes sobre el valor de la misma que el conductor debe abonar y también con un monto mínimo. Adicionalmente, muchos seguros establecen que si la moto siniestrada no iba conducida por el conductor asegurado, no tienen obligación de hacerse cargo de la reparación de los daños a no ser que dicho conductor hubiera contratado un seguro extra. Si vamos a compartir la moto con otra persona, esta cláusula debe hacernos rechazar el seguro.

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Técnicas de lectura rápida, ¿funcionan o son una estafa?

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Se dice que el tiempo es oro. Mucha gente afirma que haría muchas cosas que no hace si tuviera tiempo. Por ejemplo, leer más. Con el fin de aprovechar esas ideas y esos deseos de tantas personas, hacia finales de la década de 1950 surgieron las llamadas técnicas de lectura rápida. En los últimos tiempos, los cursos online y las aplicaciones para teléfonos móviles y tabletas que prometen ayudar a lograrlo han creado una especie de auge. Pero ¿cuánto hay de cierto en estos cursos? ¿Funcionan, o están más cerca de ser un timo que de otra cosa?

Hay, esto es indudable, gente que lee muy rápido. Muy rápido de verdad. La británica Anne Jones ostenta la marca de haber ganado seis veces el Campeonato Mundial de Lectura Rápida. En 2015 hizo una lectura en público del libro Ve y pon un centinela, la segunda novela de la autora de Matar un ruiseñor, Harper Lee. Para acabar el libro, que tiene cerca de 300 páginas, tardó 25 minutos y medio.

Otra de sus hazañas fue haber leído, en 2007, el séptimo tomo de la saga de Harry Potter en apenas 47 minutos, a la desconcertante velocidad de 4.251 palabras por minuto. La velocidad de lectura normal, en promedio, es de unas 250 palabras por minuto. Esto quiere decir que Anne Jones es capaz de multiplicar por 17 el ritmo normal, incluso el de un buen lector. Con estas cifras, el viejo de chiste de Woody Allen -"Hice un curso de lectura rápida y leí Guerra y paz en veinte minutos. Creo que habla de Rusia"- se convierte casi en una frase costumbrista.

Y el de Jones no es el único caso, desde luego. El español Ramón Campayo ganó ocho veces el campeonato mundial de memoria rápida y posee varios récords en esa materia, como haber memorizado un número binario de 40 dígitos en un segundo o haber recordado la posición de casi 500 palabras de un listado de 23.200 que no había visto (se las habían dictado durante 72 horas). Más allá de estas habilidades rayanas en lo inverosímil, Campayo lee a más de 2.500 palabras por minuto, y ha escrito manuales para aprender idiomas en siete días, además de un Curso definitivo de lectura rápida (EDAF, 2009).

Suprimir errores para leer de forma más veloz

Las técnicas de lectura rápida o ágil se basan en dejar de lado supuestos errores que los lectores cometen y que les llevan a gastar un tiempo excesivo frente a las páginas. Felipe Bernal Montes, responsable de la web LecturaAgil.com, enumera 21 errores, que se dividen entre los del lector básico y los del avanzado.

El primer grupo está compuesto por:

  • Silabear o fragmentar las palabras.
  • Saltarse renglones.
  • Mover la cabeza para acompañar la lectura.
  • Vocalizar los sonidos que se leen, ya sea en voz alta o mentalmente.

Estas cuestiones, según Bernal, impiden alcanzar el promedio normal de 250 palabras por minuto.

Entre los errores del lector avanzado, por su parte, se encuentran:

  • Un exceso de fijaciones oculares: detener la vista en cada palabra que se lee y no en los bloques de texto.
  • Retroceder y releer por falta de concentración.
  • Insuficiencia de vocabulario.
  • No saber para qué se lee; para Bernal, saber qué se quiere aprender es clave para leer más rápido un texto.
  • No hacer un calentamiento previo -como un deportista- antes de una larga sesión de lectura o estudio.

En teoría, erradicar estos errores del lector avanzado es lo que permite dejar atrás la media de 250 palabras por minuto y llegar hasta las mil o ir incluso más allá. Y esto se logra, por ejemplo, al reducir el número de fijaciones oculares: el objetivo es que una misma fijación permita capturar no una palabra, sino un conjunto de palabras, incluso párrafos enteros.

Por otro lado, Bernal asegura que "la lectura lenta no mantiene el cerebro lo suficientemente ocupado, por lo que empieza a pensar en cualquier cosa, menos en lo que estamos leyendo". Esa desconcentración, a su vez, crea una especie de círculo vicioso, ya que ralentiza aún más la lectura. 

Concentración y vocabulario, claves en la lectura

Las técnicas de lectura rápida "siempre han funcionado normalmente bien", explica Manuel Martín-Loeches, director de la sección departamental de Psicobiología y miembro del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humano, compuesto por expertos de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Salud Carlos III. "No son una panacea, pero pueden ser recomendables. Son técnicas que mejoran el rendimiento, además de que ayudan a concentrarse en la lectura y no divagar, lo que ayuda a ser más eficiente”.

Martín-Loeches destaca un punto en el que, en general, los métodos de lectura rápida apenas insisten: el vocabulario. "Conocer el significado de las palabras es fundamental para la lectura -apunta-, y se tarda menos tiempo en acceder al sentido si la palabra es conocida y se usa con cierta frecuencia. Las desconocidas ralentizan la lectura en todos los casos". Por eso, algunas técnicas aconsejan parar y buscar en el diccionario cada vez que no se sepa el significado de algún término. Aunque esto retrasa la lectura en una primera instancia, el efecto a largo plazo será, dicen sus cultores, el opuesto.

¿A la lectura rápida puede acceder cualquiera o hace falta cumplir con ciertos requisitos? Está abierto a todo el mundo, explica Martín-Loeches, "salvo algunos casos con trastornos relacionados con el lenguaje, como por ejemplo la dislexia". De todos modos, añade el especialista, "incluso en estos casos la práctica conllevaría resultados positivos". Además, como se trata de una "destreza adquirida", la práctica es fundamental: sin práctica se perdería la eficacia.

Los límites de la lectura rápida

Las empresas que dictan cursos de lectura rápida enumeran ventajas que van mucho más allá de aprovechar mejor el tiempo: hablan de obtener ascensos laborales o comenzar un exitoso negocio propio, mejorar la relación de pareja o asumir hábitos de alimentación saludables. ¿De qué modo? Lo que sostienen es que, al leer más rápido, la persona podrá adquirir muchos más conocimientos a través de libros para mejorar en todos esos ámbitos. De hecho, como ya se ha señalado, Ramón Campayo ha publicado libros acerca de cómo aprender idiomas como inglés o alemán en apenas una semana. 

Sin embargo, un equipo de investigadores de Estados Unidos ha realizado diversas pruebas para comprobar la eficacia de los métodos de lectura rápida y sus conclusiones son un llamado a la cautela. El trabajo, publicado el año pasado en la revista especializada Psychological Science in the Public Interest, afirma que no hay "fórmulas mágicas" para aumentar la velocidad de la lectura, y que el aumento de esa velocidad tiene consecuencias en lo que el lector entenderá y recordará de lo leído.

"Es improbable -afirma el documento- que las personas sean capaces de duplicar o triplicar su velocidad de lectura -es decir, llevarla de 250 a 500 o 700 palabras por minuto- y que, al mismo tiempo, sigan siendo capaces de entender el texto tal como lo hacen al leer a velocidad normal". Los investigadores apuntan que, en ciertos escenarios, es tolerable e incluso aconsejable una pérdida en la comprensión a cambio de la velocidad.

Esto ocurre, por ejemplo, cuando el contenido general del texto ya se conoce, pero se busca algún dato específico que está incluido en él. Pero esto no es lo normal. En la mayoría de los casos, hace falta una lectura a velocidad normal para entender el texto y adquirir información, e incluso a menudo hace falta releer fragmentos anteriores para asegurarse una comprensión adecuada. En todo caso, los científicos sugieren practicar la lectura y proponerse adquirir vocabulario nuevo, como un modo de ganar velocidad sin perder comprensión.

Por otra parte, uno de los objetivos de la lectura sigue siendo obtener placer, y cabe preguntarse si el placer de una novela de 300 páginas como Ve y pon un centinela, de Harper Lee, es el mismo si se disfruta al ritmo normal que si se lee en 25 minutos. Proponerse hacerlo de esta manera es, por supuesto, decisión de cada uno.

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¿Sabes qué barbacoa necesitas? 4 claves a tener en cuenta

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Una barbacoa es mucho más que un aparato para asar alimentos al aire libre en un atardecer de verano; es un ritual donde, gracias a nuestro esfuerzo y al aprovechamiento de la tecnología, damos de comer a nuestra familia, nuestros amigos, nuestros vecinos y todo aquel al que queramos invitar a probar lo que somos capaces de cocinar. La barbacoa también es un acontecimiento social cuyo éxito dependerá en buena parte de nuestra pericia, pero también de que el tipo de barbacoa que tengamos se adecue a las necesidades, de modo que no nos falle ni a nosotros ni a nuestros invitados.

A continuación, de la mano de El Corte Inglés, te comentamos las cuatro claves que debes tener en cuenta a la hora de elegir una barbacoa; deberás combinarlas y decidir cuáles son prioritarias para ti, para así poder definir la elección perfecta.

1. El espacio disponible

Con independencia de que tengas terraza o jardín, lo primero que definirá tu rango de elección es el espacio del que dispongas para poner la barbacoa. Antes de dejarte llevar por la megalomanía, debes ponderar que además de la barbacoa y tú deberán caber holgadamente el resto de familia o invitados, de modo que nadie esté apretado y todos estén a gusto. También debes tener en cuenta que una vez usada, tendrás que guardarla en algún sitio para protegerla del sol y la lluvia. Así que el tamaño sí importa.

Elige un modelo dimensionado para tu espacio disponible, así como para el sitio donde quieres colocarla para asar sin que el humo moleste a tus invitados. Hay barbacoas de todos los tamaños y dentro de estos, para todos los precios. Por ejemplo, esta de Big Green Egg para carbón y leña estilo kamado ocupa poco espacio pero muestra una calidad y un rendimiento excepcional gracias a su cuerpo cerámico.

Si en la misma línea quieres pagar menos, puedes optar por esta otra de carbón portátil de Lotusgrill. Es realmente cómoda y cabe en cualquier espacio sin rebajar su calidad. Además, aporta un aspecto estético agradable y es sumamente fácil de guardar tras su uso.

Si no tienes problemas de metros cuadrados y quieres curarte en salud, puedes optar por esta barbacoa de gas de seis quemadores de Weber, en especial si esperas organizar fiestas muy concurridas. Si buscas algo para reuniones más discretas también tienes esta barbacoa para carbón y leña Montana con una superficie de cocción de 138 por 65 centímetros.

Barbacoa de carbón Nuestro mejor precio de El Corte Inglés 39 euros.

2. El tipo de combustible

La clase de combustible que uses determinará muchas más cosas que el sabor de la carne, el pescado o las verduras que ases, ya que condicionará los tiempos de preparado, cocción o la emisión de humos. Por fortuna hoy en día tienes donde elegir.

Si eres un amante del ritual de las barbacoas, en las que hay que preparar el combustible, encenderlo y alimentar su combustión con un abanico y mucha paciencia mientras disfrutas del olor, deberás inclinarte por modelos tradicionales de carbón.

Si optas la comodidad de no tener que esperar a que el fuego esté candente mientras lo abanicas, puedes optar por la inmediatez que te ofrecen las barbacoas eléctricas. En cambio, si prefieres más potencia de cocción y rapidez en los resultados y no te importa depender de una bombona, seguramente el gas es tu combustible ideal.

3. El número de comensales

En materia de barbacoas hay dos cosas que nunca deben pasar porque nos arruinarían la experiencia: que nos quedemos cortos de género y que la comida llegue fría y tardía a nuestros invitados porque nuestra barbacoa no da abasto al ritmo de demanda. El primer supuesto se evita calculando bien la cantidad que comerá cada invitado, pero esquivar el segundo dependerá del tipo de barbacoa que elijamos.

Si vamos a hacer muchas fiestas y con mucha gente, no podemos manejarnos bien con una barbacoa de poca superficie de cocción, y mucho menos si usamos carbón. Deberemos optar por el gas y por una barbacoa de buenas dimensiones.

En el otro extremo, si necesitas una barbacoa para la familia o unos cuantos amigos íntimos puedes ir a los modelos de pequeño formato y buenos materiales.

El numero de comensales a los que suelas invitar determinará la superficie de tu BBQ perfecta.

4. Tu experiencia y tus ganas de cocinar

Este es, tal vez, el apartado más importante de todos, ya que de él dependerá que puedas sacar el máximo rendimiento a tu barbacoa o que se te quede pronto corta. Si estás en el rango de los grandes aficionados, pueden serte muy útiles esta barbacoa de carbón con mesa de trabajo de weber.

Si no estás iniciado en el mundo de las barbacoas pero quieres probar, o solo las vas a realizar muy de vez en cuando y para grupos reducidos, también tienes dónde elegir. Esta barbacoa de carbón con ruedas de Grid. Nuestra sugerencia es que navegues por la página de El Corte Inglés y estudies los diferentes modelos.

Vitrocerámica o inducción: ¿qué tipo de cocina me conviene?

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Hace una semana Encarna nos escribió el siguiente correo: "Buenas tardes; soy socia de eldiario.es desde hace tiempo y quisiera sugerir un tema para un artículo en vuestra sección: un análisis comparativo entre opciones de cocinas: vitrocerámica vs de inducción en particular. Estaría interesada en información al respecto de sus ventajas e inconvenientes desde el,punto de vista de consumo energético, calidad de elaboración de alimentos, posibles efectos “contaminantes”, etc.".

Veamos a continuación el perfil de cada uno de estos sistemas de cocción eléctrica, que cada vez más están sustituyendo a los tradicionales fogones de gas, salvo en la cocina profesional. Los analizaremos tanto desde el punto de vista funcional como de sus ventajas e inconvenientes, que por supuesto dependen mucho de los requerimientos y necesidades de cada persona. 

Vitrocerámica

Cómo funciona

La vitrocerámica es un sistema de cocina eléctrica basado en una placa lisa de cerámica vitrificada, que tiene tanto una gran resistencia al calor como una rápida capacidad de trasmitirlo. En consecuencia es una superficie de cristal con de dos a cuatro resistencias circulares debajo, a modo de fogones.

Estas resistencias se calientan con alimentación eléctrica y trasmiten el calor a la superficie, donde ira el cazo, olla o sartén que queramos calentar. Los fogones de vitrocerámica se encienden con un botón dactilar y permiten regular la potencia que le queremos aplicar al fogón.

Ventajas

  • Se puede usar todo tipo de recipientes: Es un sistema que acepta, al igual que el gas, todo tipo de superficies a calentar y no requiere de ollas o sartenes especiales, a veces algo más caras. También acepta cazos y recipientes de barro, ideales para determinados guisos y estofados donde el ritmo de transmisión del calor es muy importante.
  • Produce un calentamiento progresivo: Las resistencias no calientan inmediatamente los recipientes ni los alimentos, lo cual puede ser una ventaja en el caso de determinados productos que no conviene que se calienten demasiado rápido, por lo que pueden quemarse o perder parte de sus propiedades si no vamos con cuidado. Un ejemplo es el café en cafetera italiana, que precisa de un hervor progresivo que permita el contacto prolongado entre la molienda de café y el agua para que se infusione bien. 
  • Su superficie es fácil de limpiar: Al ser una superficie lisa, no requiere grandes complicaciones a la hora de limpiar las impurezas y restos que hayan podido saltar de los recipientes. A lo sumo precisa de algún producto específico para eliminar las incrustaciones, pero no es necesario aplicarlo cada vez aque se cocina, a no ser que se haya salpicado mucho. Los restos de aceite de fritura, por ejemplo, se eliminan fácilmente con papel de cocina.
  • Su eficacia no se ve afectada por las impurezas sobre la superficie: Si quedan pequeñas capas de impurezas, la vitrocerámica las puede tolerar bastante bien, pues el calor sigue fluyendo e incluso tiende a carbonizarlas facilitando así su eliminación.

Inconvenientes

  • Tiene un gasto eléctrico importante: Al ser una resistencia eléctrica, su gasto se notará en la factura mensual si cocinamos con frecuencia.
  • Tarda en calentar: Este hecho, que nos puede favorecer en determinados platos, puede ser molesto si tenemos cierta prisa o si, por ejemplo, queremos llevar una importante cantidad de agua a ebullición. La vitrocerámica se toma su tiempo y a veces la espera puede hacerse inconveniente cuando estamos cocinando platos complicados.
  • El enfriamiento de la superficie no es inmediato: Debemos controlar lo que cocinamos y no pensar que al apagar el fogón el recipiente no seguirá cociéndose, pues la vitrocerámica tarda bastante en enfriarse. Por otro lado, esto puede ser una ventaja, ya que podemos apagar el fogón antes del final y dejar que el calor remanente de la resistencia nos acabe de cocer el alimento.
  • Es peligrosa en presencia de niños: Por la razón antes citada es peligroso que un niño sin darse cuenta ponga la mano encima del fogón creyendo que está frío por el mero hecho de que está apagado. 

Inducción

Cómo funciona

Las cocinas por inducción funcionan con un potente imán que se estimula eléctricamente, creando un campo magnético que genera calor en la superficie de metal que se encuentre inmediatamente encima suyo. Al igual que la vitrocerámica, presentan una superficie de cristal cerámico liso y también pueden regular el calor que dan mediante un botón.

Ventajas

  • Calienta el doble de rápido que la vitrocerámica: El campo electromagnético actúa rápidamente sobre la superficie de metal del recipiente y trasmite el calor a gran velocidad. Es perfecta para llevar líquidos a ebullición y cocinar verdura, arroz, pasta o simplemente calentar una sopa. En este sentido es tan eficaz como el microondas.
  • Gasta la mitad que su rival: Cómo solo actúa sobre la superficie metálica del recipiente no tiene pérdidas adicionales de calor. Además, la estimulación del imán requiere menos energía que el calentamiento de una resistencia. Según la web Nergiza, especializada en medir el consumo de los electrodomésticos, la inducción gasta un 48% menos que la vitrocerámica.
  • Permite controlar la temperatura de cocción con gran precisión: El imán no tiene inercia calórica, por lo que actúa como el gas con la salvedad de que podemos controlar digitalmente la potencia que aplicamos, algo que en el gas hacemos a ojo de buen cubero. Recordemos que la vitrocerámica sí tiene inercia y por tanto cuando se apaga sigue caliente. El crítico culinario Mikel López Iturriaga la prefiere.
  • Es menos peligrosa para los niños: Al carecer de inercia, una vez apagada la cocina de inducción se enfría rápidamente, lo que la hace menos peligrosa para los niños.
  • Es fácil de limpiar: Es igual de fácil de limpiar que la vitrocerámica, una ventaja frente a los fogones de gas.

Inconvenientes

  • Hay que comprar recipientes específicos: El culo de las ollas y sartenes debe ser de un metal que interactúe con el imán, aunque esto cada vez es menos un inconveniente porque la oferta es muy amplia y no hay apenas diferencias de precio respecto a los recipientes clásicos.
  • No sirven ollas de barro y otros recipientes de cocina artesanal: Esto puede ser un problema si somos muy aficionados a cocinar guisos tradicionales. Algunos cocineros profesionales alegan que aunque con la inducción también se pueden cocinar estofados, el resultado no es el mismo que con barro.
  • Son bastante más caras: El precio se puede doblar respecto a una placa de vitrocerámica, por lo que conviene calcular si la usaremos tanto como para que a la larga nos compense por el ahorro en el consumo.
  • Hay que adaptar el modo de cocinar a su flujo de calor: Cuando cocinemos ciertos alimentos que requieran calentamiento progresivo, o evitar el hervor, deberemos estar vigilantes y aprender a manejar los niveles de potencia, porque con el calor de inducción los tiempos se acortan mucho. En el caso del café, conviene poner el fogón a media potencia si queremos sacarle el máximo rendimiento a la infusión. 

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Y tú, ¿tienes en casa gas, vitro o inducción?

¿Cómo puedo saber si un producto de limpieza es ecológico?

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Antonio, socio de eldiario.es, nos escribió recientemente el siguiente correo: "Me gustaría conocer tiendas físicas donde se vendan jabones y productos de limpieza ecológicos. El otro día descubrí una tienda "Jabón a granel" en Madrid, en la que venden productos de limpieza a granel que dicen que son ecológicos, pero no tienen las etiquetas de ecológicos ni te dan la composición del producto. [...] En resumen, ¿cómo podemos saber si un producto de limpieza es ecológico?".

Aclaremos primero por qué no consideramos ecológicos la mayoría de los productos de limpieza industriales y cómo debe estar hecho un detergente, ya sea para vajilla, ropa, suelos, etc., para entrar en la categoría de producto ecológico y merecer la etiqueta, tal como los considera la Unión Europea en su reglamento (CE) No 66/2010.

¿No son ecológicos los detergentes habituales?

En efecto, muchos de ellos no lo son por varios motivos. El primero es que en su elaboración no se ha tenido en cuenta el uso expreso de energías renovables ni la optimización del proceso para reducir la huella de carbono en la atmósfera. Pero además hay que tener en cuenta los ingredientes usados en su fabricación y que configuran su composición.

Intervienen agentes tensioactivos, que son los encargados de romper la tensión superficial de las grasas y así lograr que se mezclen y se dejen arrastrar por el agua. En los detergentes habituales los estas sustancias son derivados del petróleo, por lo que ya son intrínsecamente insostenibles además de degradarse muy lentamente o no hacerlo de forma natural, por lo que terminan acumulándose en el medio. Es decir, no son biodegradables. 

Otro elemento presente en los detergentes industriales son los fosfatos, que tienen una incidencia muy negativa sobre los medios acuáticos, ya que son un importante nutriente para las algas, que de este modo crecen desaforadamente y roban la luz a las plantas de ríos y lagos, provocando un fenómeno conocido como eutrofización que acaba con las comunidades acuáticas. 

Además está la presencia de agentes desincrustantes, que generalmente son ácidos corrosivos que actúan sobre la suciedad más resistente y sólida. Estos ácidos, generalmente en dosis importantes, acaban también en el medio acuático vía el agua de las depuradoras, acidificando los acuíferos y matando muchas formas de vida.

Los blanqueadores de ciertos detergentes también son ácidos o bases cáusticas muy agresivas. Para hacernos una idea, si en el etiquetado indica que debemos usar el producto con guantes y vigilar el contacto con los ojos y las mucosas, imaginemos cómo será su efecto en el medio.

También debemos contar con la presencia de desinfectantes sintéticos que por su estructura compleja no son degradados en las depuradoras y pasan al medio acuático, donde pueden crear formas resistentes de superbacterias. Tampoco debemos olvidar los aromatizantes, que se utilizan para dar buen olor al producto y también son sintéticos y apenas biodegradables. Finalmente, consideraremos el envase, que suele ser de plástico no degradable y que acabará en un vertedero.

¿Cómo es un producto de limpieza ecológico?

Para empezar, deben usar tensioactivos naturales, como los derivados del aceite de coco, saponaria, y otros productos obtenidos directamente de extractos vegetales, siempre con métodos respetuosos con el medio. No pueden utilizar enzimas. Estos compuestos, que catalizan reacciones químicas, pueden actuar con disruptores endocrinos en los medios acuáticos e incluso en los seres humanos. Es decir que pueden interferir con nuestras hormonas o las de los animales acuáticos.

Por otro lado, sus blanqueadores también deberán ser sustancias naturales, como el bicarbonato, el limón, etc. También usarán perfumes naturales, generalmente aceites esenciales de plantas aromáticas, que en ocasiones también son bactericidas. En general, los ingredientes que los compongan deben ser altamente biodegradables, así como los envases donde se encuentren.

Deben primar las sustancias de origen vegetal entre sus componentes y en el etiquetado debe incluirse información detallada de dichos ingredientes, así como de su procedencia. Finalmente, deben poder demostrar que han sido fabricados con un reducido coste energético, mediante energías limpias y que han sido diseñados para proteger el medio ambiente. 

Si cumplen con estos requisitos podrán incluir en su etiquetado la etiqueta ecológica europea, EcoLabel, creada por la Unión Europea en 1992 para garantizar la procedencia y el respeto al medio ambiente de determinados procesos de elaboración y sus productos.

Si no figura la etiqueta EcoLabel -una flor formada con las estrellas azules de los estados europeos-, el producto no podrá considerarse ecológico. Al menos, no tendrá garantías oficiales.

¿Puedo fabricarme detergentes ecológicos caseros?

La etiqueta EcoLabel no está exenta de polémica, pues algunos productos certificados, a pesar de su evidente mejora, siguen teniendo incidencia negativa sobre el medio ambiente y las organizaciones ecologistas recomiendan que se apueste por los productos ecológicos de elaboración casera, que se pueden elaborar con elementos domésticos sencillos.

Ecologistas en Acción ofrece algunas recetas para fabricar fácilmente detergentes caseros. Según esta organización, "son suficientes cinco productos para realizar todas las tareas de la limpieza general del hogar: vinagre, jabón natural, limón, alcohol etílico y glicerina". El vinagre "contiene ácido acético, lo que reduce y corta la grasa. Además, es un buen ambientador". 

Respecto al jabón natural, aseguran que "limpia cualquier superficie, actúa aumentando la eficacia del agua para lavar, se degrada fácilmente y no es tóxico". A continuación explican que se elabora con aceite usado, agua y sosa cáustica (hidróxido de sodio) y aducen que "es fácil que alguna persona mayor te explique como elaborarlo".

El limón actúa como un antioxidante que quita las manchas y tiene un olor refrescante, y el alcohol etílico es un buen limpiador "que seca superficies rápidamente, es desinfectante y quita manchas de grasa o pegamento de manera eficaz". Finalmente, según la publicación de Ecologistas en Acción, la glicerina es un líquido limpiador capaz de quitar manchas de orina o café.

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Siete motivos para empezar a consumir productos ecológicos

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El interés por la vida sana y el consumo responsable de alimentos ha experimentado un boom en los últimos años, hasta tal punto que los productos ecológicos, antaño relegados a compras muy ocasionales en herbolarios, cada vez ocupan más espacio en las estanterías de los supermercados. El cambio de paradigma es notable. No en vano, si antes era difícil adquirir ciertos productos 'bio', hoy en día cualquier familia puede tener cubierta su cesta de la compra únicamente con alimentos orgánicos, si ese es su deseo. Un buen ejemplo de ello es El Corte Inglés, empresa pionera en la promoción de este tipo de productos, que cuenta entre su oferta con más de 1.5000 referencias de alimentos y productos ecológicos, bio y orgánicos (lácteos, conservas, aceites, mermeladas, caldos...).

Pese a todas estas facilidades, todavía hay quien no termina de animarse a adquirir productos que contengan la etiqueta 'bio'. Si te encuentras en este grupo, te recomendamos que continúes leyendo; las siete razones que encontrarás a continuación a buen seguro que te harán cambiar de opinión.

1. Respetan sistemas y ciclos naturales

En efecto, las normativas europea y española sobre producción ecológica exigen que el proceso de cultivo, elaboración o crianza del futuro alimento haya seguido unas normas muy estrictas en lo que a procesos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente se refiere. Los alimentos ecológicos deben proceder de explotaciones donde:

  • Se respeta la biodiversidad y se huye del monocultivo en grandes extensiones y se fomenta el cultivo de varios productos a la vez.

  • Se trabaja con sistemas que garantizan que no se usa más agua de la debida en ninguna de las tareas, ni siquiera en el riego.

  • Se gestionan los residuos sobrantes de una manera sostenible a través del reciclado o su inversión en generar energía verde, pero nunca contaminando el subsuelo ni los acuíferos ni ríos ni mares.

  • Se emplean métodos de lucha contra malas hierbas e insectos que no implican el uso de sustancias químicas sintéticas.

  • Dichos métodos de lucha contra plagas y vegetación no tienen lugar de forma indiscriminada, sino medida a las necesidades de cada cultivo.

Estas y otras premisas deben cumplirse a rajatabla para poder conseguir la etiqueta de producto ecológico. De este modo, cuando vemos que este aceite de oliva virgen extra es ecológico, sabemos que nos garantiza las premisas anteriores. Y lo mismo sucede con este vino blanco verdejo con denominación de origen Rueda.

2. Emplean aditivos naturales

Foto: Pexels.

Dada su legislación, los alimentos ecológicos garantizan que están libres de todo tipo de aditivos, estabilizantes, espesantes o conservantes que hayan sido obtenidos de manera industrial sintética y solo pueden utilizar elementos naturales para mejorar la conservación del producto. De esta suerte, este tarrito de verduras para bebés nos garantiza la ausencia de aditivos que no sean naturales y que puedan provocar problemas a nuestro bebé.

3. Usan sistemas de control de plagas biodegradables

En efecto, la legislación para alimentos ecológicos obliga a usar métodos de lucha contra plagas de insectos y malas hierbas que no se basen en compuestos químicos, sino que se deben usar sistemas de control naturales, biodegradables y que garanticen tanto que el uso de estos sistemas no ha degradado el medio ambiente, como que no hay restos de ellos en el producto final que vamos a comer.

4. Son alimentos sabrosos...

Los productos ecológicos se obtienen respetando sus tiempos naturales de crecimiento y desarrollo. Todo esto potencia tanto su olor como, sobre todo, su sabor, uno de sus grandes atractivos. Los animales, además, permanecen un mínimo de 80 días al aire libre, con una alimentación controlada y natural. 

5. ... 100% naturales

Foto: Pexels.

Una de las premisas de los productos ecológicos es que no pueden estar basados en organismos genéticamente modificados, entre los cuales están las semillas de transgénicos. Se asegura, así, que su composición solo contempla material genético no alterado en laboratorios, algo que muchos consumidores valoran. Por ejemplo, así sucede en este zumo de tomate y granada.

6. Son seguros

Los productos ecológicos están obligados a superar más controles de calidad que los procedentes de la agricultura y la ganadería convencional. Tal y como establece la Comisión Europea, los 'bio' deben someterse, como mínimo, a un examen anual, lo que garantiza la seguridad en los procesos de producción.

7. Extra: cada vez hay más facilidades para comprarlos

La apuesta de El Corte Inglés por lo ecológico va más allá, y por ello ha creado 'la biosfera', un espacio diferenciado y con una cuidada puesta en escena que reúne a más de 1.500 referencias de estas categorías para brindar al cliente una zona confortable en la que pueda detenerse a apreciar y leer sus propiedades, cualidades y características. Estas áreas ya existen en Valencia, Marbella y Palma de Mallorca, y el próximo otoño se abrirán otras 19 más en diferentes ciudades de España.

Después de leer las claves que te hemos contado seguro que a partir de ahora te animas a comprar alimentos ecológicos (si es que no lo haces ya). Recuerda que, tanto los supermercados de El Corte Inglés como en Hipercor, podrás encontrar todas las referencias de productos 'bio' que te hemos contado.

Siete oportunidades que no puedes dejar escapar en estas rebajas

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Es época de rebajas de verano, pero para conseguir las mejores prendas de moda al precio más equilibrado, no tenemos necesariamente que soportar el calor, las aglomeraciones o el aire acondicionado, a veces excesivamente bajo. También podemos investigar dónde se encuentran las buenas oportunidades de la temporada navegando por la web de moda de mujer de El Corte Inglés.

En ella, gracias a tu perspicacia, es muy posible que encuentres muchas ofertas que merecen la pena por su relación entre la calidad de sus tejidos, y de la marca que respalda a la prenda. Ahora bien, si no eres una apasionada de las compras de moda y prefieres dejarte aconsejar, aquí tienes siete recomendaciones que merece la pena no dejar escapar. 

1. Mocasines de mujer Zendra Basic de ante azul

Mocasines de mujer Zendra Basic en ante azul.

Un zapato básico puede ser la compra perfecta en estas rebajas. Tienes infinitas opciones para combinarlo y te encajará con cualquier look. Si no los encuentras en la tuya, no descartes ir a la sección de mocasines y náuticos, donde también hay otras oportunidades disponibles que pueden sorprenderte.

2. Zapatos de salón de mujer Gloria Ortiz de piel en color oro

Zapatos de salón de mujer Gloria Ortiz de piel en color oro.

Los mocasines con tacón se han impuesto en las últimas temporadas. Estos de Gloria Ortiz (de 99,99 a 47,95 euros) pueden ser tu aliado perfecto en cualquier ocasión y alegrarte cualquier look. Los hay en casi todas las tallas, pero si quieres seguir investigando, en la sección de zapatos de salón de la web de El Corte Inglés encontrarás más oportunidades interesantes.

3. Jersey negro de mujer Amitié con bordado floral

Jersey negro de mujer Amitié con bordado floral.

Un jersey negro siempre es una buena compra, y si tiene detalles bordados más aún. Es ideal tanto en como verano como el entretiempo y tiene mil combinaciones. Su precio es de 34,95 y si buscas más opciones también encontrarás otros modelos que quizá te interesen, y que tienen un precio más que apetecible, en la sección de punto y jerseys.

4. Top de mujer Sfera calado con manga larga

Top de mujer Sfera calado con manga larga.

Si lo que buscas es un Top que puedas combinar con todo, este de Sfera (de 33,99 a 15,99 euros) puede ser una de tus opciones. Si entras en la sección de camisas, blusas y tops, hallarás otros modelos de tu gusto cuyo precio seguro que te parecerá seductor.

5. Blusa larga de mujer Esprit estampada

Blusa larga de mujer Esprit estampada.

Las blusas largas son las mejores aliadas. Esta de Esprit por 34,95 euros puedes llevarla abierta con vaqueros o como vestido corto en las noche de verano. En la sección camisas, blusas y tops encontrarás otros modelos similares y que también te pueden interesar.

6. Pantalón fluido de mujer Sfera con bajo vuelto

Pantalón fluido de mujer Sfera con bajo vuelto.

Un pantalón camel puede ser una prenda estrella en todos tus looks. Y si encima es cómodo, mejor. Este modelo de Sfera por 15,99 euros podrá ser el básico de todos tus outfits tanto de día como de noche. Para encontrar otro modelos también interesantes, no te pierdas la sección de pantalones.

7. Blusa de popelín de mujer Amitié en color azul

Blusa de popelín de mujer Amitié en color azul.

Las camisas se reinventa cada año. Con volantes, anudadas o con cortes asimétricos. Esta de Amitié por 27,95 euros le dará un giro a todos tus estilismos. Si no lo encuentras en tu talla, recuerda que en la sección sección camisas, blusas y tops puedes sorprenderte con muchas otras oportunidades a un precio imbatible.

Seis trucos para que nos quepa todo en la maleta de viaje

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Estás a punto de salir hacia el aeropuerto y te tiras de los pelos porque no te cabe todo en la maldita maleta. Va a ser un vuelo largo, unas vacaciones que quieres disfrutar al 1000% y en las que te apetece tener a mano tu ropa y tus enseres favoritos, desde los libros a la tableta, pasando por tu agua de colonia y ese bañador o bikini que tan bien te queda...

¿Cómo conseguir que todo este montón de cosas quepa en ese agujero que ahora te parece preocupantemente pequeño? Hay varios sistemas, y si los pones en práctica te sorprenderá la de cosas que pueden entrar en una maleta, incluso de mano, de modo que te puedas ahorrar el precio de la facturación en bodega, especialmente caro si viajas en 'low cost'.

A continuación te explicamos siente trucos para colocar las cosas de modo que te puedas llevar todo lo que amas a tus vacaciones.

1. Aplica el método puzzle para las cosas más sólidas y pesadas

El fondo de la maleta lo reservaremos para los enseres más duros y pesados, como el neceser, las cajas de medicinas, los frascos -recuerda las medidas permitidas-, la maquinilla de afeitar o depilar o los zapatos, etc. Pensaremos en 'modo puzzle' e iremos colocando las cosas de modo que coincidan al máximo geométricamente.

Así haremos una primera capa de fondo de sólidos que intentaremos que sea lo más plana y uniforme posible. Sobre ella podemos colocar ordenadores y tabletas y otros dispositivos electrónicos planos que, de esto modo, quedarán protegidos de golpes, ya que por encima de ellos situaremos la ropa, como veremos a continuación.

2. Rellena todos los huecos

No olvides embutir los calcetines dentro de los zapatos que guardas, calzar en el neceser los cargadores del móvil, etc. No te cortes a la hora de aprovechar todos los huecos posibles y no dejes espacios por rellenar, sobre todo en maletas rígidas. Descubrirás que el espacio que normalmente desechamos en las maletas es enorme.

3. Enrolla la ropa

Para la ropa puedes utilizar diferentes estrategias. La primera, que te recomendamos en este apartado, es enrollar la ropa. Descubrirás que no se arruga cuando llegues a tu destino, y también que al enrollarse se reduce considerablemente su volumen en la maleta.

En este vídeo una presentadora coreana te enseña a hacerlo correctamente:

4. Usa bolsas de vacío para la ropa

En efecto, pueden conseguirse en numerosos comercios y grandes superficies. Son bolsas que presentan una válvula para extraer el aire presionando pero que evita que este regrese al interior, con lo que el paquete enrollado que has hecho previamente se reduce considerablemente y cabe mejor en la maleta. No sufras que no se arruga, ya te lo hemos asegurado antes.

5. Aprende a doblar la ropa sobre la maleta

La segunda estrategia recomendada es aprender a doblar la ropa correctamente, de modo que se ajuste al tamaño exacto de la maleta. El objetivo es que no sobren pliegues que después contribuyen a ensanchar innecesariamente el volumen ocupado y podamos colocar en capas la ropa. Aquí también podemos aplicar el sistema de bolsas de vacío, que nos adelgazarán las capas. Veremos que si vamos colocando una capa sobre otra nos entrará mucha más ropa de la que sospechábamos en un principio, cuando nos tirábamos de los pelos.

En este vídeo nos explican cómo debemos doblar la ropa adecuadamente:

6. Usa el método de la cebolla

La tercera estrategia de plegado para la ropa es el 'sistema de la cebolla', que consiste en colocar primero las piezas de ropa más gruesas sobre la maleta pero sin plegar; a continuación colocaremos las más finas y pequeñas hasta llegar a calcetines y ropa interior. Después iremos plegando la ropa, de arriba abajo, de como que las piezas del principio nos cubran las más pequeñas, como si fueran capas de una cebolla.

En este vídeo verás claro el sistema:

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Nueve trucos para escoger bien el melón y la sandía en la frutería

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Melones y sandías son el postre favorito en el verano español. Muy recomendables por su capacidad para hidratar, su moderado aporte en azúcares y su cantidad de fibra, son el final perfecto a cualquier comida, especialmente si se comen frescos, aunque cabe recordar que no responden bien a la nevera. Sin embargo, no es fácil a primera vista acertar en lo que respecta a sus cualidades, su estado de madurez y su calidad.

Antiguamente las abuelas decían que "el melón es como el matrimonio; que o se toma o no se toma, pero que no se puede catar". Superada hoy la sacralización inamovible de las uniones matrimoniales, el dicho sigue siendo válido para el melón y la sandía: o los tomas o los dejas (como las lentejas, añadiría un castizo). No obstante, hay trucos para catarlos indirectamente, no usando el paladar pero sí otros sentidos como el tacto, la vista y el olor. Y el común, por supuesto.

A continuación te explicamos nueve maneras de saber si un melón o una sandía merecen ser comprados o no:

1. Cómpralos siempre dentro su temporada: parece una obviedad, pero no lo es tanto. La temporada del melón y la sandía españoles va de mayo a octubre, y te aseguras que los obtienes frescos, de huerta y de proximidad. Lo notarás en el sabor y en la textura. Claro que el resto del año puedes consumir estos productos procedentes de invernaderos, de África o de América Latina, pero solo teniendo en cuenta sus condiciones de cultivo y transporte, ya podemos intuir que su calidad no será óptima.

2. Coge siempre los que estén más arriba: si los compras en un montón, apuesta por los de más arriba. La razón es simple: son los que menos golpes habrán sufrido y presentarán menos magulladuras por presión.

3. Apriétalos con los dedos: otra obviedad que no lo es tanto. En apariencia todos los melones y sandías aparentan ser duros al tacto... hasta que los tocamos bien en toda su superficie y aparecen las blanduras. Si tienen blanduras, no los compres. 

4. Descarta los que tengan grietas: puede parecerte injusto y un descarte que contribuye al desperdicio global de comida, pero es que un melón o una sandía con grietas muy posiblemente tendrán entrada de contaminaciones bacterianas o fúngicas que provocarán fermentaciones y pudrimientos indeseados. Puede que a primera vista no presenten problemas, pero su conservación se verá sensiblemente reducida. Si acaso negocia que te lo vendan más barato.

5. Prueba la sonoridad de la sandía: es muy sencillo, si la sandía está madura, tiene que sonar a hueco. Si el sonido es de material sólido y denso, es que todavía está verde.

6. Presiona el melón por los extremos: al melón le puedes hacer la 'prueba del balón de rugby', que consiste en presionar por los extremos. Si al hacerlo notamos una cierta blandura, es que el melón está maduro y listo para consumir. Si la blandura es excesiva, es que ya está demasiado maduro. 

7. Valora el color del melón: huye de los colores verde chillón y amarillo sol y opta por los verde oliva y amarillos pardos. Son los colores de la madurez. En el caso de la sandía la prueba del color no es tan efectiva por la gran variedad de cultivares que existen y que juegan con todos de piel de todo tipo. De todos modos, sabremos si una sandía está madura si la mancha de la cáscara que ha estado en contacto con el suelo es de color amarillo. Una mancha blanca o verdosa indica que fue recogida antes de tiempo y estará sosa.

8. Huele en ambos la zona del pedúnculo: esta zona es la que en la tierra estaba conectada a la planta. No debe mostrar malos olores. Al contrario, si la fruta está madura desprenderá un ligero aroma característico a melón o a sandía.

9. Si los compras en piezas, que estén plastificados: si los adquieres cortados procura que estén bien cubiertos con un film de plástico, debidamente colocado. Por un lado tendrás la ventaja de ver el color de la carne, aunque por el otro al estar abiertos, son susceptibles de contaminaciones, por lo que es importante que la película de plástico se muestre firme y tensa. 

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Cómo preparar las plantas de casa cuando nos vamos las vacaciones

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Se acerca el puente de la Virgen de Agosto y solo pensamos en una cosa: largarnos de casa a desconectar, ya sea al pueblo, a la playa o al extranjero. El caso es que ansiamos las vacaciones lejos de casa. Pero este hecho implica tomar una serie de precauciones, y entre ellas está dejar a nuestras plantas en disposición de sobrevivir.

De lo contrario a nuestro regreso, se nos puede poner cara de besugos cuando veamos que toda nuestra colección de plantas de interior se han ido al garete y ahora se arrastran por los bajos del tiesto. Y es que si nos las dejamos en condiciones adecuadas es muy difícil que resistan dos semanas a oscuras y sin agua. En cambio, siguiendo los consejos que te relatamos a continuación, es muy posible que a tu regreso te reciban tersas, brillantes y con las hojas abiertas. Así que toma nota.

1. Agrúpalas junto a una ventana

Tiene que ser una ventana cuya persiana dejes entreabierta, de modo que entre un mínimo de luz. A poder ser, que no sea una de las que están más expuestas a la incidencia del sol, ya que el propio calor de este aumentará la evaporación del agua y las puede hacer sufrir de estrés hídrico. Mejor si es una ventana por donde entra claridad, pero no rayos directos.

También es aconsejable dejarlas todas encima de una mesa, de modo que estén a la altura directa de la luz. Si es una ventana soleada, podemos compensar el excesivo calor que se generará poniéndolas en el suelo, de modo que los rayos no les den directamente, o un poco alejadas. Lo importante es que no queden totalmente a oscuras.

2. Sitúalas en un barreño de plástico

Existe la posibilidad de comprar hidrojardineras, que tienen, un falso fondo que se puede llenar de agua, de modo que va dispensando por capilaridad humedad al sustrato y mantienen las plantas en condiciones. Sin embargo, si no quieres gastar dinero ni complicarte la vida trasplantando en pleno verano, te recomendamos un método más pedestre pero fiable.

Basta con que compres uno o varios barreños de plástico en un bazar y los coloques debajo del tiesto. Después los llenas con agua como mínimo hasta la mitad y dejas la planta regada. Por un par de semanas no se pudrirán las raíces, sobre todo si la planta ya está desarrollada y conseguirás estiras su suministro de agua. Puedes cubrir la superficie del barreño con una bolsa de plástico para evitar evaporaciones. 

3. Usa conos de cerámica

Es otra solución es el uso de conos de cerámica que se clavan en la tierra de la maceta. Tienen 10 centímetros de profundidad y tres de diámetro, y están conectados por la parte superior a un depósito lleno de agua, que les va cediendo humedad para que la introduzcan en el sustrato. Normalmente podemos usar el depósito para cebar varios conos a la vez y así mantener húmedas varias plantas.

En teoría funcionan a demanda hídrica de la planta, pero si el depósito está demasiado lleno tiende a encharcar las plantas y si está demasiado bajo, a no dar apenas agua, así que hay que saber encontrarle el punto. Lo ideal es que la altura de agua del depósito sea la misma que la de las macetas e incluso unos centímetros más baja, ya que hay que contar la profundidad del cono.

4. Si tienes terraza, monta un riego por goteo

Si tienes una terraza con bastantes plantas que se exponen a diario al sol y al calor, vas listo como no tengas un vecino piadoso que entre a regarlas o le prestes tu casa a un amiga de otra ciudad a cambio de cuidar de ellas. No obstante, si no tienes ni vecinos ni amigos con ganas de visitar tu zona en verano, tendrás que pensar en un sistema de riego por goteo. 

Son mucho más sencillos y seguros de lo que crees, ya que no es necesario que des excesiva presión al grifo de riego; al contrario. Basta con que el sistema esté continuamente cebado, los tubos extendidos y los goteros colocados sobre las diferentes macetas. Funciona a demanda: a medida que la tierra se va secando, los tubos van dando humedad y mantienen tus plantas frescas. Eso sí, cuando te vayas maleta en mano, no se te ocurra cerrar la llave de paso.

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Spray, 'stick' o 'roll-on': ¿qué desodorante es mejor?

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Por qué nos ponemos desodorante

Cuando hacemos ejercicio o sube la temperatura ambiente aparece el sudor, un líquido compuesto por agua, sales minerales y toxinas que producen las glándulas sudoríparas. Es un mecanismo natural que tiene dos funciones básicas: regular la temperatura corporal (mantenerla entre 36,5ºC y 37ºC) y eliminar sustancias nocivas. 

El sudor, contrariamente a lo que suele pensarse, no huele; el mal olor está causado por el contacto entre las sustancias que lo componen y las bacterias que recubren nuestra piel. Las glándulas sudoríparas se encargan de producir el sudor y las hay de dos tipos:

  • Ecrinas: repartidas por todo el cuerpo, sobre todo en el dorso de las manos y las yemas de los dedos.

  • Apocrinas: responsables de que sudemos en circunstancias especiales como en estado de estrés o ansiedad; estas sí se encuentran en las axilas.

Solemos luchar contra el sudor (o, más bien, contra el mal olor) con las duchas y con el uso de desodorantes.

Formatos de desodorantes

Actualmente existen distintos tipos de desodorantes y formas de presentación diferentes. Se pueden encontrar en formato de aerosoles, bola o gel. La eficacia es similar en todos los casos, así que la elección hacia un formato u otro depende sobre todo de la preferencia de cada uno de ellos. La única diferencia que hay entre uno y otro es el tiempo de secado del producto, la forma de aplicación y la textura de la piel tras la aplicación.

  • Los aerosoles, por ejemplo, aportan una sensación de frescor y pueden actuar también como perfume, porque puede aplicarse en otras zonas del cuerpo. Se trata de uno de los formatos más utilizados, seguido del 'roll-on'. Una desventaja es que contienen alcohol y pueden irritar piel y mucosas.

  • De uso individual, el 'roll-on' se asocia sobre todo al cuidado de la piel y deja una sensación de humedad. Se aplica arrastrando una esfera por la piel que tiene la mitad dentro del desodorante y la otra mitad fuera.

  • El stick o barra es un desodorante compacto que se aplica directamente sobre la piel. Puede dejar residuos secos en la piel y llegar a manchar la ropa.

  • Gel o crema. Esta opción es ideal para pieles sensibles porque no contiene alcohol.

Tipos de desodorantes

  • Desodorantes con alcohol y perfumes: son transpirantes y son los que neutralizan el mal olor con el control de las bacterias presentes en la axila por la acción del alcohol. No previenen la transpiración. Son eficaces hasta que desaparece el perfume.

  • Antitranspirantes: tienen la capacidad de regular el olor y la humedad. Para ello utilizan sales de aluminio que se disuelven cuando entran en contacto con el sudor y la humedad. Suelen formar un gel que bloquea la cantidad de sudor que segregan las glándulas ecrinas. En condiciones normales, es decir, que no se produzca una sudoración excesiva, pueden durar hasta 24 horas. Si bien pueden producir irritaciones, escozor o picor en algunas pieles sensibles por la presencia de aluminio, su acción no resulta nociva en la mayoría de los casos. Mientras los desodorantes neutralizan el mal olor, los antitranspirantes controlan y reducen la producción de sudor bloqueando las glándulas sudoríparas.

Parabenos y sales de aluminio: ¿perjudiciales?

Otra de las sustancias que podemos encontrar en los desodorantes son los polémicos parabenos, conservantes químicos que se usan en la cosmética convencional porque, además de su bajo coste, son muy estables. Ambos ingredientes están autorizados para usar para este fin y la ley obliga a respetar unos límites considerados seguros para ello. Los parabenos se han asociado a problemas en el equilibrio hormonal del organismo, una acción conocida como disruptora endocrina.

Las sustancias con esta función imitan el comportamiento de las hormonas femeninas e interfieren en la vida y crecimiento de los tumores. Hace unas tres décadas surgió la polémica que relacionaba el uso de desodorantes con parabenos con cáncer de mama. Según un estudio publicado en Journal of Applied Toxicology en 2004, esta relación estaba más que justificada.

La polémica estaba servida. Pero desde entonces, importantes estudios en 2002 y en 2006, e incluso organismos como el Instituto Nacional del Cáncer estadounidense (NCI), la Administración de Fármacos y Alimentos del mismo país (FDA) o la Sociedad Americana del Cáncer han negado el vínculo entre parabenos y cáncer.

La legislación de la UE permite el uso de parabenos en cosméticos. Según el Comité Científico de la Comisión Europea, la máxima concentración total permitida en los productos de consumo es de ocho gramos de parabenos por kilo de producto cosmético, siempre que ningún parabeno individual esté presente en una concentración superior de 4 gramos por kilo.

Uno de los problemas es que la exposición a los parabenos es múltiple; es decir, no solo los cosméticos contienen esta sustancia. También los alimentos y los medicamentos pueden contener parabenos. Por tanto, la exposición puede tener múltiples fuentes, de ahí que deban considerarse las distintas exposiciones a una misma sustancia.

Por su parte, las sales de aluminio son compuestos de aluminio que se usan como transpirantes para evitar la sudoración extrema. La Environmental Working Group lo considera un neurotóxico

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Siete mitos sobre los seguros de coche que resultan ser falsos

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El mundo de los seguros se mueve a golpe de estadística, que es lo que utilizan las compañías para calcular el coste de una prima según las circunstancias de cada contratante, de modo que a final de año sus cuentas cuadren y no se produzcan pérdidas. El negocio de un seguro automovilístico se basa en que la probabilidad de que todos los asegurados sufran un accidente debe siempre menor a la de que lo sufra solo una minoría a la que hay que compensar.

Cuanto más irrelevante sea esta minoría, mayor será el negocio. Por otro lado, si las estadísticas, que se calculan cada año y se combinan con los históricos de la compañía, muestran un aumento del riesgo de que suban los accidentes, la única forma de cuadrar el beneficio es subir las primas de aquellos usuarios que tengan mayor probabilidad de sufrir un percance.

En base a este juego de posibilidades y riesgos, se han creado bastantes mitos que hoy en día son falsos. Algunos fueron ciertos en el pasado, otros nunca lo han sido y otros simplemente conviene relativizarlos. A continuación te ofrecemos siete de estas creencias que son todo menos inamovibles.

1. Los coches rojos y amarillos pagan más

Hubo un tiempo... Pero ya no. El sobre cargo en la prima a los coches de colores llamativos se basaba en la creencia de que tenían más accidentes porque era los que preferían los conductores más jóvenes y sobre todo hombres. Pero la estadística ha terminado por demostrar que aunque es cierto que los jóvenes son más agresivos e inexpertos en la conducción, tienen los accidentes sin distinción de color en el coche.

Vamos, que no prefieren especialmente los coches rojos ni estos son necesariamente más propensos a los accidentes. Al contrario, muchos coches de lujo son rojos pero sus dueños se cuidan mucho de sufrir la mínima abolladura. Por la cuenta que les trae, dado el precio de los recambios. Hace ya bastantes años que las aseguradoras no se fijan en el color.

2. Las mujeres pagan menos

Las mujeres tienen estadísticamente menos accidentes y por tanto solían pagar menos prima, hasta que una sentencia del Alto Tribunal de la Unión Europea dictaminó hace no muchos años -en 2012- que este hecho constituía un trato discriminatorio. Ahora pagan las mismas tasas que los hombres, e incluso tienden a acercarse a la tasa de accidentes de estos, que con el tiempo, y la toma de conciencia en la conducción, baja.

3. Tener hijos sube la prima

Un seguro de coche no es un seguro de vida y tener hijos menores no sube la prima. Otra cuestión es que tengamos hijos en edad de conducir y declaremos que tal vez lleven nuestro coche, por lo que la compañía nos obligue a firmar un seguro adicional para ellas y ellos. Pero nunca se reflejará en una subida de la prima.

4. Un coche de segunda mano siempre pagará poco

Dependerá del valor del coche y los años que tenga, ya que el coste de los recambios puede ser alto -si queremos asegurar un coche de segunda mano de lujo o de coleccionista muy cotizado- o al ser prácticamente nuevo su valor en el mercado no haya descendido.

5. Los extras vienen siempre incluidos por defecto en el seguro

Los extras de serie sí vienen cubiertos por el seguro. No así aquellos que hayamos añadido nosotros, como llantas nuevas, cristales tintados, etc. Si hacemos este tipo de cambios deberemos comunicarlo a la compañía para que los incluyan en un anexo.

6. Dar parte de un accidente te aumenta la prima al año siguiente

No necesariamente es así. Dar parte de un accidente aislado no tiene por qué subirte la prima. Algunas compañías toleran hasta tres partes anuales sin que la prima del siguiente año se vea aumentada.

7. Si no tengo accidentes la compañía me bonifica y pago menos

No necesariamente. Los precios de las aseguradoras suele ser muy competitivos el primer año, pero después tienden a subir. Para evitar disgustos la mejor opción es comparar todos los años, antes de la renovación, qué precios ofrecen las compañías de seguros para nuestro coche.

Para calcular el precio de los seguros de coche lo más sencillo es recurrir a un comparador, que en unos minutos nos puede proporcionar las ofertas de una buena cantidad de aseguradoras.

Más información

Productos congelados industriales, ¿son muy diferentes del producto fresco?

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Los productos congelados están cada vez más presentes en las cocinas españolas. Según la última edición del informe Nielsen 360, que aporta información sobre el consumidor y la distribución en España, los alimentos congelados han sido, de todas las categorías de la cesta de la compra, el producto estrella de 2016, "con un aumento del 3,2% en las ventas", sobre todo el pescado. Uno de los motivos que explica esta tendencia es, según el informe, porque suelen ser más baratos que su versión fresca. Además del precio, surgen otras cuestiones acerca de este tipo de productos en comparación con los frescos.

¿Son muy distintos del producto fresco?

Una de las dudas que plantean los productos congelados es si mantienen las mismas calidades nutricionales que los productos frescos. Si bien depende mucho del tipo de alimento, algunas de las que sí pueden verse afectadas son la vitamina C y las del grupo B. Cuando un alimento como las verduras se congela, antes se somete a sucesivos lavados y posterior cocción para escaldarlas en agua hirviendo para inactivar enzimas que degradan la verdura. Para reducir estas pérdidas, la congelación se hace de manera rápida y a temperaturas que pueden llegar a los -40ºC, de manera que el agua del interior de las células se congele más rápido y estas no queden dañadas.

Actualmente se usa sobre todo la ultracongelación, de manera que los alimentos se congelan mucho más rápido y a temperaturas muy bajas. Esto permite conservar las propiedades nutricionales y las cualidades organolépticas mejor. Las industrias alimentarias tienen reglamentaciones específicas, como la que se refiere a los alimentos congelados procedentes de animales, que tienen como objetivo garantizar el mantenimiento de la cadena del frío y la prohibición de recongelar los alimentos.

Debe tenerse en cuenta un aspecto fundamental: la congelación industrial usa materia prima fresca y de calidad y, en muchos casos, es más efectiva que la doméstica porque está congelando un producto fresco en óptimas condiciones. Por tanto, la composición nutricional es máxima. Una congelación rápida y a muy baja temperatura permite mantener los nutrientes esenciales casi intactos.

Algo que no ocurre con la congelación en casa porque esta se suele hacer más lentamente y a una temperatura más elevada. Por tanto, es preferible comprar ya un producto congelado que comprarlo fresco y congelarlo en casa, donde seguramente perderá más poder nutritivo. Un alimento fresco será más nutritivo siempre y cuando se consuma en uno o dos días después de la compra. 

Es importante hacer una distinción entre los alimentos congelados que son naturales, es decir, que tras recolectar (verduras) o sacrificar (carne o pescado) se congelan. Hablamos de productos que mantienen muy bien el valor nutricional de los alimentos frescos y que incluyen cebolla precortada, menestra de verdura o lomos de pescado.

No son lo mismo los alimentos congelados precocinados, que son los que, antes de congelar, han sido cocinados, como lasaña, croquetas o patatas prefritas. En la mayoría de los casos, contienen bastante grasa, aditivos y sal, así como colorantes y calorías. En este caso, no son tan aconsejables desde el punto de vista nutricional.

¿Tienen aditivos?

En el caso de las verduras congeladas, en la mayoría de los casos no tienen ni aditivos ni sal agregada, ya que el frío actúa como único método de conservación. Como ya hemos avanzado, alimentos congelados con taqueados de productos cárnicos, como pechuga cocida, se elaboran combinando determinadas dosis de aditivos, una práctica que se cuestiona si es necesaria al tratarse de un alimento congelado.

Algunos aditivos como el nitrito sódico (E-250) no pueden eliminarse o sustituirse en el caso de la pechuga de pavo cocida porque prolonga la vida útil del producto. Los aditivos gelificantes, espesantes y estabilizantes se suelen usar sobre todo en los alimentos precocinados congelados para mantener su estabilidad y evitar la pérdida de líquido al descongelarlos. 

¿Son más seguros?

La congelación es un sistema de conservación de alimentos más efectivo que la refrigeración, porque el producto se somete a temperaturas muy bajas, de entre -5ºC y -18ºC, en las cuales la actividad microbiana se paraliza casi del todo. Esto significa que, si bien la congelación evita la proliferación de patógenos, estos no mueren y pueden reactivarse durante el descongelado.

Un alimento congelado puede llegar a conservarse hasta unos tres meses, un periodo que varía en función del producto. Pero es muy importante no romper la cadena de frío porque un alimento que ha sido congelado, si se descongela no puede volver a congelarse. Raramente un alimento congelado se ha asociado con brotes de toxiinfección alimentaria.

¿Por qué suelen ser más baratos?

El menor coste de los productos congelados se debe a que se recolectan en épocas de mayor oferta y abundancia, cuando el precio es más barato. Esto permite que el precio final también sea más barato. Pero también puede ocurrir que un alimento congelado supere el precio de la versión fresca, que se explicaría por la calidad del alimento cuando se congeló y por las técnicas usadas.

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Cuál es la mejor forma de almacenar los cereales

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Trigo, arroz y maíz son algunos de los cereales que más se consumen en todo el mundo. Les siguen la cebado, la avena, el centeno o el sorgo, entre muchos otros. Ricos en hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales y fibra, los cereales gozan de una gran popularidad en todo el mundo. Se trata de un producto básico que se suele usar de manera habitual y que ocupa un importante espacio en las estanterías de las despensas.

Los insectos, principales "enemigos" de los cereales

Mientras los cereales todavía están en la plantas, sus paredes celulares mantienen una barrera eficaz contra posibles microorganismos patógenos. Pero estas paredes celulares dejan de funcionar cuando los granos de los cereales ya se han cosechado, lo que los deja vulnerables sobre todo a la infestación de insectos. Este riesgo se acelera cuando se cumplen algunas condiciones ambientales concretas de altas temperaturas y humedad alta.

Los cereales, como cualquier otro alimento, pasan por distintas fases antes de llegar a nuestro plato. Si en productos como la carne, fruta o verdura y pescado se controla al máximo la conservación en cada uno de estos pasos, porque se consideran frescos y más delicados, en el caso de los alimentos secos como los cereales, si bien los riesgos no son los mismos, también debe prestarse atención a cómo se almacenan y conservan.

A temperatura ambiente en la despensa

Algo habitual cuando se usan cereales o pasta o arroz es abrir el paquete, utilizar una parte del contenido y guardarlo de nuevo en la despensa, en ocasiones sin tan siquiera cerrarlo con alguna pinza u objeto similar. Tras unos días en los que volveremos a utilizarlo, la sorpresa será que el producto no es el mismo del de hace sólo unos días: está más seco e incluso tiene algunos insectos. Esto pasa porque no se han almacenado bien.

En general, los cereales, sean del tipo que sea, deben mantenerse frescos y secos, a temperatura ambiente. Los cereales pertenecen al grupo de alimentos como el tomate o algunas frutas como los melocotones que no toleran nada bien las temperaturas frías de las neveras porque pierden sus propiedades, vitaminas, sabor y textura. 

Por tanto, para que duren más tiempo, una vez abiertos, es preferible ponerlos en recipientes herméticos en la despensa, en un lugar seco. Si no se almacenan bien y no quedan bien tapados, o se deja el paquete medio vacío abierto, lo más probable es que no dure más de tres meses y que, seguramente, se llene de pequeños bichitos que lo echarán todo a perder.

Estos son los tiempos de conservación de los diferentes cereales:

  • Cereales listos para comer sin abrir: de 6 a 12 meses.

  • Cereales listos para comer abiertos: de 2 a 3 meses.

  • Cereales listos para cocinar, como la avena: 12 meses.

  • Harina de maíz: de 6 a 12 meses.

  • Harina (blanca e integral): de 6 a 8 meses.

  • Levadura seca: deberá comprobarse la fecha de caducidad y mantenerse seca y fresca.

  • Sémola de maíz: 12 meses a temperatura ambiente.

  • Pasta: de uno a dos años a temperatura ambiente.

  • Arroz blanco: 2 años.

  • Arroz Integral: 6 meses.

Botes de vidrio o plástico, todos cerrados herméticamente

Por lo general, para que se conserven bien, bastaría con guardarlos, una vez abiertos, en botes de vidrio o plástico, siempre y cuando puedan taparse herméticamente para evitar que entren larvas diminutas de plagas que pueden infestar el interior. Debe tenerse en cuenta que las larvas pueden llegar a pasar incluso por pequeñas grietas que haya.

Por tanto, deberemos asegurarnos de que el bote no tiene ningún defecto y deberemos descartar bolsas de plástico o envases de plástico muy fino. También es importante que los envases cierren bien para evitar la absorción de humedad del aire. Los botes o tarros no deben tener olores extraños, deben estar limpios y secos y tener las paredes gruesas. 

Se puede guardar el alimento con el envase e introducirlo todo en el bote y cerrarlo bien o verter la cantidad que ha sobrado directamente en el bote o recipiente y desechar el envase. En este último caso, el recipiente debe estar limpio. También puede ponerse una etiqueta en la tapa con la fecha del paquete desde que está abierto. Los cereales se reblandecen muy rápido si el envase no está bien cerrado.

En la despensa, una de las condiciones más importantes para que se conserven en buen estado durante más tiempo es que no toque el sol directamente porque este puede alterar las propiedades del contenido de los envases. También es importante mantener la despensa limpia para evitar que haya restos de comida que puedan ser una fuente de alimentación de insectos.

Es importante que la despensa sea un lugar oscuro, seco y alejado de corrientes de aire y, preferiblemente, que no haya variaciones bruscas de temperatura. Además, es aconsejable que la despensa esté lejos del horno o de los fogones, que pueden generar calor.

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Cúrcuma, ¿planta milagrosa o milagrera?

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Juan, un socio de eldiario.es, nos pide lo siguiente: "seria interesante que se publicase algo sobre la cúrcuma, ya que se está recomendando como alternativa a algunos medicamentos".

La cúrcuma es una planta de cuyos rizomas secos se extrae un polvo amarillo anaranjado que tal vez sea la especia más extendida en el sureste asiático y el subcontinente indio, con su color tan característico y relacionado con los tonos de las túnicas de los monjes budistas. También con su aroma especial, que impregna todo tipo de curris y preparaciones gastronómicas. Se podría decir que el color de la cúrcuma es el color del Asia budista.

En España el polvo de raíz de cúrcuma -popularmente llamado cúrcuma y también curcumina- es poco conocido, aunque últimamente comienza a difundirse como aditamento para distintos platos de fusión de cocinas, a los cuales aporta un color y un aroma ligeramente similar al del rizoma de jengibre, o los frutos cardamomo, así como a los extractos de otras especies de su misma familia taxonómica, las zingiberáceas. Entre otras aplicaciones, algunos chefs la utilizan en las paellas como sustituto del azafrán porque su acción colorante es muy similar y además concede un aroma agradable. De hecho, en la nomenclatura de aditivos de la Unión Europea le corresponde la clave Eii-100.

Sin embargo, la cúrcuma quizás sea más famosa para muchos por uno de sus componentes fitoquímicos, la curcumina, un compuesto al cual se han atribuido en los últimos tiempos múltiples propiedades curativas, hasta el punto de que el polvo de rizoma de cúrcuma se vende encapsulado en farmacias  para un variado elenco de dolencias; desde la prevención de problemas cardiovasculares a la regulación del ciclo menstrual, pasando por la artritis o la enfermedad de Alzheimer.

Lo que se sabe

Parece estar demostrada la eficacia de la curcumina para atenuar diversos malestares, sobre todo digestivos, dado su comprobado poder como antiinflamatorio y estimulador de las secreciones estomacales y biliares. En este sentido sí podría tener beneficios hepáticos, de protección de las mucosas, así como de cierto alivio ante inflamaciones o de protección cardiovascular.

Otra cosa es lo que se haya demostrado, que es más bien poco. Una muy reciente revisión de estudios realizados hasta la fecha publicada en la revista Journal of Medical Chemistry revelaba que la mayoría de las atribuciones dadas en los últimos años a la curcumina no tienen ninguna base científica demostrada. La revisión destacó que muchos los estudios presentaban serias deficiencias al ser realizados sobre pocos pacientes y durante periodos de tiempo cortos. 

 

No obstante, entre las eficacias que sí parecen demostradas en la cúrcuma estaría su poder antioxidante, derivado de la acción antioxidante de la curcumina, si bien no en mayor proporción que en otros productos vegetales de los que se conoce su acción en este campo. También quedarían demostrados, según una revisión de la Universidad de Maryland, sus efectos positivos sobre el trastorno digestivo conocido como dispepsia, ya que en un estudio a doble ciego se comprobó que los pacientes con este problema que ingerían curcumina reducían el trastorno, así como la producción de gases y la hinchazón estomacal.

Otro estudio, también datado por la revisión arriba citada, avalaría su acción como protector intestinal contra la colitis ulcerosa. En el mismo, realizado a doble ciego, los pacientes cuya colitis ulcerosa estaba en remisión, ingirieron curcumina junto a su tratamiento convencional por un periodo de seis meses. Los que accedieron a la ingesta de curcumina mostraron una tasa de recaídas significativamente más baja que los que habían tomado placebo.

Lo no demostrado

No se ha estudiado que la curcumina pueda tener eficacia como antimicrobiano en humanos, aunque sí se ha comprobado cierto efecto en animales y en tubos de ensayo. Se desconocen qué dosis serían las necesarias y que tipo de vía tendría que usarse para administrar el tratamiento.

Tampoco se han observado por ele momento efectos positivos en su uso contra enfermedades neurodegenerativas como el mal de Alzheimer. Según publica la revista Nutrition Facts los estudios llevados a cabo hasta la fecha no arrojan resultados positivos. A este respecto, existe una experiencia con tres pacientes en las que en lugar de aplicarles curcumina se les aplicó polvo de rizoma sin depurar y se observaron mejoras. Aunque el universo de la prueba es muy limitado, podría ser que la curcumina actuara en este campo junto con el resto de fitoquímicos del rizoma, según la revista. 

 

Respecto a la protección frente a las enfermedades cardiovasculares, un estudio doble ciego controlado frente a placebo, se encontró que tomar cuatro gramos al día de curcumina no mejoró los niveles de colesterol. Sin embargo, en estudios con ratas de laboratorio sí se habrían observado mejoras.

También en el campo del cáncer, en el que a la cúrcuma se le atribuyen propiedades respecto a los de próstata, mama, piel y colon, hay pocos estudios solventes que permitan dilucidad si es beneficiosa y los que hay arrojan resultados decepcionantes, según una revisión publicada en 2016 en la revista Molecules.

Tampoco los estudios que relacionan la curcumina con la artritis parecen ser suficiente para establecer una relación sólida. Una revisión de finales de 2016 con enfermos de artritis apuntaba a que ingerir cápsulas de un gramo de curcumina al día tiene un efecto sobre el dolor comparable al ibuprofeno. Pero la muestra de la revisión resultó ser excesivamente pequeña como para otorgarle veracidad.

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